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lunes, 11 de marzo de 2013

Fusiones de mágicos horizontes granadahoy.com


A este argentino afincado en Atarfe le delata su origen, al hacer visible en su obra la ancestral magia que anima todo lo Latinoamericano.
BERNARDO PALOMO 
A Miguel Carini lo delata su origen. La ancestral magia que anima todo lo Latinoamericano se encuentra presente en una obra que, además, goza de ese sentido étnico que caracteriza muchas de las obras de arte de aquel continente -aquí deben ustedes incluir, también, toda la gran Literatura Latinoamericana-. Sentimientos de mágicos desenlaces, iconografía de esquivas presunciones, elementos de muy dispar naturaleza y ecléctica configuración, son algunas de las características de la pintura de Miguel Carini que, además, se nos ofrecen con un medido sistema plástico, un domino absoluto del medio compositivo, una fortaleza pictórica fuera de toda duda, manifestada, sin fisuras, en una perfecta yuxtaposición de los distintos elementos materiales que conforman una pintura muy bien ideada y muy acertadamente llevada a la práctica. 

Miguel Carini es argentino afincado en Atarfe, forma parte, ya, de ese importante engranaje artístico que existe en Granada y en el que él ha encontrado su especial acomodo. A nosotros se nos hizo presente, gracias al profesor Fernando Martín y al artista José Manuel Darro, ambos sabios conocedores de la obra eterna del maestro Francisco Toledo que, sin duda, es referencia en la obra de Carini. Una obra que atrapa la mirada, que no deja indiferente y que transporta a espacios íntimos donde se funden realidad y ficción en un juego de absolutas complicidades. 

La exposición de Carini en la Madraza es una gran oportunidad para contemplar en toda su gran dimensión a un artista que sabe lo que hace, lo que quiere y cómo llevarlo a cabo. Su obra es de un gran eclecticismo compositivo y significativo. Por un lado, nos encontramos a un artista dominador del elemento plástico; se nota perfectamente su sabia materialización de la obra gráfica; sabe conjugar a la perfección de colores poderosos, con verdes, azules y rojos de contundencia formal absoluta, en acertado diálogo con una sutil grafía que hace vibrar el ritmo del color y potenciar el sentido de una escena perfectamente acondicionada en fondo y forma. Por otro lado, la obra de Miguel Carini hace presente un mundo lleno de referencias, de presunciones, de elementos extraídos del pozo sin fondo que es el imaginario propio del autor y esa influencia infinita que su patrimonio cultural, forjado a través de los siglos, le ha proporcionado. 

Escenas mediatas e inmediatas; fusiones mágicas donde ayer y hoy encuentran perfecta adecuación; referencias étnicas de una tierra inmensamente rica en valores y matices ilustrativos, yuxtaposiciones de escenas evocadas y muy bien trasladadas a la forma plástica. Todo un compendio de muchas inquietantes situaciones que el pintor argentino sale aderezar para componer un ilimitado juego de manifestaciones que Miguel Carini adereza en una escenografía pictórica de gran trascendencia plástica y estética. 

Los amplios estamentos representativos que encontramos en la obra de Miguel Carini en esta muy buena exposición de la Madraza -es bueno que piensen los responsables de la sala en los horarios al público, es totalmente incongruente que no se abra los fines de semana, por lo menos por la mañana- hacen participar al espectador no sólo de una extraordinaria exposición de una muy buena pintura, sino también el imaginario de un artista total que sabe rescatar escenas de mágica intensidad de la memoria, de la historia, de la cultura y de la vida de un tiempo y de un espacio con felices postulados, matices, circunstancias y propuestas visuales. 

La pintura de Miguel Carini es siempre el feliz encuentro con algo que trasciende más allá de lo que la mirada presiente.

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