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sábado, 31 de agosto de 2013

El corazón de Andalucía ideal.es

El sur de España guarda en su interior paisajes de impresionante belleza y un interminable catálogo de actividades para lanzarse a la aventura en pleno verano. Desde el Mulhacén a la Cueva del Gato
Los baños árabes de Córdoba, herederos de la tradición islámica. / Rafael Carmona

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 baños árabes de Córdoba, herederos de la tradición islámica. / Rafael Carmona
Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar y el caballo en la montaña. Cuando el instinto granadino de García Lorca juntó los versos del Romance Sonámbulo, puso el verde, el viento y las ramas antes que el mar. Y justo después aparecen de nuevo el caballo y la montaña. Aquel poema que traslada al mundo de los sueños lorquianos podría valer, y de hecho ha valido, para invitar al viajero a descubrir la verdadera grandeza y diversidad de Andalucía. Y soñar despierto.
Aunque el sur de España debe buena parte de su interés turístico a los evidentes encantos de su costa, el sol ha eclipsado otros atributos naturales de esta comunidad que no se encuentran en primera línea de playa y que cada vez reivindican con más fuerza el protagonismo que merecen.
Así, para aquellos que no sólo quieren meter en la maleta el bañador, Andalucía ofrece un sinfín de actividades que abarcan desde el turismo interior al alpinismo, la espeleología, el senderismo, el vuelo sin motor, el surf, la caza, la pesca e incluso el automovilismo. A la carta.
Y es que, si las arenas más templadas se encuentran en Granada, también allí baten records, y vaya que si sobresalen, el Mulhacén y Veleta, las dos cumbres más altas de la península y dos puntos de visita obligada para los amantes del alpinismo o simplemente de la montaña. No es el único lugar para ponerse las botas. También en la_Sierra de Filabres y en Tabernas (Almería) o en el desfiladero de los Gaitanes (Málaga) se puede practicar la escalada. Paradores, albergues y refugios aseguran techo, pero para los que prefieran dormir al aire libre no faltan bien dotados terrenos de acampada en Sierra Morena, la cordillera Bética, Cazorla, Segura, Grazalema o los Picos de Aroche.

Por tierra y por aire

Parador San Francisco en La Alhambra./ Alfredo Aguilar
Para caminar sobre llano, a pie o en bici, tanto los parques naturales de interior como las reservas naturales garantizan visiones casi sobrenaturales. Tres ejemplos: Doñana, el sendero de Félix Rodríguez de la Fuente que discurre por dieciséis kilómetros de pista natural en Cazorla o la Alpujarra de Granada, donde se practica el sendereismo blanco con raquetas para andar sobre nieve. Buitres, águilas, jabalíes o ciervos saludan al caminante.
También pueden admirarse desde el aire, mediante el vuelo libre y sin motor. Antequera (Málaga), Carmona (Sevilla) o el Parque de Cabo de Gata-Níjar constituyen entornos excelentes para vivir la experiencia del parapente o el ala delta
Los paiasjes de Andalucía, no obstante, ocultan interiores igual de fascinantes. Los aficionados a explorar las entrañas de la tierra tienen a su disposición grandes formaciones calizas, grutas, cuevas y simas. Por mencionar algunas: la Cueva del Gato (Málaga), la de los Murciélagos de Zuhueros (Córdoba) o las de Sierra de Aracena (Huelva). Sin olvidar la de Sorbas, en Almería, una de las coordenadas más estimulantes para quienes quieren llegar al corazón de la naturaleza.

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