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domingo, 18 de marzo de 2012

Granadacon la historia a cuestas granadahoy.com





En esta ciudad, la más universal y soñada de Andalucía, unas fuerzas avanzan hacia el progreso mientras otras, con la excusa de ser guardianas de su pasado, paralizan su desarrollo
ANTONIO RAMOS ESPEJO / GRANADA

Generaciones tras generaciones de Granada o de intérpretes de su historia se preguntan por el ser granadino. En esta ciudad, seguramente la más universal y soñada de Andalucía, de España, tan difícil de definir se advierte la existencia de unas fuerzas que avanzan hacia el progreso mientras otras, con la excusa de ser guardianas de su historia, paralizan su desarrollo. Hay ocasiones en las que esas fuerzas se intercambian sus papeles: bien sea para abrirse a la cultura universal para hacer valer y difundir su patrimonio; o para, con los interesados signos de la modernidad, destrozar su urbanismo. Pongamos en este caso de ejemplo ese sangrante edificio-cristalera de un banco que tapa desde la Gran Vía Sierra Nevada, el gran icono de la naturaleza de Granada y su provincia.

Por eso, cuando uno se plantea cómo es esta Granada de la que queremos hacer un balance de nuestro tiempo, partiendo de fechas históricas, como pueden marcarse la muerte de Franco, el final de la dictadura, la transición y la normalización de la democracia nos aparece, como siempre, esta Granada que lleva su historia a cuestas, como un sacrificio, anclada en el inmovilismo, o abierta al universo que representa la Alhambra y Federico García Lorca, además de Sierra Nevada, su litoral, la Universidad, el flamenco… Mientras que Granada avanza en gloria y universalidad ante la mirada del mundo que aprecia en ella el símbolo de la belleza, hay otra ciudad, que a su vez arrastra a la provincia, que vemos inmersa en la desazón, la pérdida de fuerza y prestigio, de impotencia para afrontar nuevos retos a la altura del siglo XXI. Ahí reaparece el fantasma de la posguerra, ese durísimo ajuste de cuentas entre los beneficiados de la dictadura y sus víctimas. Otra vez con la historia a cuestas. Los habitantes de las luces de los triunfadores y la oscuridad de los perdedores en todos los sentidos, del hambre, las injusticias, la emigración, la represión, que tuvo su detonante más cruel y escandaloso con la muerte de tres albañiles en la manifestación de agosto de 1970.

Antes y después de la muerte de Franco, la figura de Federico García Lorca domina la escena entre los que se resisten a perder el poder de la dictadura y de los que se arriesgan unos más que otros, a abrir el camino por el que, como en el resto de España, podrá llegar la democracia. En este ajuste de cuentas de Granada con su historia juega un papel determinante la represión, como había ocurrido con la muerte del poeta de Fuente Vaqueros.

Entre Lorca y la Alhambra. "El granadino ve las cosas con los gemelos al revés. Por eso Granada no dio jamás héroes, por eso Boabdil, el más ilustre granadino de todos los tiempos, la entregó a los castellanos, y por eso se retira en todas las épocas a sus diminutas habitaciones particulares decoradas por la luna". (F.G. L.)

Desde la pérdida de Granada, Boabdil representa una parte del ser granadino. El granadino ante la historia desde la Alhambra, desde el Palacio de Carlos V, desde el orgullo imposible, desde la nostalgia nebulosa, desde la historia despiezada… García Lorca deja abierta esa reflexión sobre los antihéroes en una ciudad que aún mira con recelo los palacios nazaríes, sin decidirse a abrazarlos como suyos, sin vencer aún la mirada cegada por códigos de religión y raza. La Alhambra, sin embargo, está ahí encima de Granada, como si fuera otra ciudad, con su presencia inapelable, recordando a quienes la construyeron y habitaron. La imagen de Granada gira por el mundo en torno a la Alhambra y el Generalife.

Quizá parte de esta Granada, que pervive desde la fractura de la conquista castellana, aún no ha asimilado que aquella otra Granada que entregó el último de los reyes nazaríes había vivido más siglos que la que representa la ciudad de nuestro tiempo. Esta Maravilla de la Humanidad, reconocida por la historia, no es, como todavía despectivamente se oye decir a algún trasnochado "patriota", "obra de los moros". Parecida reflexión nos sugiere cuando se habla del otro gran monumento vivo y universal: Federico García Lorca. Sin olvidar, que una parte de su población aceptó, o cuando menos desde un silencio cómplice, la muerte del poeta. Y todavía, cuando aparece su nombre reconocido por el mundo, queda aún esa representación de la envidia y la barbarie que trata de anteponer su categoría literaria, con un sí "pero era homosexual". La Alhambra y Lorca son los dos grandes soportes del orgullo granadino, pese a ese mal de los celos que pervive entre aquella clase de gente que no acepta el triunfo de la cultura sobre los botines o las víctimas de las guerras.

Cada "conmemoración" del día de la toma de Granada -2 de enero- por los Reyes Católicos se abre ese debate o reflexión sobre la oportunidad o no de repetir, como dice Francisco Ayala, "ese simulacro de la proclamación de su nuevo poder". En su niñez, dice el escritor granadino, cada vez que veía tremolar el pendón "se me apretaba el corazón", se inundaba de tristeza. No podía soportar aquellas escenas después de haber leído los cuentos de la Alhambra de Washington Irving. "Una amargura, por lo demás, nunca confesada a nadie".

Vanguardias de cultura y libertad. En Andalucía, y con más fuerza en Granada -y así ha de reconocerse- es donde aparece con más nitidez la vanguardia de la cultura como el motor en el que se amparan y lanzan las fuerzas políticas para abrir las brechas de la dictadura. La Universidad, aparte de otros foros clandestinos, forma parte de esa vanguardia. A ese menester se sumarán poetas y artistas de Granada. José Martín Recuerda, con Las arrecogías en el Beaterio de Santa María Egipciaca, llevará el grito de "Amnistía y libertad" por la muerte de Mariana Pineda a los escenarios de Madrid. Juan de Loxa lanza el Manifiesto Canción del Sur y Poesía 70 para denunciar cantando verdades como puños. Canta Carlos Cano que va desde Granada a Ronda, de pueblo en pueblo, con una canción que es himno y es bandera rescatada de la memoria: "Verde, blanca y verde"… Miguel Ríos vuelve a su Granada, con los el éxito del Himno a la Alegría, que lo ha encumbrado internacionalmente. Enrique Morente, el cantaor de la voz prodigiosa, se suma con Miguel Hernández al compromiso por la libertad.

Inolvidable aquel grito que aún podemos sentir cercano y que representa todavía Camelamos naquerar, la obra José Heredia, dirigida por Mario Maya. La rebelión de los gitanos contra las pragmáticas, que los condenaban a ser marcados por el hierro o el fuego de las hogueras. Un auténtico y doloroso espectáculo jondo, un grito del alma. Y aún así aparece en las fiestas del Corpus una caroca xenófoba contra los gitanos de Granada.

Homenajes paralelos. Marcando las distancias, y aunque pueda ser forzado, aquel acontecimiento del Concurso del Cante Jondo de 1922, nos llevará a recordar el homenaje a Lorca del cinco a las cinco de 1976. En el primer caso, en pocas ocasiones se ha visto un despliegue tan intenso y convincente de fuerzas de la cultura, de amantes de aquella Granada que parecía vivir una etapa de renacimiento en torno a Manuel de Falla y García Lorca. Pero había guardianes acechando. Tildado de "moderno" el cartel realizado por Manuel Ángeles Ortiz, tuvo que intervenir Zuloaga con un telegrama: "¡Cartel magnífico!". "El telegrama, como un desafío, se clava en el tablón de anuncios de la entidad y es aceptado", escribe Antonina Rodrigo.

Algo así ocurrió, aún más grave, con el homenaje a García Lorca, que organiza una comisión de 33 granadinos. La autoridad gubernativa solo permitió medio hora de libertad. No podían aceptarlo y contraatacaron con un indignante contrahomenaje con el que hicieron el ridículo.

Mientras la comisión de 1922 pretendía salvar el flamenco de sus impurezas; la de 1976, plantea en su manifiesto público reponer la dignidad del poeta en su tierra. En aquella ocasión se trabajó contra una parte de la Granada conservadora e insensible a los cambios, constituyendo el evento cultural más importante de la España de su época. En 1976, se pelea contra la dictadura, contra las castas que aún velan por el secreto mejor guardado sobre las responsabilidades de la muerte de Federico en 1936. Y en esas dos iniciativas, la razón de la cultura, de la libertad y del progreso, se impone contra los intereses conservadores y miopes de esa otra Granada que se siente presa de sus propios códigos trasnochados e inquisitoriales.

"El paladín de la libertad". ¿Por qué la represión fue tan fuerte en Granada? Miles de hombres y mujeres, de la capital y de los pueblos, no podrán olvidar a algunos de los gobernadores que los sucesivos gobiernos de la dictadura enviaban a Granada y que se empleaban con dureza extrema.

Gobernadores de ese corte, por citar los más recordados, son Alberto Leyva Rey, conocido como Carateja, y su sucesor J. M. Menéndez-Manjón. En los 28 meses que estuvo este último azote en la casa de la Gran Vía impuso más de quince millones de pesetas en multas y mandó a la cárcel a decenas de personas. En la comida que le ofrece la Granada oficial, el ex alcalde y presidente de la Diputación, Pérez Serrabona y Sanz, le dice a Menéndez-Manjón: "Tú has sido el paladín de la libertad".

Habría que haber visto al paladín y a leal servidor ante el patíbulo de Mariana Pineda. Ella sí que fue una heroína de la libertad. Otra vez Granada con la historia cuestas.

Granada ante la autonomía. La aportación de Granada a la causa de la autonomía fue importante, en defensa siempre de Andalucía. Aparte de los políticos que más intervinieron, aunque hubiera sus luces y sus sombras, la participación y apoyo del pueblo granadino fue ejemplar, tanto en las manifestaciones del Día de Andalucía, 4 de diciembre de 1977 (recordemos la muerte del joven García Caparrós cuando cayó muerto por el disparo de un policía de paisano en Málaga), como en todo el proceso del Referéndum de 1980, por el que el pueblo andaluz se ganó la autonomía por el artículo 151 de la Constitución en pie de igualdad con las llamadas comunidades históricas.

Sin embargo, otra vez apareció la mano negra de la reacción granadina, contraria a ganar la autonomía andaluza, como preconizaba el gobierno de Adolfo Suárez y su partido (UCD). Y otra vez Granada, esa otra Granada, que permitió el lanzamiento de octavillas desde una avioneta sobre la plaza Bib-Rambla en el momento en que Rafael Alberti le hablaba a los miles de granadinos allí congregados. La reacción del poeta ha quedado enmarcada para vergüenza de sus autores: "¡Qué incalificable hijoputada!".

Granada ha servido con generosidad a Andalucía. Sin embargo, no parece que haya obtenido beneficio en la misma proporción de otras provincias. Parece que Granada, o se tiene esa sensación, ha sido la gran sacrificada en todo este proceso autonómico. Esa herida se abre cuando más azota el peso de la crisis que vuelve a señalar al pueblo granadino los caminos de la emigración. ¿Por qué? ¿Y por qué vive Granada, especialmente Granada en el conjunto de Andalucía, esta situación? ¿Por qué Granada no ha tenido más industrias, más infraestructuras, por qué le llega más tarde el AVE…? Son preguntas del profesor José Cazorla Pérez; y se responde: "Porque no ha habido una clase política ni una clase social económica que presionara lo suficiente en favor de su tierra".

Las llamadas de atención del profesor Cazorla siempre van en esta dirección. Una voz interior, desde Granada. Una voz que antes de lanzar la responsabilidad de los males de su pueblo a agentes del exterior, se detiene a reflexionar sobre los males de Granada. De una Granada contra otra. No hay una ciudad, o una provincia, que tenga un monumento como la Alhambra, un poeta tan universal como García Lorca, un Sierra Nevada, que es un don de la naturaleza, como un rico litoral, como las tierras de la Vega, la Alpujarra… Como una Universidad, foto de sabiduría; como esa grandeza de flamenco, que llega a abrazar a Leonard Cohen y Enrique Morente en una sola voz universal; como tantos escritores, artistas, profesionales y emprendedores que triunfan en el mundo. ¿Tanto cuesta llevar sobre los hombros la historia, la herencia de Granada?

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