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martes, 1 de enero de 2013

¿Cómo ha evolucionado el cerebro hacia la autonomía? lainformacion.com


Nuestro cerebro es complejo en sus funciones. Y gracias a esto nos podemos adaptar al medio con autonomía. A lo largo del proceso evolutivo han aparecido sucesivamente cerebros con una, dos y tres capas, con la consiguiente necesidad de aumentar progresivamente la integración de funciones en cada una y entre las distintas capas. Para, con ello, aumentar la autonomía respecto del medio.
Así, la etapa reptiliana aportó el tronco encefálico y el cerebelo que controlan la motricidad básica y los instintos relacionados con la supervivencia. Esta capa basal tiene un tiempo de reacción de décimas de segundo y no permite un control de las respuestas, por lo que la autonomía es muy escasa. A este cerebro reptiliano debemos los hombres las respuestas automáticas viscerales.
En el hombre los estados muy vegetativos -como el proceso que va desde sentirse sediento a la satisfacción de la sed- implican de forma ordenada activación y desactivación de áreas “ancestrales” del cerebro sobre las que no tiene un control voluntario.La segunda capa encefálica, la intermedia o sistema límbico, junto con un brusco aumento de la corteza cerebral, aparece con los mamíferos. Contiene el tálamo, el hipotálamo, el hipocampo y el complejo amigdalino. Su tiempo de respuesta es más lento pero su promedio no llega al segundo. La liberación de neurotransmisores produce el efecto de frenar o acelerar la actividad neuronal y, con ello, la velocidad de la respuesta ante la emoción suscitada por un estímulo. Esto es, permite la perfecta adaptación del organismo al medio, en la que el estímulo es la ocasión, no la causa, de la respuesta instintiva del animal, según sus necesidades biológicas y siempre que esté presente el estímulo.
A esta organización deben los hombres el olfato, las hormonas, la expresión facial y corporal que comunica con nuestros interlocutores nuestro estado de ánimo, etc. Corresponden a ella fundamentalmente el procesamiento de las emociones y el recuerdo del impacto emocional positivo o negativo, placer u odio, de nuestras vivencias, que suponen un conocimiento intuitivo que se adelanta al razonamiento y nos guía para aceptar o rechazar las experiencias repetidas.
En la etapa de los primates se formó el neocortex. El aumento de la superficie de la corteza y la subdivisión de la misma en áreas especializadas lleva a la máxima complejidad el encéfalo animal y hace posible combinar los patrones acumulados de percepciones y emociones. Algunos primates tienen una conciencia primaria, “un percatarse de” meramente biológico, en presente, como lo ponen de manifiesto ciertos “estados mentales”. Como sugiere los experimentos de Gallup, y a pesar de su controvertida interpretación, contemplando su imagen en un espejo, algunos chimpancés reconocen su propia figura.
Por otra parte, reconocen inter-subjetivamente a sus congéneres. Recientemente se ha llevado a cabo un sofisticado análisis de aquellos gestos y vocalizaciones, incluida la evaluación de su valencia emocional, que permiten a los primates la vida en el entorno social de un grupo. Los videos de contenido social captaron con más frecuencia su atención, y durante más tiempo, que los vídeos de contenido no social. Más aún, los primates de este estudio prestaban más atención si las señales y expresiones faciales de sus congéneres, captadas en el vídeo, se dirigían directamente a ellos.
El despliegue de la información epigenética en las neuronas, que permite que se expresen genes diferentes, marca una trayectoria de las capacidades que siempre es paralela a la edad del individuo, e idéntica para los individuos de la especie. Siempre el paso del tiempo y las operaciones -propias de cada etapa- dejan huella en el cerebro, por lo que el comportamiento específico ante un mismo estímulo, como puede ser una situación que provoca el miedo, es diferente a las diversas edades.
Libertad humana
Por ultimo, la aparición de los hombres trae el desarrollo de los lóbulos pre-frontales, sobre las cuencas de los ojos. El peculiar funcionamiento del cerebro humano, con un sistema jerárquico de control con neuronas localizadas en áreas de la corteza pre-frontal, es presupuesto para que la autonomía respecto al medio sea en él en autonomía de sí.
Las capacidades específicamente humanas descansan sobre el control jerárquico que ejerce esta área. El humano es un cerebro racional -por la integración de lo emocional con lo cognitivo-, y tiene en cada persona como presupuesto biológico la capacidad de frenar la excitación automática. El frenado de la excitación de los circuitos neuronales rompe el automatismo de las respuestas. La liberación del encierro en el aquí y ahora se manifiesta, entre otras características genuinamente humanas, en la capacidad de abstraer al captar simultáneamente lo general y lo particular; la de dilatar en el tiempo la satisfacción de los deseos y no tener que responder inmediatamente a los estímulos que recibe. Es capaz de planificar acciones, la prever las consecuencias futuras y adelantarse a ellas. También de entender que existen otras mentes y ponerse en el lugar de los otros.
Autor: Natalia López Moratalla / Mercedes Beunza

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