La Alpujarra se uniría a Doñana, Ibiza, Teide, Garajonay y Pirineos
DANIEL OLIVARES | GRANADA
Obtener la acreditación de Patrimonio Mundial de la Humanidad en el apartado de espacios naturales no es una tarea sencilla. Pero tampoco imposible. La Alpujarra ha iniciado este reto y ya prepara el expediente de candidatura para enviarlo en los próximos tres meses a la Junta de Andalucía, la cual deberá enviar sus propuestas posteriormente, ya en septiembre, al Ministerio de Cultura, que será quien decida incluir o no a la comarca en la lista indicativa para defender finalmenteel proyecto alpujarreña ante la Unesco, organización que concede la distinción.
Un logro de ese calibre uniría a la Alpujarra granadina y almeriense a un selecto club al que pertenecen zonas tan emblemáticas a nivel planetario como el Parque de Iguazú (Brasil), las Islas Galápagos (Ecuador) o el parque más famoso de la ficción animada de la televisión, el de Yellowstone (EE UU), y que en España se reduce a cinco lugares concretos: el Parque Nacional de Doñana, el Parque Nacional del Teide, el Parque Nacional de Garajonay en la isla de La Gomera, la isla de Ibiza y el Parque Nacional Pirineos-Monte Perdido en Aragón. Los dos últimos, además, poseen la acreditación mixta, puesto que también son Patrimonio Cultural, con lo cual, como Patrimonio Natural de la Humanidad, la Alpujarra formaría un triunvirato exclusivo junto a Doñana y el entorno del Teide.
¿Qué significa entrar a formar parte de ese listado de territorios elegidos? ¿Qué beneficios obtendría la Alpujarra? El director de la Estación Biológica de Doñana, Juan José Negro, considera que sería «fantástico» para esta comarca andaluza. «Realmente es un premio y habría que darle la enhorabuena, si lo consigue», añade. Además, a su juicio, la distinción de la Unesco «es un elemento más de control de cara a nuestras autoridades y a nuestra sociedad en sí». ¿Por qué? Por una razón medioambiental relevante. La Unesco realiza inspecciones periódicas y en cierto modo, según Negro, «obliga a mantener las condiciones exigidas porque corres el riesgo de que te retiren la acreditación». Para este biólogo, adquirir ese sello de calidad «no es especialmente complicado», puesto que lo primordial es mantener «un standard de conservación». Por ejemplo, no se pueden ejecutar determinadas obras que no pasen el visto bueno de la comisión encargada de velar por la preservación de las condiciones exigidas. Juan José Negro expone un supuesto caso: «En Donaña no se podría construir una carretera que atravesara las dunas, porque no pasaría el sello de calidad de la Unesco».
El director de la Estación Biológica del parque onubense señala diversos aspectos que juegan a favor de que la Alpujarra logre la acreditación. Entiende que, a pesar de ser una zona poblada, «posee una carga histórica y un romanticismo tremendos, y unos valores naturales fantásticos, además de una arquitectura en la que se refleja esa historia». La flora y la fauna son el otro pilar sobre el que la candidatura alpujarreña puede cimentar la consecución del marchamo de Patrimonio de la Humanidad. «No conozco el listado de atributos de la candidatura, pero está claro que los endemismos del Parque Natural de Sierra Nevada son un punto a destacar», apuesta Negro.
Promoción internacional
En esta misma línea, el director de conservación del Parque Nacional de Garajonay, Ángel Fernández, incluso aconseja a las instituciones que se planteen agregar el Parque Nacional de Sierra Nevada a la propuesta, aunque esto no es algo totalmente necesario. «De forma conjunta creo que generaría más fuerza», entiende. Al igual que su colega de Doñana, apunta que el mayor beneficio para la comarca sería «el sello de calidad» que otorga la acreditación, así como «la promoción internacional que supone». Porque si medioambientalmente implica una garantía de preservación, turísticamente también se obtienen beneficios. «El turista que llega al lugar sabe que está en un sitio de excelencia y eso para el lugar es una situación de privilegio».
En este aspecto también coincide con Juan José Negro, quien llama la atención sobre el tipo de turista que se guía por el listado de Patrimonio Mundial de la Humanidad para organizar sus viajes. «El hecho de que la Alpujarra entre a formar parte de este selecto club va a atraer a un turista especial, diferente. Conozco a muchos españoles que en sus desplazamientos buscan estos sitios especiales. Y a nivel internacional es una forma de turismo elegida por muchos americanos y europeos, personas que buscan calidad y lugares selectos. A mí mismo me ha pasado que he elegido mi destino de vacaciones porque sabía que se trataba de un lugar con este sello», detalla el biólogo.
La Alpujarra no debe esperar ayudas económicas especiales o fondos de cualquier institución como la Unión Europea, aunque sí es posible que la acreditación ayude a que las administraciones concedan algún tipo de financiación adicional, pero nada para tirar cohetes, menos aún en la coyuntura económica actual. «Normalmente, las zonas que se benefician de algún tipo de ayuda internacional son los lugares del Tercer Mundo, que pueden llegar a conseguir financiación del Primer Mundo para determinados proyectos». Así ha ocurrido por ejemplo en Cabo Verde, en la ciudad antigua de Santiago o La Habana vieja. Según Fernández, la distinción genera otra clase de beneficios, quizás más importantes, «como condicionante para ayudas locales o para la conservación de los valores naturales del lugar, puesto que los gestores están obligados a su preservación».
En cualquier caso, los beneficios que ha generado para Garajonay son difíciles de cuantificar por separado, puesto que este área de La Gomera está calificada además como Reserva de la Biosfera, otro sello de calidad que se une al propio de Parque Nacional. No en vano, fue el primer lugar de España en recibir la acreditación de Patrimonio Natural de la Humanidad. «Data de 1986 y es difícil saber hasta qué punto está relacionado. Pero sí es cierto que en las encuestas que realizamos un porcentaje de los turistas comentan que han escogido Garajonay como destino porque sabían que era Patrimonio Mundial. El público en general no diferencia mucho, pero hay un tipo de turista que sí lo observa como un lugar más exclusivo», explica.
Sobre la Alpujarra, Ángel Fernández indica que «en sí misma es muy conocida» y el reconocimiento haría «que cada vez se conociera más». «Yo la conozco y me la he 'pateado' bastante. Tiene detalles como los sistemas de riego que es un ejemplo espectacular de relación de su población con su territorio», piropea.
Implicación de la población
Para colgarse el sello de Patrimonio Natural de la Humanidad, la candidatura alpujarreña deberá atravesar un proceso que, dependiendo, puede alargarse entre tres y cuatro años, según se vayan cumpliendo requisitos y según se movilicen las administraciones, instituciones, asociaciones y la propia población de la Alpujarra. El director del Parque Nacional del Teide, Manuel Durbán, considera muy relevante el pilar de la propia sociedad del entorno. «El orgullo de la gente por el lugar que habitan y su implicación es muy importante. A nosotros nos ayudaron mucho las miles y miles de firmas que recogimos en toda la isla de Tenerife y en el archipiélago canario», recomienda.
Ahí radica el principal beneficio que observa Durbán cuando un destino es acreditado como Patrimonio de la Humanidad. Como sus colegas de Doñana o Garajonay, matiza que la distinción «no conlleva ningún aporte económico por parte de la Unesco», porque la organización «tiene previstos fondos para sitios declarados como Patrimonio que estén en peligro». Por un lado, considera que lo más importantes de recibir la consideración «es el reconocimiento, el prestigio internacional». Por otro, la calificación actúa «como una especie auditoría externa» puesto que el lugar deberá cumplir «un plan de eficiencia para evitar desastres o actuaciones que conlleven peligro para el sitio». Pero, sin duda, Durbán cree que lo más beneficioso es la concienciación que adquieren los vecinos sobre la importancia del lugar donde viven. «Todo el proceso -que en el caso del Teide se extendió durante cuatro años aproximadamente- genera una fuerte campaña popular, por la implicación de la población del entorno, de las personas que lo habitan. No solemos prestar atención a lo que tenemos alrededor y obtener el reconocimiento supone un indudable orgullo para la población. Esto sirve para mejorar el lugar y para que sus habitantes se hagan corresponsables de su conservación. Obviamente, el prestigio internacional de cara al turismo es importantes también», indica.
Hay un factor que puede jugar en contra de la Alpujarra, pero que Durbán considera superable. España es el segundo país del mundo con más lugares declarados Patrimonio Mundial de la Humanidad y la Unesco mantiene una tendencia a equilibrar en los últimos años, según los conocedores de la materia. No obstante, el listado español es amplio en el apartado cultural, no así en el natural. Esta circunstancia puede ayudar a la comarca alpujarreña en su objetivo de convertirse en el quinto elemento del selecto club ibérico Patrimonio Natural de la Unesco.
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