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lunes, 25 de abril de 2011

El Parque Nacional de Monfragüe GEO


Monfragüe

Entre Plasencia y Trujillo (Cáceres) se encuentra el parque nacional de Monfragüe, una joya de naturaleza extremeña.

En sus más de 18.000 hectáreas de bosque y matorral mediterráneo, dehesa extremeña, roquedos y masas de agua viven buitres negro y leonado, águilas imperial, real y perdicera, alimoches, cigüeña negra, búho real, ciervo, jabalí y nutria entre sus miles de encinas, alcornoques, jaras, brezos, madroños, durillos, helechos, alisos y acebuches.

Alimoche

Tiene varios accesos desde Plasencia o Trujillo, por la carretera Ex-208 conduce hasta Villarreal de San Carlos, ya en el interior del Parque. Al llegar al Parque Natural de Monfragüe el visitante se dará de bruces con Eldorado de la naturaleza, incluso más espectacular de lo que sugerían los rumores que le llevaron hasta allí.

En los años 70, este paraíso natural comenzó a ser despojado de su vegetación y replantado con eucaliptos, para convertirlo en el almacén de celulosa de una cercana industria papelera. Gracias a una movilización histórica para frenar la aberración contra la naturaleza que estaba cuajándose. En 2007 fue creado el Parque Natural de Monfragüe, sumándose así a los 14 parques naturales España. Hoy en día, continúan las labores de repoblación para conseguir de manera casi natural que esta joya natural recupere el bosque mediterráneo que le fue robado.

Actualmente, Monfragüe recibe más de 300.000 visitas anuales y se ha convertido en el buque insignia de losespacios protegidos de Extremadura. Tras ser declarado Reserva de la Biosfera en 2003, este santuario de vida silvestre obtuvo el reconocimiento máximo de Parque Nacional.

Monfragüe: una salchicha vista desde el cielo

Castillo de Monfragüe

Dicen de la superficie de Monfragüe, vista desde el aire o desde un mapa (adquirido en Villarreal de San Carlos, centro neurálgico del Parque donde se encuentra el Centro de Interpretación), que parece una salchicha muy larga en la gran bandeja de las llanuras extremeñas. Es la curiosa forma que dibujan sus dimensiones, unos 30 kilómetros de longitud por siete de anchura, con los cauces de los ríos Tajo y Tiétar confluyendo en el centro.

A pie, el panorama impone mucho más. Abruptos acantilados de cuarcita se alzan como fortalezas rodeadas por el foso serpenteante de ambos ríos. Las laderas cubiertas de bosque mediterráneo tienen dos caras: las solanas de encinas y jarales, recias y secas; y las umbrías, alfombradas de densos bosques de aspecto casi tropical, con alcornoques, quejigos, madroños y brezos. Dos recorridos frecuentados del Parque, cortas caminatas que suben por ambas vertientes de la sierra de Las Corchuelas, permiten comprobar su riqueza paisajística.

Flora y fauna en Monfragüe

Fauna ibérica

Ambas rutas acaban en una cumbre rematada por el castillo de Monfragüe, mirador ideal para contemplar el mar de dehesas más allá de los riscos y los barrancos, a 465 metros de altitud. En él se pueden ver restos de murallas y dos torres ya que las numerosas remodelaciones a manos de los cristianos destruyeron la fortaleza. Es una visión relajante, de amplios horizontes, muy diferente de la sensación inquietante que trasmiten los abismos de naturaleza indómita que se abren a nuestros pies. Pocos lugares del mundo, brindan la posibilidad de ver animales silvestres en su hábitat de manera tan cercana y espectacular.

En las laderas del Parque, sobre la copa de encinas y alcornoques, nidifican dos joyas de la fauna ibérica: el buitre negro y el águila imperial. En ambos casos, el número de ejemplares (o como dicen los amantes de la ornitología número de bichos) es la mayor conocida en el mundo. En los roquedos del parque, Zona de Especial Protección para las Aves, crían más de medio millar de parejas de buitre loenado, así como destacables cifras de alimoches (foto izq) y águilas reales y perdiceras. Estos datos son indicativos de una comunidad de aves rapaces sin parangón en el resto de Europa. Además, los atractivos para los amantes de la naturaleza son interminables: una colonia de la escasa cigüeña negra, grullas invernantes comiendo bellotas en las dehesas, nutrias pescando a la orilla de ríos, ciervos, jabalíes...

Una serie de miradores que atraviesan el Parque Natural sirven de ventana para comprobar el esplendor de esta joya natural: el Salto del Gitano, junto al Tajo y frente a Peñafalcón, y la Tajadilla, la Báscula o la Portilla en el Tiétar. El visitante podrá contemplar muchas de esas especies emblemáticas, y si disponen de buenas herramientas como telescopios, podrán hasta nidos con polluelos de buitres o búhos. Todo un lujo vedado en cualquier otro lugar por las posibles molestias a los animales, que aquí está autorizado en determinados puntos, donde sólo se requiere silencio. Supone casi un ritual para las poblaciones cercanas, que conocen las legiones de los amantes de la ornitología que se acercan a Monfragüe, y alertan a los visitantes a modo de aperitivo de cuántos ejemplares podrán divisarse esa mañana. Ingleses, alemanes y holandeses captados por la famosa “magia del telescopio”.


Texto: Ana Palicio Pire

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