La fundación abre al público cerca de 400 metros de túneles subterráneos que tienen su origen en la época romana
G. CAPPA/GRANADA
Cerca de 400 metros de pasadizos que se hunden bajo el carmen de la Fundación Rodríguez-Acosta. Son tramos sinuosos para llegar a las catacumbas de la historia romana y árabe de la ciudad, plagados de columnas y estatuas que colocó el propio José María Rodríguez-Acosta para crear un palacio en el subsuelo de su palacio. Y aunque la temperatura se suaviza en el interior, el ambiente lóbrego supone casi un viaje en el tiempo, como si en cualquier momento pudiera aparecer un centurión romano con una antorcha para guiar al visitante.
Los subterráneos del carmen se abren ahora al público tras los trabajos de rehabilitación de la Fundación Rodríguez-Acosta, que han contado con el apoyo del Ayuntamiento de Granada y de la Fundación Cruzcampo. Las grutas aparecieron en 1916, cuando José María Rodríguez-Acosta comenzó a plantar los cimientos de un sueño con forma de carmen. "Y en vez de taparlos los preservó", destacó en la presentación Miguel Rodríguez-Acosta, sobrino del pintor y presidente de la fundación. Pasados los años, la humedad había deteriorado la instalación eléctrica, los paramentos y el empedrado de unas cuevas construidas con el llamado conglomerado Alhambra. Rodríguez-Acosta cree que los subterráneos tienen origen romano, en la línea de las investigaciones de García Pulido, que defiende que muchos de estos pasadizos tienen relación con las explotaciones mineras auríferas. Pero también fueron utilizados en época musulmana como almacén y como eventual escondrijo en tiempos de guerra. De hecho, los pasadizos cuentan con cuatro puertas de salida aunque existen otras vías que aún no se sabe dónde desembocan y que vienen a aumentar el halo de misterio, el vértigo de pisar historias apenas susurradas.
Los pasadizos de la Fundación Rodríguez-Acosta, pese a su apariencia laberíntica que puede crear cierto desasosiego, tienen un recorrido con ángulos perfectamente escuadrados, que presuponen una planificación previa por parte de una persona con conocimientos constructivos. Puede ser obra de un ingeniero capaz, ya sea antiguo o del tiempo de construcción del Carmen, quizás el propio ingeniero Santa Cruz, que intervino firmemente al comienzo de obra. A día de hoy, es imposible poder distinguir qué zonas son las originales que encontró José María Rodríguez-Acosta ya trazadas y qué otras zonas son fruto de la ampliación que hizo en las galerías, con vistas ha darles un sentido y, en definitiva, la organización que posee en la actualidad. Todo el interior del subterráneo está encalado, tanto las columnas, relieves y otros elementos decorativos añadidos, como las zonas de paramento liso, terminación que posiblemente se aplicó con objeto de favorecer la consolidación de todos estos elementos, teniendo en cuenta el alto porcentaje de humedad ambiental de estas zonas. El suelo está empedrado con cantos rodados planos, el conocido como empedrado granadino. Además, el conglomerado Alhambra difícilmente se puede distinguir entre los enfoscados de la pared, el pavimento y la homogeneidad que da el encalado. En resumen, sólo con una minuciosa y cuidada exploración podrían determinarse con exactitud qué zonas excavadas fueron las ampliaciones que realizó José María Rodríguez- Acosta. Ahora, tras los trabajos de rehabilitación, las lámparas de bajo consumo perfectamente camufladas juegan a las luces y las sombras en un ambiente de noble decrepitud donde los desconchones de las paredes tienen tanto valor como las estatuas o las columnas.
l Visitas. El Carmen de los Rodríguez-Acosta y sus pasadizos pueden visitarse de lunes a viernes con cita previa en el 958-227497.
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