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viernes, 24 de febrero de 2012
«Haré el teatro que me dé la gana» eldiariodeleon.es
Dos páginas de esta desconocida entrevista ilustrada con fotografías de Calvache.
efe
carmen sigüenza | madrid
El Centro de Documentación Teatral ha recuperado una entrevista con Federico García Lorca que se publicó en 1931 en el primer y único número de la exclusiva revista Miradero y que no está incluida en las Obras Completas del poeta de Granada.
Una entrevista de cinco páginas realizada por Juan de Alfarache a un García Lorca que habla de sus pensamientos sobre el teatro, los toros, el fútbol, Granada, Cuba, las actrices o su viaje a América, y que se completa con las fotografías de La zapatera prodigiosa interpretada por Margarita Xirgu, realizadas por Calvache. Tan valioso documento ha sido donado recientemente al centro por María Jesús Gómez Llano, sobrina del editor de la revista Miradero, José Gallo de Renovales.
Miradero fue un proyecto cultural de alta calidad que puso en marcha Renovales, que no consiguió sacar el número dos a la calle. Esta bella e importante entrevista se completa con un artículo del profesor Huélamo Kosma, estudioso de la obra de Lorca y director del CDT.
Juan de Alfarache abre la entrevista escribiendo: «García Lorca me tiende la mano generosamente... y su mano, extendida hacia mí generosamente, me ha significado tanto o más que sus palabras...». García Lorca empieza diciendo, entre otras cosas: «Yo siempre haré el teatro que me guste, el que siento; y lo haré como me dé la gana». Después de comentar que en julio de 1931 había vuelto de seguir un curso en Estados Unidos en la Colombia University y de haber dado un curso de conferencias en Cuba, el poeta comenta, a la pregunta del entrevistador sobre el público de Granada, que «nadie es profeta en su tierra». «Tengo un grupo de amigos —dice—, sí, es cierto que toman con el cariño de las cosas propias mis triunfos en escena. Pero Granada, que es una ciudad inteligente, es una ciudad muy fría... Lo que vale allí es el pueblo, son las afueras, el Albaicín, todo lo que hay de secular en la entraña de las gentes del pueblo. Es el pueblo de las calles». «La ciudad —continúa— es una ciudad acolchada, muerta... Ahora bien: todo carácter del pueblo vierte a raudales simpatía». Y precisa: «El único sitio donde no ha gustado Mariana Pineda ha sido en Granada». El autor de Poeta en Nueva York también habla de su primer estreno, La zapatera prodigiosa, que califica de «un hermoso pateo», y comenta dos de sus aficiones, el fútbol y los toros.
Dice que es más aficionado de los toros, pero que no tiene un torero predilecto, y del fútbol añade: «Sin que mi pasión llegue a vincularse a un equipo». «Cuando presencio un partido, unos me son más simpáticos que otros. Conquistan espontáneamente la simpatía por cualquier accidente del juego. Y deseo que gane el que más rápidamente captó mis simpatías. Voy al espectáculo deportivo sin prejuicio alguno», concluye.
Con respecto al teatro de vanguardia, el autor de El público, ese drama que considera su «mejor poema» y el más experimental junto con Así que pasen cinco años, como recuerda Julio Huélamo en el artículo que acompaña la entrevista, contesta un año después, «en términos bastantes restrictivos»: «Considero que el teatro puede ser muy atrevido; pero con una norma: que sea para todo el mundo». «Está bien algo de laboratorio, de teatro experimental; pero toda obra de teatro no debe buscar limitaciones, sino ser ampliamente para todos», decía el poeta.
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