No tan inocentes colegialas. | Jesús G. Hinchado
Dos jóvenes con un disfraz compartido del Tetris. | Jesús G. Hinchado
Objetos de deseo mercadotécnico. | Jesús G. Hinchado
- Más de sesenta actividades para los aficionados al manga andaluces
- Disfraces, juegos y diversión junto a los expositores de las editoriales
"En mi época salíamos de la peli de romanos, nos íbamos al descampao, cogíamos un palo y eso era la espada... Ahora, pues ya se ve". Lo dice uno de los empleados de la Feria de Muestras de Armilla (Fermasa), en Granada, donde se celebra el VI Salón del Manga de Andalucía, que ha vuelto a reunir a cientos de jóvenes y no tan jóvenes aficionados a la cultura japonesa... y los muñecos articulados derivados de ella.
"Esto no se puede comparar al Salón de Madrid o al de Barcelona", comenta uno de los empleados del expositor de la editorial Glènat, filial española de la firma francesa, aquí más especializada en el género japonés que en la mucho más legitimable intelectualmente 'BD' del país vecino.
"Viene mucha menos gente, sobre todo porque en Andalucía, aunque este sea el salón oficial, hay un montón. Que si Sevilla, que si Jerez, que si Málaga... Traemos 'stock' de colecciones que sabemos que se venden bien como números atrasados, pero no salen unas cifras de venta espectaculares, precisamente".
Y es que la crisis se nota hasta en el ocio de los adolescentes. Si el año pasado el salón ocupaba las dos naves de Fermasa, en 2011 se conforma con una. Se puede presumir de fomento de la milenaria cultura japonesa, pero lo cierto es que el espacio de la venta de cómics -o más bien, manga, ya que en las ferias genéricas hay sitio para el producto japonés, pero donde este se presenta en solitario veda al paso a estadounidenses o europeos- es idéntico o inferior al de los videojuegos o al del 'photocall' para lucir disfraces. O, como lo llaman los más jóvenes del 'mundillo', 'cosplay'.
Durante este fin de semana, más de 60 actividades de todo tipoesperan a un público mayoritariamente adolescente. Si algo aumenta la media de edad en las naves del complejo de Armilla son los padres y hermanos mayores que sirven de escolta: tanta foto con traje exótico casi que no parece de fiar, hasta que uno se acerca y comprueba los intercambios de direcciones de 'facebook' entre jóvenes que aún no podrán votar el próximo 20 de noviembre.
"Al primer salón vas sin disfrazarte", explican Jose y sus amigos, que se han hecho casi 200 kilómetros desde Estepona. "Al segundo ya te emocionas, y pruebas". En éste, se han dejado los cuartos de estudiantes de Bachillerato en botes de laca y piezas de madera para fabricar una escopeta de medidas imposibles para el disfraz. "Venimos por pasarlo bien y por conocer a gente con nuestras mismas aficiones, pero también por los expositores de las editoriales. Fuera de las capitales no existen las librerías especializadas".
Mientras un Pikachu y dos piezas del Tetris se hacen una foto, en la zona de juego, que organiza la asociación de ocio alternativo de Motril, Altair, se compite en gritos. Al que (o, sobre todo, la que) aguante un chillido de pánico y terror más tiempo, se le regala una caja de pastillas para la garganta. Parece imposible, pero triunfa. También los juegos de cartas, o los de construcción de relatos, donde a partir de una frase hay que adivinar una historia completa. De casi todo va el Salón: romper barreras entre ficción y realidad.
También hay prácticas de Reiki, gimnasios que aprovechan para publicitarse y escuelas de diseño que intentan reconducir la afición por el dibujo y el disfraz artesanal del público objetivo del Salón.
Hasta la Facultad de Bellas Artes de Granada se ha procurado su doble expositor con actividades que van desde la fotografía a la manicura. En el mismo aspecto profesional, la crisis ha disminuido las firmas invitadas y los autores japoneses sólo aterrizan en Madrid y Barcelona.
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