Estimado compañero, soy consciente de que puede sonar a pitorreo que te dé la bienvenida al club de los escleróticos. Como todos, si pudieras darte la vuelta y salir por la puerta que has entrado limpio de polvo y paja, lo harías, pero desgraciadamente la vida no es así, hay cosas que si nos han tocado, ahí están, sólo nos toca vivirlas, y es en esa vivencia donde podemos establecer la verdadera diferencia. No es lo que te acontece en la vida lo que te marcará como persona, sino la forma en la que afrontas aquello que te acontece. Imagino que ahora mismo tendrás el susto metido en el cuerpo. Te aseguro que no es para tanto. Sé que no soy el más indicado para decirlo, pues ahora mismo me puedes encontrar en esta silla de ruedas de la que no me despego salvo para pasarme la cama y con verdadera dificultades para escribir esta carta. Insisto, no es para tanto. Sólo un pequeño porcentaje de afectados por esclerosis múltiple terminan en silla de ruedas, y este porcentaje, gracias a la investigación, va en descenso. Estadísticamente, yo ya ocupo un punto de ese pequeño porcentaje por lo que tú ya tienes más probabilidades de no estar en él. No es un favor que te hago, te aseguro que me lo pensaría mucho si me hubieran dado la oportunidad.
Imagino que, como casi todos, ya te habrás metido en Internet y habrás encontrado una larga relación de síntomas que habrán ido complicando tu estado anímico. Nadie acumula todos esos síntomas, seguramente ya habrás oído hablar de la enfermedad de las mil caras y es que cada afectado es diferente. Compartimos muchos síntomas, pero otros no, y si apareces por el local de una asociación, lo que menos vas a ver es a gente como yo. Encontrarás personas, muchos años cargando con la enfermedad, a las que si ves en otro lugar, nunca podrás deducir que padecen esclerosis múltiple. Hoy no sabes cuál será tu evolución, corremos el peligro cuando nos diagnostican de hacer un duelo por anticipado y, especialmente, hoy, cuando nuestras expectativas físicas han mejorado. La gran mayoría de los diagnosticados hoy, dentro de veinte años os encontraréis, con seguridad, mucho mejor que la gran mayoría de los que hoy fuimos diagnosticados hace veinte años.
Seguramente nos encontremos en el camino, y espero que para ese momento nadie ni nada nos haya arrebatado la sonrisa en la boca.
De cualquier modo, una enfermedad así, crónica y degenerativa, ha llegado para cambiarte la vida y esto no siempre es malo. No pretendo ningunear la enfermedad, simplemente quiero hacerte ver que problemas de ese calado en la vida nos suponen un reto que superar y llegan para poner entre interrogantes nuestro ser, nuestra calidad humana. Intentar eludir estos interrogantes no sólo es imposible, sino que también es estúpido. Es posible que haya cambios drásticos y es posible que no. Es posible que estés obligado a despedidas y renuncias, pero también es posible que no; lo que sí es seguro es que esto afectará de alguna manera a tu forma de ser y, ya puestos, que sea para bien, que nuestra renuncia a grandes futuros nos suponga vivir intensamente el presente, que la bajada de escalón que supone nuestra dependencia, si llega, nos aumente la sensibilidad hacia todos los que todavía se encuentran en escalones más bajos, y que ese golpe emocional nos aumente la capacidad de escucha, nos haga replantearnos nuestra jerarquía de intereses y nos abra la mirada para ser capaces de descubrir y sentir el sufrimiento ajeno.
Te aseguro una cosa: esta enfermedad no tiene por qué arrebatarte la felicidad, al contrario, paradójicamente puede ocurrir que entonces descubras una felicidad que anteriormente parecía imposible de vivir en este mundo de insatisfacción permanente y competición continua. Con este sermón quiero decir que, incluso en un estado físico similar al que yo me encuentro, la felicidad es posible. No pretendo insinuar que no habrá momentos malos, más de los deseables, ni quiero decir con ello que no sea cuestión de algo de fortuna, sino que también nosotros construimos el tipo de espacio que nos rodea. No llegarás a este extremo físico, estoy convencido de ello, pero aprovecha la ocasión para mandar a hacer puñetas el mundo asfixiante que te rodee, este sí esclerotizado, y comienza a construir uno bastante más oxigenado, eso sí, siempre empezando por ti.
Ahora sí puedo decirte bienvenido al club, seguramente nos encontremos en el camino, y espero que para ese momento nadie ni nada nos haya arrebatado la sonrisa en la boca. Un fuerte abrazo.
"En política hay poco sentido común y mucho circo" / M. G VERÓNICA GAYa
-Con olor aún a Feria del Libro, le iba a preguntar qué papel cree usted que tiene el libro en nuestras vidas, pero leyendo el suyo ya me lo ha dicho, "para evadir las obsesiones", ¿hacia dónde nos llevará esa evasión?
-El libro propone un recorrido por el ser humano y su conciencia, que en este caso es un recorrido desde la culpa. La culpa no es siempre un castigo, la culpa no es siempre una penitencia, la culpa no siempre es la consecuencia del pecado. La culpa puede ser gozosa. Si nos fijamos en lo religioso hay un sexto mandamiento que es "No fornicarás", pero hacerlo produce una culpa que puede ser gozosa.
La culpa es un ámbito amplio, a la vez misterioso, y muchas veces positivo y alentador. Es un sentimiento muy diverso de penetración en la condición humana. La culpa a veces busca justicia y a la vez puede ser condenada por ella. Puede ser un instrumento magnífico, pero también destructor.
-Esa forma de entender la culpa con orgullo, ¿no suena anticuado? Como algo romántico.
-Quizás es porque estamos metidos en un mundo de excesiva teatralidad, en el peor sentido se esta palabra. Hay una frivolización de las conciencias. Ahora la emotividad vende poco, los culpables ni siquiera se sienten culpables.
-Otro tema que se puede extraer de la novela es el de la huida, un tema desgraciadamente muy actual, ¿cómo ha sido sumergirse en la vida de alguien que huye?
-Cuando yo era pequeño, en la playa de la casa de mis abuelos, un amiguito me contaba que mi padre había desaparecido en el mar. Yo lo contaba en casa, unas veces se reían y otras no hacía ninguna gracia el relato, pero lo cierto es que yo siempre tuve la idea del padre que había desaparecido ahogado por allí y aún hoy la tengo. Paseo solo por la playa e imagino la escapada de mi padre.
-¿En qué sentido lo imagina? ¿Fantasea o piensa que su amigo quizás tenía razón?
-No, no, ya comprobé que no la tenía. A mí, de todos modos, tampoco me ha preocupado muchísimo ese tema, yo nunca he tenido preocupación por la ausencia del padre, en absoluto. Tuve una madre tremendamente eficaz.
He imaginado desde una emoción plenamente literaria.
-¿Cómo ha sido reinventar a ese padre?
-Quizás había cosas a las que no le había dado suficiente importancia. Cuando iba a la casa de mis amigos, siendo niño, y veía a sus padres, esas personas tan autoritarias, no me gustaban nada. Yo vivía con mi madre, que no es que no tuviera autoridad, pero la ejercía con normalidad, sin autoritarismo, sin pegarte... Me consideraba un ser tremendamente feliz por no tener padre, con mi madre me bastaba. Puede que por eso haya tenido luego la necesidad de inventarme un padre. Algo quedaba ahí.
-En esa mirada al mar de la que habla, ¿también tiene mucho que ver Diario de Cádiz?
-Para mí fue importantísimo Diario de Cádiz. Mi abuela era una gran lectora de periódicos, leía los periódicos de Canarias, pero además teníamos familia en Cádiz y Venezuela, y a ella le enviaban los periódicos de allí. Los enviaban en barco y llegaban con mucho retraso, pero para nosotros era maravilloso. Yo me imaginaba los escenarios de Cádiz, me conocía sus calles a través de lo que había leído en los periódicos. El Diario de Cádiz fue fundamental para mi vocación literaria y de periodista.
Un niño de siete años en una isla tiende a imaginar otros paisajes, y Cádiz era la otra orilla.
Para mí es muy emocionante ir allí. Me recuerda mucho a Canarias y además me parece que es el territorio de humor más extraordinario. Andalucía tendrá mucha gracia, pero la gracia de Cádiz es inigualable. Me gusta meterme en los bares, pedirme un tinto de verano y escuchar a su gente. Disfruto de pasear por la calle y ver a esas señoras hablando de sus cosas, en alta voz, tienen algo natural.
-Ha sido periodista, escritor, y hace un par de años que se metió a política, y lo hizo, según lo que dijo, porque decía que se avecinaba un cambio.
-Sí, pero un cambio a peor, me he visto completamente decepcionado. El discurso público me parece de revista del corazón. Hay mucho Belén Esteban, con todo mi respeto para esta señora, en la política. Y hay poca razón, poco sentido común y mucho circo.
-La experiencia le llevó a la política, al Partido Socialista del País Valencino (PSPV-PSOE), ¿la experiencia política le dará para escribir un nuevo libro?
-No creo. Siempre pensé que iba a hacer un Diario de las Cortes, pero no me da, y las reacciones más pertinentes, más bobas... me dan para un libro caricaturesco. Los personajes no tienen ni siquiera el peso de un personaje literario, prefiero dejarlo.
Director del Programa Ejecutivo de Big Data & Business Analytics de EOI
En menos de 5 años, Google ha logrado diseñar una inteligente y sutil estrategia, sorteando a los proveedores clásicos en medios digitales para la enseñanza. Ha barrido a Microsoft y Apple
Google y el control de la enseñanza
Leo en el New York Times una noticia que describe cómo Google ha logrado tomar el control de la enseñanza en los niveles de primaria y secundaria en EEUU. No es broma. En menos de cinco años, ha logrado diseñar una inteligente y sutil estrategia e implementarla con rotundo éxito, sorteando a los proveedores clásicos en medios digitales para la enseñanza. Ha barrido a Microsoft y Apple. Tan sencillo como ofrecer medios a muy bajo coste o gratuitos. Esto, unido a la muy potente imagen de marca, ha permitido que saliera adjudicatario en los concursos públicos para la renovación de las herramientas digitales utilizadas en un número considerable de colegios estatales en cascada, empezando por la ciudad de Chicago.
En el camino, ha ido convenciendo del uso de estos medios a los profesores, puenteando además a los órganos de decisión de los colegios. Y ha conseguido convertir a profesores y directores en prescriptores de sus productos ante otros colegios. Organiza sesiones de formación gratuitas para transformarlos en expertos en sus herramientas con los correspondientes certificados de Google. Monta foros de discusión para recoger sugerencias y mejorar sus productos. Organiza eventos para el intercambio de ideas. La misma web de Google for Education dispone de una herramienta online en la que el colegio puede calcular exactamente el ahorro que supone el cambio al ecosistema Google, cuidadosamente desglosado en ahorro económico proveniente de los dispositivos y en ahorro en tiempo de profesorado y gestión: cifras significativas de en torno a un 60% para un colegio medio. Difícilmente rechazable. Y menos aún para la siempre-escasa-de-recursos comunidad educativa. La tecnología, dice Google, es un ecualizador que rompe barreras entre ricos y pobres. Y este es un mensaje que arrasa.
La fórmula: portátiles baratos Chromebooks unidos a una suite de aplicaciones gratuitas para alumnos y profesor más su gestión centralizada. Los Chromebooks son portátiles con acceso a internet y sistema operativo ligero que trabajan directamente en la nube, listos para ser usados y con la posibilidad de que el propio profesor controle el acceso a internet del alumno en forma remota (en los exámenes, por ejemplo) o de ser inhabilitarlos en caso de robo.
A diferencia de Microsoft y Apple, que seguían métodos más tradicionales, Google tomó otro camino. En 2013 creó un grupo de trabajo para desarrollar específicamente aplicaciones gratuitas para el consumo en colegios, tanto para el alumnado (en edades comprendidas entre los 6 y los 17 años) como para el profesorado: Google Classroom.
Esta conquista está provocando, adicionalmente, un cambio de paradigma: la sustitución de las materias tradicionales por el trabajo en grupo y la resolución de problemas, en teoría, más creativas. Como dice el director de Aplicaciones para la Educación de Google: "Para qué saber cómo resolver una ecuación de segundo grado si se lo puedes preguntar al buscador Google".
El negocio de Google no se basa en los ingresos por un portátil más la suite de aplicaciones educativas y su gestión (unos 180 euros/alumno). El negocio con mayúsculas consiste en que, desde los 6 años, el alumno se está habituando a los productos Google y a su enfoque. Se trata de la mitad de los chicos americanos de educación primaria y secundaria, que se están imbuyendo de la nueva Economía Tecnológica. Son exactamente 15 millones, a día de hoy. Y cada año varios millones salen del High School hacia las universidades. En ese momento, los propios colegios instruyen a los alumnos para trasladar sus cuentas escolares de Google (que no exhiben anuncios, según la nota de Privacidad) a cuentas Gmail (que sí lo hacen). Toda la información acumulada en sus cuentas escolares acaba en cuentas gratuitas de Gmail a las cuales tiene acceso el propio Google: perfiles de los alumnos con sus ejercicios, pruebas, exámenes… a lo largo de muchos años, datos de millones de futuros consumidores a los que inundar con publicidad individualizada y adaptada a sus patrones de comportamiento con astucia y efectividad. Es el poder de los datos transformado en conocimiento y acción gracias a las tecnologías de Big Data.
Como dice una alumna de 14 años de un colegio público de Nueva York: "Siempre estamos utilizando los dispositivos de Google. Francamente, es lo más cómodo. Así que, si es cómodo, diablos, usaré Google toda mi vida."
En España, los padres trabajadores usan las medidas de conciliación de la vida laboral y familiar mucho menos que las madres trabajadoras. Por ejemplo, tomemos un indicador muy general, como es el trabajo a tiempo parcial. En España, trabajar a tiempo parcial se asocia en gran medida con la precariedad laboral y, en determinadas franjas de edad, con el intento de conciliar la vida laboral y familiar. Según la Encuesta de Población Activa, el porcentaje de hombres (ocupados entre 30-44 años) que trabajaban a tiempo parcial en el primer trimestre de 2017 era del 6,9%, mientras que el porcentaje de mujeres que hacían lo mismo era del 31,5%.
El escaso uso de las medidas de conciliación por parte de los padres trabajadores queda más específicamente ilustrado en el siguiente gráfico, obtenido a partir de una encuesta que realizamos en 2016 entre 1.785 parejas con hijos pequeños de la Comunidad de Madrid. Por ejemplo, un 37,8% de las madres de nuestra encuesta solicitaron una reducción de jornada o trabajar a tiempo parcial al reincorporarse a sus trabajos, mientras que tan solo un 4,4% de los padres hicieron eso mismo.
Sub-muestras de padres y madres que tenían un empleo en el momento del nacimiento del hijo/a.
Fuente: ENCUESTA SOBRE LA CONCILIACIÓN DE LA VIDA FAMILIAR Y LABORAL ENTRE LAS PAREJAS CON HIJOS DE LA COMUNIDAD DE MADRID. 2016.
Los padres (varones) concilian muy poco y, sin embargo, sería muy beneficioso que lo hicieran en mayor medida, al menos por tres razones: porque para que las madres trabajadoras desarrollen plenamente sus carreras profesionales es necesario que sus parejas masculinas se impliquen plenamente en las tareas del hogar y en el cuidado de los hijos (usando más las medidas de conciliación); porque para un adecuado desarrollo emocional y cognitivo de los niños es bueno que sus progenitores estén con ellos; y porque es bueno para los propios hombres (como veremos a continuación).
Además, parece que la mayoría de padres (varones) quieren realmente utilizar las medidas de conciliación más de lo que lo hacen. Las normas sociales y las actitudes referentes a la paternidad están cambiando. Hoy día, ser un buen padre no solo se identifica con la necesidad de ser un proveedor financiero del hogar (y una figura disciplinaria, etc.), sino también con la necesidad de ser un padre plenamente implicado, desde el principio, en el cuidado y el desarrollo cognitivo y afectivo de sus hijos/as (véase por ejemplo el estudio de los superdads llevado a cabo por Gayle Kaufman)
Entonces, ¿por qué hay muchos padres que no utilizan las medidas de conciliación (existentes en sus empresas) cuando en realidad parece que querrían usarlas? Intentemos hacer un poco de explicación teórica. Una posible hipótesis es la que se basa en el efecto conjunto de dos factores: la figura o norma del "trabajador ideal" y la teoría de la "masculinidad precaria".
Por un lado, parece ser que en la mayoría de organizaciones la norma del trabajador ideal sigue hoy día vigente (más aún cuando se trata de profesionales o directivos). El trabajador ideal es un empleado absolutamente comprometido con su empresa, en términos de energía, disponibilidad y de tiempo. Esta figura viene de los tiempos (no muy alejados) en donde las empresas estaban muy masculinizadas e integradas por trabajadores varones con dedicación total a ellas y con una esposa confinada al ámbito del hogar con dedicación exclusiva a la familia. Esos tiempos han desaparecido pero la figura del trabajador ideal permanece en la cultura de las organizaciones. Por ello no es infrecuente que los padres y las madres que utilizan las medidas de conciliación existentes en sus empresas se vean afectados por el denominado estigma de la conciliación, en virtud del cual son vistos como personas poco comprometidas con su trabajo y penalizadas por ello (por ejemplo, recibiendo menos ofertas de promoción).
¿Qué se puede hacer para que los hombres se sientan con la misma capacidad de usar las medidas de conciliación que las mujeres?
Pero además, en el caso específico de los varones que quieren conciliar es posible que a ese estigma se le sume el hecho de ser vistos como personas que están violando su rol -patriarcal- de proveedores principales del hogar, en el contexto de organizaciones en las que se asocia la necesidad de conciliar con la plantilla femenina (y no con la masculina). Es decir, es posible que los padres trabajadores se sientan adicionalmente presionados para no solicitar el uso de las medidas de conciliación. En definitiva, estamos hablando de unas normas de género que están en la cultura de las empresas y que, de acuerdo con la teoría institucional, se convierten en una guía o norma de comportamiento a menudo bastante resistente al cambio.
Por otro lado tenemos la teoría de la masculinidad precaria, propuesta por los psicólogos sociales estadounidenses Jennifer Bosson y Joseph Vandello. Según este enfoque, para muchos hombres su estatus masculino (su hombría) es algo resbaladizo, tenue y frágil. En concreto, señalan tres aspectos básicos que, según ellos, caracterizan esa hombría precaria: primero, la hombría es vista como un estatus bastante elusivo, que debe ser alcanzado, que uno se debe ganar (en contraste con la feminidad, que se considera en mayor medida como algo estable que se tiene por naturaleza); segundo, una vez alcanzado, el estatus de hombría es tenue e impermanente; es decir, se puede perder o puede ser arrebatado; y tercero, la hombría tiene que ser confirmada por terceros; es decir, uno tiene que probar constantemente que es un "verdadero hombre". Debido a esta presión muchos hombres -sobre todo hombres heterosexuales que tienen unas actitudes de género tradicionales- experimentan una ansiedad acerca de su estatus de género mayor que la que experimentan las mujeres, y más aún si tienen la percepción de que ese estatus está cuestionado.
En algunos casos este hecho puede dar lugar a una importante variedad de comportamientos o estados negativos (agresión, asunción de riesgos, homofobia, estrés...) o a la evitación de comportamientos y acciones que en principio serían beneficiosos para la persona; normalmente se trata de evitar todo aquello que pueda recordar a lo femenino; evitando usar ropa y objetos que se asocien a lo femenino, y evitando manifestar gustos, actitudes o comportamientos que recuerden a lo femenino -por ejemplo, ocultando los sentimientos.
Y claro, uno de esos aspectos a evitar en orden a proteger esa masculinidad precaria sería el uso de las medidas de conciliación. Una de las normas de género tradicionales básicas es que el varón debe responsabilizarse de manera fundamental de ser el proveedor principal del hogar, y el intento de conciliar –aunque se desee hacerlo- puede ser percibido como un aspecto que cuestiona la hombría.
Resumiendo, tenemos por un lado un problema relacionado con la cultura de las organizaciones, que mantienen vigente la norma del trabajador ideal. El trabajo está diseñado para personas que, cuando tienen responsabilidades familiares, delegan el cuidado en otras (tradicionalmente las amas de casa). Por otra parte, el perfil de los trabajadores ha cambiado totalmente. Casi la mitad de ellos -las trabajadoras-, cuando son madres, necesitan conciliar el trabajo con la familia; y la otra mitad -los trabajadores varones-, cuando son padres, también demandan algo muy parecido. Pero para las madres, alcanzar un equilibrio trabajo-familia y hacer uso de las medidas de conciliación es todavía percibido como "algo obligatorio", mientras que para los padres varones la conciliación se sigue viendo como "algo opcional" o voluntario, en un contexto en el que muchos de ellos, además, tienen la percepción (más o menos consciente) de que conciliar puede poner en riesgo su estatus de hombría.
Y dada la presión existente por cumplir con la norma del trabajador ideal, finalmente no son los padres sino las madres quienes en gran medida utilizan las medidas de conciliación y, consecuentemente, sobre quienes recae la penalización laboral por el hecho de tener hijos, mientras que sobre los padres varones recae la sensación de experimentar un creciente conflicto trabajo-familia, precisamente por no hacer uso de las medidas de conciliación. Dicho de otra manera, estos padres varones tienen una capacidad de agencia (capacidad de elección) limitada en el ámbito de la conciliación de la vida familiar y laboral.
¿Se puede cambiar esto? ¿Qué se puede hacer para que los hombres se sientan con la misma capacidad de usar las medidas de conciliación que las mujeres? Las normas de género (que son las que están detrás de la hombría precaria y de los sesgos de género que afectan a la cultura de las organizaciones) cambian lentamente, con inercia, y a menudo con retrocesos ("backlashs"). Sin embargo, estas normas están cambiando: cada vez hay más hombres que retan las normas de la masculinidad hegemónica (por ejemplo, convirtiéndose en padres totalmente implicados en el cuidado de sus hijos pequeños); las mujeres van accediendo gradualmente a los puestos directivos de las organizaciones y a ocupaciones que estaban tradicionalmente masculinizadas. Estos nuevos modelos de referencia más igualitarios, en la medida en que se vayan normalizando socialmente deberían mitigar aspectos como el de la hombría precaria.
No obstante, este cambio puede llegar a ser muy, muy lento, por lo que tiene sentido intentar acelerar el cambio (hacia una sociedad más eficiente y con mayor igualdad de oportunidades). Aquí destacamos dos medidas que podrían impulsar ese cambio: la primera consistiría en la equiparación del permiso de paternidad con el de maternidad (permisos iguales e intransferibles para ambos progenitores; véase la PPiiNA). Esta medida permitiría socavar la norma social de que el cuidado del bebé no es cosa de hombres. La segunda consistiría en sensibilizar a las empresas sobre la necesidad de que las prácticas de conciliación también estén abiertas, de manera efectiva, para la plantilla masculina (véase la iniciativa "Implica").
Como señala Michael Kimmel, el feminismo y los grandes avances en materia de igualdad de género (incluida la revolución sexual) han cambiado radicalmente la vida, las actitudes y la capacidad de elección de las mujeres. Las actitudes y la capacidad de elección de los hombres, en muchos sentidos, han cambiado muy poco; es decir, queda mucho por hacer y por ganar...
Lo leí por ahí y desde entonces siento que ya puedo nombrarlo. Sí. Me refiero al 'Síndrome de Boabdil' que no sé si estará en la lista de la OMS, pero que por Granada cualquiera sabrá de qué se trata tras décadas soportando a quejicas 'lamentalotodo', nostálgicos patológicos de un trabajo, una novia o un piso perdidos, 'envidiadores' sin ponerse las pilas y hacer algo y demás 'tristones' (como aquel de 'Leoncio León y tristón') capaces de amargarte una boda o hasta un entierro a poco que se arrimen.
Viven en un estado mental contagioso que impregna a la ciudad desde que tengo memoria y que cuando salgo fuera (últimamente muy a menudo) me encuentro que, aun encontrándolo en otros lares, no reviste el riesgo de pandemia que por aquí se ha instalado.
Como toda buena dolencia no distingue de edades, ni de credo, ni de estatus social, de modo que te encuentras a un capillita 'amargaprocesiones' o a un rojeras de los de antes que cada vez que abres la boca te silencia casi a gritos recordándote la máxima de que todo es plusvalía y que siempre habrá alguien que te robe la flor de tu trabajo (con lo cual, mejor casi que no trabajes, concluye, obviamente).
Este síndrome que por fin mencionaron habrá algún psicólogo que lo defina clínicamente, pero aviso que suele dar individuos con cara lánguida o apesadumbrada a los que siempre les faltará algo para alcanzar cierto nivel de satisfacción en sus vidas. Se les puede dar incluso lo que anhelaban como remedio para sus males pero, inmediatamente buscarán otra cosa que les falta, como si sus vidas fueran eso, un eterno buscar lo que perdieron como motor de todo, en un tirar muy característico siempre hacia atrás poniendo problemas a cualquier avance que les hará finalmente quedarse en los sitios y en las situaciones que siempre, siempre, les resultarán incompletas, asfixiantes o irresolubles.
Espero que tenga remedio y que lo metan en los cuadros clínicos para empezar a tratarlo con dosis de viajes y relaciones creativas, de esas que te llevan a aventurarte en nuevos mundos donde la seguridad de lo malo, esa certeza del reino perdido, no será más que un recuerdo cautivo de una alegría siempre esquiva. Ojalá saquen la píldora sanadora y se reparta gratuita en cualquier esquina, que 'fartica' que hace.
El activismo de la vicepresidenta de Salud Mental Castilla y León, Elena Briongos, la convierte en un referente como voz en primera persona del colectivo
La vicepresidenta de Salud Mental Castilla y León, Elena Briongos
-¿Cómo llega a ser la presidenta de la Asociación Salud Mental Aranda y Vicepresidenta de la Federación?
-Pues poco a poco. Con interés y trabajo. Con muchas ganas de participar. También me he sentido apoyada por mi entorno: familiares, técnicos y compañeros. Y luego había una retroalimentación, cuanto más responsabilidad y confianza me daban, más era capaz de desarrollar. También ha habido momentos de vértigo pero nadie dice que la vida sea fácil.
-¿Qué significan los conceptos activismo y participación para las personas con problemas de salud mental?
-Participación es una forma plena de ser capaz de elegir tu vida en todos los campos de esa vida, también en tu proceso de crisis. Activismo es formar parte de esa punta de flecha que permite a las avutardas ahorrar energía y volar más lejos y de forma más eficiente juntas que si lo hicieran solas.
-¿Cuáles son los principales obstáculos para ser parte activa de la sociedad?
-El reconocimiento como persona. Hay que cambiar, y ya lo estamos haciendo, el «rol» de enfermo por el de ciudadano con plenos derechos. También esa idea no desterrada aún de que «somos violentos» por el hecho de tener un diagnóstico. No es así. Una persona con problemas recibe más violencia de la que ejerce. Un diagnóstico no determina que una persona vaya a ser violenta. Sí que habrá que ayudar en el entorno y actuar lo más pronto posible.
-Personalmente, ¿cuál ha sido el obstáculo más grande que ha tenido que superar en esta «aventura» de hacer frente a su problema de salud mental?
-Ha sido esa duda interior entre un diagnóstico crónico de enfermedad mental y la certeza de que nunca he estado «loca», sólo he tenido comportamientos y experiencias distintas a otras personas. Por eso funcionan las asociaciones y los Grupos de Ayuda Mutua. Te permiten hablar con libertad y comprobar que tienes experiencias similares a las que tienen otras personas.
-Vive en un pueblo pequeño de Burgos. ¿Cómo es la situación en el ámbito rural para las personas con problemas de salud mental?
-Hay menos recursos de todo tipo y más dificultad para desplazarse. Esto se está solucionando en otros entornos rurales con los Equipos de Ayuda Comunitaria, que permiten acercar los recursos al entorno donde vives. Hay que eliminar el estigma, esa marca que nos ponen con un diagnóstico. Hay que hacer más charlas informativas. Hablar más de la locura y normalizar experiencias.
-¿La figura del Asistente Personal es un recurso que puede dar respuesta a estas carencias existentes en los pueblos?
-Lo primero es saber que hay una persona que necesita apoyos. Desde Salud Mental Aranda, se ha hecho un estudio, en colaboración con los CEAS, que ha detectado en la zona de Huerta y Roa unas 132 personas sin visibilidad. La figura del Asistente Personal estaría integrada dentro de ese equipo que acercara la salud mental a dónde se vive. Hay algo esperanzador en ello, ya se están formando en esta figura personas con diagnóstico, esto permitirá crear trabajo y, a su vez, mejorar la atención a las personas con problemas de salud mental.
- ¿Qué cree que pretende conseguir y qué mensajes se están lanzando a la sociedad desde el Congreso que se celebra desde ayer en Ávila?
-Este Congreso sigue la línea del movimiento Salud Mental que nos permite visibilizar y dar voz a las personas por las que se han creado estas Asociaciones. Permitir que opinemos en primera persona y que entre todos eliminemos estigmas y formemos parte activa de nuestro futuro. Pero no nos adelantemos. Las conclusiones las daremos una vez concluido el congreso, donde están siendo recogidas por los miembros del Comité Pro Salud Mental en Primera Persona.
-¿Cómo percibís que la sociedad os ve?
-Aún nos ven como enfermos. Hay que cambiar ese concepto. No somos ‘enfermos’ 365 días al año, ni toda la vida, ni siempre. También somos padres, hermanos, amigos, trabajadores, ciudadanos, pintores, maestros, cuidadores…
-¿Cómo le diría que deben verles?
-Sin etiquetas. Pensando que somos personas y que podemos, o no, hacer las mismas cosas que los demás. Que también tenemos los límites y las carencias que otros, pero que no nos juzguen de antemano, que se acerquen y nos conozcan.
-¿Cómo se imagina a la sociedad y la salud mental dentro de 20 años?
-Ojalá nadie tuviera un diagnóstico, pero eso es un sueño. La realidad que imagino es una participación muy grande de los propios componentes de Salud Mental. Espero que psiquiatras y psicólogos se den cuenta de que avanzan si nos preguntan y nos tienen en cuenta. Espero que los medicamentos den un giro importante y tengan menos efectos secundarios y necesitemos menos cantidad y nos apoyemos más en otras terapias. Espero estar sana, porque estoy de acuerdo con ‘La Princesa Inca’ de Radio Nikosia cuando dice: «…Para mí salud mental es ser feliz. Es estar a gusto en el mundo y tener ganas de vivir,...».
El suicidio es objeto de abrumadoras estadísticas, pero, principalmente, es causa de dramas personales y familiares incomparables. Baste pensar en el desgarro de unos padres, en su sentimiento de culpa, en las preguntas que les obsesionan, sin hallar respuesta, tras la pérdida de una hija o de un hijo. Es precisamente la adolescencia una etapa de elevado riesgo. Tanto como para que el suicidio sea la primera causa de mortalidad en Europa en estas edades. Así se recoge en el reciente informe de la Organización Mundial de la Salud Acelerador de la acción global en favor de la salud de los adolescentes.
La detección de estos grupos de riesgo y la puesta en marcha de medidas específicas para ellos fue una de las prioridades marcadas en lo que hoy ya es un Plan de prevención del suicidio y de manejo de la conducta suicida de la Comunitat Valenciana, que viene a acabar con el silencio que ha sido inherente a esta realidad durante muchos años. Un proyecto pionero en España que, como ejemplo, contempla protocolos para menores, mujeres en situación de violencia de género, personas sin hogar o mayores. La prevención, la detección precoz y la intervención conforman los tres ejes principales que, cada uno con su correspondiente grupo de trabajo, fueron abordados con carácter previo.
Según el Instituto Nacional de Estadística, en 2014 las personas que se quitaron la vida en todo el Estado duplicaban en número a los fallecimientos por accidente de tráfico.
Si trabajar juntos es trabajar mejor, más aún en un problema de salud pública en el que intervienen factores psicológicos, sociales, biológicos, culturales y ambientales. Por tanto, excede el ámbito de la sanidad y requiere la implicación de personal de bienestar social, asociaciones, familiares y, en suma, la de toda la sociedad. Y se hace necesaria esta colaboración porque el suicidio es una causa de muerte que se puede evitar. En esa convicción ya se planteó la necesidad de este plan dentro de la Estrategia Autonómica de Salud Mental 2016-2020. No se trata de un cumplimiento político ni administrativo. Se trata de buscar soluciones viables a los problemas concretos. Sin duda, el que nos ocupa lo es, y de gran magnitud.
Los datos avalan esta calificación. Según el Instituto Nacional de Estadística, en 2014 las personas que se quitaron la vida en todo el Estado duplicaban en número a los fallecimientos por accidente de tráfico. Un total de 3.910 fallecían en estas circunstancias. La tasa de suicidios en la Comunitat Valenciana es de 6,99 casos por cada 100.000 habitantes. Inferior a la media de 7,76, pero casi un fallecimiento diario por esta causa en 2015. En total, 348 personas.
El objetivo común es, obviamente, reducir el número de suicidios. Este plan puede ser un óptimo mecanismo para ello a través de la detección precoz del riesgo suicida, las actuaciones en el ámbito sanitario, una mayor coordinación con otros agentes implicados, la formación de los profesionales y la apuesta por la investigación epidemiológica. Entre las actuaciones más relevantes están el Plan de Gestión del Riesgo y el llamado 'código suicidio'.
El primero es una nueva herramienta terapéutica individualizada con pautas entre el paciente, por un lado, y su red de ayuda por otro (familiares y personas de su entorno) para que le sirvan de guía en situaciones de riesgo. Respecto al segundo, el código se activará en casos de personas con riesgo bajo-medio con el compromiso de prestar la atención necesaria en un máximo de 72 horas.
En síntesis, la elaboración de este plan supone, además de ser una iniciativa inédita hasta ahora en España, un punto de inflexión que mejorará la prevención de la conducta suicida y la atención en el futuro inmediato. Vivir es la salida. Ese es el mensaje.
Un total de 13.333 personas fallecieron en España entre los años 2000 y 2009 por este motivo.
Un hombre se refresca la nuca con el agua de una fuente en la vía pública. / JOSÉ MARTÍNEZ
Las olas de calor cuestan vidas y el verano ha llegado. Un total de 13.333 personas fallecieron en España entre los años 2000 y 2009 como consecuencia de las diferentes olas de calor que sofocaron el país y a sus ciudadanos, especialmente en Madrid y en Barcelona, donde deben extremarse las precauciones.
El Instituto de Salud Carlos III terminó el año pasado el informe Temperaturas umbrales de disparo de la mortalidad atribuible al frío en España en el periodo 2000-2009. Comparación con la mortalidad atribuible al calor. Es un título larguísimo que viene a completar estudios anteriores, aunque más limitados en su campo de trabajo, y a sumarse a otros hechos ya en países extranjeros. Además, es el último estudio hecho al respecto en España.
Hay algunos puntos de partida a tener en cuenta: por un lado, el cambio climático, que se traduce en un mantenimiento de las temperaturas extremas de frío y en la estabilidad de los días considerados como "olas de frío". Es decir, eso de "hace un frío que pela" tiende a remitir. Por otro, la influencia del acondicionamiento de los hogares, pues no es lo mismo combatir el frío en según qué lugares, del mismo modo que no es igual resistir al calor en zonas del interior peninsular o en enclaves costeros.
También es esencial tener en cuenta la media de edad de la población afectada. Es sabido que las olas de frío o de calor son más inclementes con las personas mayores, y España es un país en el que la curva de edad va hacia arriba de modo imparable (más del 38 por ciento de los ciudadanos que vivan en España en 2064 tendrá más de 65 años).
Otros factores insoslayables son también la condición socio-económica o la mayor o menor facilidad de acceso a los servicios sanitarios.
Más impacto del frío; más muertes por calor
Tras una serie de consideraciones sobre las temperaturas de riesgo en invierno y en verano, el estudio contabiliza los días de olas de calor que hubo en España entre 2000 y 2009, en total 4.373, y los de frío, unos 3.006. En otras palabras: hay más días de manga corta que de bufanda.
Ahora bien, "la mortalidad media diaria para cada capital de provincia atribuida al calor es inferior (3 muertes al día) al de la mortalidad media diaria atribuida al frío (3,4 muertes al día).
Las épocas de calor se acusan sobre todo, en cuanto a fallecimientos se refiere, en Barcelona, con una media de 25 muertes al día en las 49 jornadas de ola de calor sumados en ese periodo de nueve años. En términos absolutos cambian las tornas. Madrid es la provincia en la que más fallecimientos se han producido entre 2000 y 2009 por olas de calor, en concreto 2.291 muertes; le sigue Barcelona, con 1.205. Lo explica el informe: "Esto se debe a que tanto Barcelona como Madrid son las que presentan mayor mortalidad diaria, y por tanto, mayor mortalidad atribuible" a estos fenómenos meteorológicos. Pero hay un dato esencial en el resultado: que la madrileña es la provincia que más días de calor, mucho calor, ha registrado, 211 exactamente.
Sin embargo, la mortalidad por olas de frío se nota especialmente en Badajoz y en Sevilla, provincias de climas más templados pero en las que, como apunta el informe, juega un papel destacado "el acondicionamiento de las viviendas".
En plano general, 13.333 fallecimientos han causado las olas de calor en España. Los ocasionados por las olas de frío llegan a 8.384.
¿Entonces la media de muertes al día por frío es mayor que por calor y, sin embargo, hay más fallecimientos por olas de calor que por olas de frío? Esta aparente contradicción se resuelve por el número de días gélidos por año que se registran en España, inferior al de días asfixiantes (301 por 437). Por ello, "el impacto diario sobre la mortalidad atribuible es mayor para el frío que para el calor", argumenta el informe.
La mortalidad por calor cuesta dinero
Por entre el texto se desliza una información reveladora, sobre la efectividad de los planes de prevención.Suponiendo una efectividad del 68 por ciento de estos planes frente al frío, se evitarían 2,3 muertes en cada día de ola de frío. Un plan de similares características frente al calor evitaría 2 muertes en cada día de ola de calor.
Y se desliza otra información acerca de la repercusión económica: la mortalidad por frío nos costó entre 2000 y 2009 cerca de 872 millones de euros; la mortalidad por calor nos costó más de 1.093 millones.
Presidente de AECA-ITV. Director general de Veiasa
Los vehículos modernos son más complejos y seguros, pero también más susceptibles de manipulación, tal y como ha quedado demostrado con el llamado 'Dieselgate'
Una inspección más rigurosa para el coche
El automóvil ha pasado de ser una fantástica creación mecánica a un producto industrial eminentemente tecnológico y sofisticado. Los vehículos modernos son más complejos y seguros, pero también más susceptibles de manipulación, tal y como ha quedado demostrado con el llamado Dieselgate, que ha sido reconocido por la propia Volkswagen, y las dudas que han surgido en torno a otros fabricantes.
Estos casos han generado inquietud en la ciudadanía y una demanda social que clama a Gobierno, administraciones y sector de automoción para que trabajen de forma conjunta, de manera que nos dotemos de procedimientos de inspección que permitan realizar mediciones más exhaustivas de gases contaminantes y detectar posibles fraudes y manipulaciones.
La normativa actual no permite que la ITV pueda controlar todos los gases nocivos que emiten los vehículos, pero existe tecnología suficiente para realizar un control más exhaustivo de las emisiones contaminantes y una detección más eficaz de las manipulaciones fraudulentas. Al objeto de sensibilizar a las Administraciones Públicas en estas cuestiones, AECA-ITV participó el verano pasado en unas jornadas en las que, junto a expertos de Industria, la universidad y de los fabricantes de equipos de medida, explicamos la necesidad de introducir la medida de los NOx y del material particulado que emiten los vehículos en el régimen de inspecciones periódicas de los mismos, al objeto de comprobar que los valores que declaró el fabricante en el momento de la homologación se mantienen a lo largo de su vida útil.
AECA, además, es miembro activo del Comité Internacional para la Inspección Técnica de Vehículos (CITA). Este organismo internacional viene impulsando diversos proyectos para la mejora tecnológica de las inspecciones técnicas de vehículos. Uno de ellos, el SET II (test de emisiones sostenibles), tiene como objetivo proponer un procedimiento para medir los óxidos nitrosos (fuente del escándalo de Volkswagen), así como detectar la manipulación, desconexión o desmontajes fraudulentos que determinados talleres han venido practicando sobre los dispositivos anticontaminación. Se espera que las pruebas estén concluidas el próximo mes de julio y, a final del año, hacer entrega de un manual con los límites máximos permitidos de NOx, el protocolo para su medición y los procedimientos para comprobar que los dispositivos anticontaminación no han sido manipulados.
Se va a introducir en la ITV también la comprobación de los sistemas de seguridad y medioambiental controlados electrónicamente que incorporan los vehículos modernos, tales como airbags, ABS, ESP, etc., y extraer de las centralitas informatizadas que los controlan toda la información necesaria para completar la inspección. Los fabricantes de vehículos y componentes no deberían oponerse a que las Estaciones ITV accedan a la centralita del vehículo para comprobar que dichos sistemas siguen cumpliendo su función tal y como se diseñaron, sino más bien al contrario, facilitando el acceso a dicha información a los profesionales de inspección de las ITV. No entenderíamos, por tanto, que los usuarios tuvieran que pagar por la información que contienen sus vehículos, cuestión ésta que el Gobierno está negociando con los fabricantes de vehículos.
A raíz de las sugerencias que venimos planteando y de las Directivas de UE, el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad tiene preparados importantes cambios normativos que afectan a la ITV. Dichos cambios se centrarán sobre todo en las emisiones contaminantes, en los dispositivos destinados a reducirlas y también en los sistemas de seguridad controlados de forma electrónica.
Este proceso, acelerado por el Dieselgate, arrancó, no obstante, hace tres años con la publicación de la directiva 2014/45/UE, que el Gobierno espera transponer vía Real Decreto este verano. Dicho Real Decreto supondrá además una revisión profunda del Manual de Procedimientos de Inspección de las estaciones ITV al objeto de adaptarlo a los nuevos requerimientos de Bruselas.
Si bien es difícil estimar el tiempo que tardarán en incorporarse los cambios normativos al Manual de procedimientos de Inspección de las estaciones ITV, el objetivo del Ministerio de Industria es que estos cambios sean rápidos. Esto permitiría su aplicación progresiva durante 2018, lo que vendrá a suponer el pistoletazo de salida para la comprobación de los sistemas de seguridad bajo control electrónico y con casi total seguridad, el del control de los NOx y la manipulación de los sistemas anticontaminación que incorporan los vehículos.
El colectivo Oppidum Eléberis pide a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir un proyecto integral para cuidar la zona patrimonial
El Valle del Darro está inscrito en el Catálogo General de Patrimonio Histórico como Bien de Interés Cultural. / G. H.
El colectivo Oppidum Eléberis ha pedido a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) un proyecto de limpieza y mantenimiento del cauce del río Darro en Granada y ha alertado de que la falta de cuidado de la zona afecta gravemente a un tramo de las Murallas Nazarís del siglo XIV.
En un recorrido acompañado de otras asociaciones, Oppidum ha comprobado que el cauce del Darro se encuentra en un estado de "abandono desde hace años, sin delimitación del dominio público, ni de la servidumbre de paso y un puente como el de los Labradores con su paso cortado", aseguran. "Especialmente alarmante resulta su estado de abandono, falta de limpieza y mantenimiento en el conocido como Darro Monumental Urbano, concretamente en el tramo que va desde el Carmen de la Fuente hasta el puente del Aljivillo o del Rey Chico", denuncia la asociación.
Según ha informó ayer Oppidum Eléberis, "en esa zona es imposible ver el cauce, invadido por las zarzas, troncos y ramas secas y basura de todo tipo, y si se produjera una riada existiría riesgo cierto de que se crearan diques que pueden resultar bastantes peligrosos y dar lugar a inundaciones".
Esta situación hace que en su margen derecha, coincidiendo con el Palacio de los Córdova, el abandono esté afectando "gravemente" a los restos existentes de un tramo de las Murallas Medievales del siglo XIV, "donde la vegetación crece en las propias murallas, lo que afecta a su integridad y conservación y no permite, junto con el descontrol de la vegetación de su cauce, que sean observadas desde la otra orilla".
En un escrito presentando a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir el pasado 25 de mayo, la asociación ha solicitado que "de manera urgente" se haga por parte del Servicio de Actuaciones en Cauces un proyecto de limpieza, conservación y mantenimiento de este tramo del Darro Monumental Urbano, que devuelva el esplendor y lo dignifique.
En su escrito solicita que se limpie la vegetación que afecta a los vestigios murarios del siglo XIV para evitar que continúe su degradación y que permita que sean visibles desde la otra parte del cauce.
El Valle del río Darro está inscrito en el Catálogo General de Patrimonio Histórico Andaluz y Español como Bien de Interés Cultural, con la tipología de Zona Patrimonial.