Páginas

viernes, 2 de agosto de 2013

"Los ordenadores escribirán libros y harán cine sin intervención humana" granadahoy.com

El director del grupo de Biomimética de la UMA que ha creado el primer ordenador en el mundo capaz de crear música pone rumbo a Silicon Valley para buscar inversores.
ENCARNA MALDONADO

Francisco Vico, en una imagen tomada en su despacho. / JAVIER ALBIÑANA
Francisco Vico (Barcelona, 1967) es un poco dios. Sus criaturas copian la naturaleza. Igual que los seres vivos son el resultado de un doble proceso embrionario y evolutivo, sus aplicaciones informáticas surgen a partir de un elemento simple, alcanzan por sí mismas formas complejas y solo sobreviven y se reproducen aquellas que mejor se adaptan al medio. Su última obra tiene nombre propio: Iamus, un ordenador que invade un territorio vedado a las máquinas: la creatividad musical. Con su invento bajo el brazo se ha plantado en Silicon Valley. Tiene tres alicientes: una tecnología única en el mundo, la falta de dinero para investigar en España y dos hijas pequeñas que quiere que crezcan en un entorno bilingüe. 

-La combinación de computación y biología es el último grito en ciencia. Se utiliza para comprender los mecanismos genéticos del cáncer o para predecir el comportamiento de la Bolsa. ¿Cómo llega usted hasta la música? 

-El científico por naturaleza es curioso, infantil en cierta medida y cuando algo capta su atención tira por ahí. Eso fue lo que ocurrió porque yo no soy músico, no sé leer una partitura ni tocar un instrumento. Un día estábamos jugando con nuestras estructuras de vida artificial, nuestra verdadera línea de trabajo: planteamos unas físicas, creamos unos problemas y esas estructuras que viven ahí tienen que evolucionar para solucionar los problemas por sí mismas. Partiendo de una estructura muy simple cuando conseguimos varias generaciones sale algo que parece que ha sido diseñado, pero sólo es un cúmulo de mutaciones. Una de esas estructuras la mapeamos y la convertimos en frecuencias audibles. 

-¿Qué se oía? 

-Salió una música electrónica rara pero con ciertas cosas interesantes. Eran como ideas musicales que evolucionaban y eso es básico en los géneros musicales populares. En el siguiente intento en vez de frecuencias utilizamos notas y así fuimos desarrollando una tecnología base que fue suficientemente importante como para que el pianista y compositor Gustavo Díaz-Jerez se uniera al equipo. Intentamos hacer una partitura que fuese indiferenciable de la que hace el ser humano en la música clásica contemporánea. 

-'Nature' y la Sinfónica de Londres se rindieron a sus pies.
 

-Música con ordenador se ha hecho desde los años 50 del siglo XX. La diferencia de Iamus es que, por primera vez, un ordenador ha creado su propio estilo y ha compuesto en él. Ese estilo propio es el que hizo que Nature se interesara por este tema y que The Guardian publicara un amplio reportaje y un test de Turing [prueba para demostrar la inteligencia de una máquina], un reto en el que aparecían cinco obras contemporáneas y durante un mes en internet se preguntaba cuál era la compuesta por el ordenador. Sólo el 25% acertó y teniendo en cuenta que el 20% se obtendría simplemente respondiendo al azar, demuestra que se camufló muy bien entre las composiciones hechas por personas. 

-Un salto cualitativo 
- La clave fue combinar de manera acertada la embriología [desarrollo de un organismo a partir de una célula] con la evolución, porque se consiguen algoritmos con una capacidad expresiva tremenda, es decir se logra que el ordenador sea capaz de crear. Cuando Deep Blue gana a Kasparov en 1997 hacía años que se veía venir. Era una cuestión de tiempo porque la Curva de Moore nos decía que la capacidad de computación se dobla cada dos años. 

-Pero a Iamus nadie le esperaba. 

-En el caso de la creatividad a la gente le ha pillado con el pie cambiado. No lo esperaban porque no está asociado a la capacidad de cómputo, sino al desarrollo de algoritmos novedosos. 

-Aquí hay una parte muy potente de investigación básica 

-Sí, en biología artificial. 

-Pero, ¿para qué sirve todo esto? 

-Para cine, videocreación para... ¿Imaginas cómo sería si en vez de guardar un fichero de texto se guardara la idea que produjo ese texto y modificando un poco la idea saliera otro nuevo. O ¿cómo sería si el músico guardara en vez de la partitura la idea? Todo eso lo podemos hacer ahora porque los ordenadores tienen esa capacidad creativa. Algún día escribirán textos igual que ahora hacen música, harán películas para nosotros, nos entretendrán sin intervención humana alguna. Harán prácticamente lo que hacen los creativos humanos. El avance principal está en que los ordenadores entran en un campo del ser humano que hasta ahora se consideraba sagrado: la creatividad. 

-El año pasado la Orquesta Sinfónica de Londres grabó obras compuestas por su criatura. 


-Es el primer CD hecho con inteligencia no humana. Es decir, las partituras que se pusieron delante de un violinista, un clarinetista, un pianista, una soprano y la Sinfónica de Londres no contenían ni una sola traza de intervención humana. 

-¿Cuándo empezaron la investigación? 

-En 2008. La primera financiación la conseguimos con dos proyectos del plan nacional de I+D en 2010. Durante dos años le dediqué mi tiempo personal, quedándome por las noches o durante las vacaciones, picado por ver hasta dónde llegaba y Gustavo igual. Después propusimos el proyecto en el área de la salud para musicoterapia y en el área de contenidos digitales y llegaron los proyectos. El de salud ha sido el más importante de la Universidad de Málaga en investigación, recibió 1,3 millones de euros. También hemos tenido el apoyo de Unicaja, que nos dejó el Conservatorio María Cristina para grabar, de la Orquesta Filarmónica de Málaga y muchísimo de toda la Universidad de Málaga. 

-Ahora han creado Melomics, una spin-off y dice que quiere cambiar el mundo de la música. Como ingeniero le ha ido bien. ¿Qué tal como empresario? 


-Pues muy bien. No es una empresa habitual. Las empresas surgen dando una solución a un problema y lo nuestro es muy salvaje, muy arriesgado. Es decir ¡ostras! ¿Y si hacemos un ordenador capaz de hacer lo mismo que el ser humano en un sector cómo la música? 

-Acaba de Llegar de Silicon Valley donde ha estado con su criatura. ¿Qué tal la experiencia? 

-Brutal. Yo pensaba que lo había visto todo, pero qué va. Allí se está cocinando el futuro. 

-Pero usted ha ido, dice, con una tecnología de primer orden. 

-Sí, sí, con una tecnología muy nueva, muy salvaje para buscar capitalización. La experiencia ha sido tremenda. El Valle tiene una efervescencia tremenda. Todo el mundo está a todas horas haciendo contactos. En las TIC es como jugar una final de Champions cada día. Además he tenido una mucha suerte. Fui invitado a Scifoo, esto lo organiza O'Reilly, la editorial más importante en informática, junto a Nature y Google. Bajo invitación expresa e intransferible, se reúnen como 250 personas entre científicos, tecnólogos, reporteros, astronautas, políticos, de todo. Es lo que se llama una unconference, pero también es un punto de encuentro de Google con gente que, a fin de cuentas puede cambiar el mundo. Allí estaban Sergey Brin y Larry Page [fundadores de Google] dando paseos para que la gente fuera a contarles lo que quieren hacer. 

-¿Y qué les dijo? 
-Que queremos cambiar el mundo de la música. 

-¿Es fácil cazar inversores? 

-Lo importante es que he conseguido identificar los fondos de capital riesgo que se adaptan a lo que hacemos y contactos en Google, Google Research, Google X y Google Science. Lo nuestro es lo que allí llaman un moon shot, un disparo a la luna. Eso, por ejemplo, lo hace Google X con el coche que se conduce solo o las gafas con internet. Son las ideas más locas, más radicalmente nuevas y esta lo es. Imagina un ordenador que hace miles de millones de canciones en unos meses, que consigue 50 veces el repositorio musical más grande existente hoy día. Imagina que dices que tienes eso y que es música libre de derechos de autor, que no hay que pagar royalties, que no tienes que pasar por negociaciones con discográficas, que lo puedes distribuir de cualquier manera, y sintetizar de cualquier forma para, por ejemplo, tener una versión alegre o triste, dependiendo de tu estado de ánimo. 

-¿No ha venido nadie con un maletín dispuesto a comprar su silencio? 

-No porque hasta ahora no hemos dado el campanazo. Que haya salido un CD compuesto por ordenador no preocupa. Dirán: Son los académicos que hacen estas cosas raras, es música contemporánea y eso no interesa. Hasta ahora no hemos dado motivos de preocupación, pero imagina que Google se pone detrás de esa tecnología. 

-Porque de otra manera no es posible. 

-Se sabe científicamente que la musicoterapia funciona: reduce la ansiedad como se ha visto en la música para exámenes o para casos de alergia, como hicimos para el Materno, además del estrés, la alteración del sueño y que reduce la sensación de dolor. Pues si yo con todo esto quiero montar una empresita de terapia musical no puedo. El margen que me dejan los royalties no me deja beneficios. Ni Pandora ni Spotify logran beneficios aunque tengan millones de usuarios diarios. Las discográficas están haciendo algo muy irresponsable porque la música, a pesar de lo que nos han vendido en el último siglo, no es algo para el entretenimiento, es sobre todo una necesidad fisiológica del ser humano, es buena para el organismo. 

-O sea, que la industria está reteniendo algo imprescindible para el ser humano. 


-Sí, efectivamente. Con el rollo de los derechos de autor no se pueden poner en marcha esos servicios, no se puede utilizar la música para nada que no sea entretenimiento. 

-Con lo cual usted necesita alguien capaz de asumir riesgos que, además, respete bastante poco el statu quo.
-Sí, tiene que ser gente con ganas de cambiar el mundo y la posibilidad de que haya detrás escondida una discográfica que en vez de ayudar perjudique, existe. Ya pasó con el coche eléctrico. General Motors compró todas las patentes sobre baterías eléctricas y las quitó del medio. Compró todos los tranvías de la época y los quitó del medio también y todo el mundo en coche de gasolina. 

-Las políticas de financiación de I+D que confiesa que tanto contribuyeron a este proyecto están cambiando rápidamente. ¿Está la ciencia en riesgo? 

-Se están cargando el ecosistema. Es como si en un ecosistema eliminas ciertas especies y esperas que el resto siga adelante. Es dramático. Había gente incorporándose al sistema de ciencia y tecnología, creando grupos de investigación y de buenas a primeras se han quedado sin dinero para comprar material o para contratar personal. La consecuencia es que todo se desmorona. Reconstruir lo que se está destruyendo nos va a costar décadas. 

-La teoría de la evolución dice que sobreviven los mejores. 

-Estadísticamente. Si yo, en vez de empezar en 2008, empiezo en 2010 no hubiera logrado financiación. Además, yo casi siempre voy en proyectos con empresas porque es la cultura en la que me he criado. La Universidad de Málaga, desde que la rectora era vicerrectora de Investigación, lo ha potenciado mucho, pero ahora se proponen unas condiciones económicas que no interesan a las empresas y esa es otra manera más de recortar pero sin decirlo abiertamente. 

-El clamor es general. Fíjese cómo está el CSIC, pero nada se mueve. 

-La gente trata de sobrevivir como puede. Yo cojo mi maleta y me voy a Silicon Valley a ver qué veo allí. Este panorama me obliga a poner toda la carne en el asador de la empresa porque yo estaría perfectamente manteniendo mi grupo de investigación. 

-¿Cómo está ahora mismo su equipo? 

-Muy reducido, queda la mitad de la gente, unos 15. 

-¿Y la marca España cómo se ve en Silicon Valley? 

-Ahora mismo fatal porque todo el mundo sabe la que se ha liado con la corrupción. 

-O sea que en uno de esos fines de semana en Google le preguntan... 

-Afortunadamente son discretos, pero como el tema salga... 

-¡Qué bochorno! 

-Sí, sí, es bochornoso porque es que te lo dicen, te dicen que tenemos una clase política que es una vergüenza. 

-Vuelve en septiembre.

-Sí, para un para de años. Estamos en una incubadora de empresas llamada Spain Tech Center, donde, por cierto hay varias empresas de Málaga. Hay muchas vascas, alguna madrileña y alguna catalana. La representación de Málaga es proporcionalmente alta. 

-¿Que tienen que ver el Parque Tecnológico y Silicon Valley? 

-Mucho: se complementa con la universidad, está bien comunicado, con el aeropuerto cerca, y hay inversores extranjeros en la Costa. Además en Málaga tenemos buen clima y es un sitio agradable para vivir... Lo que no se da es el idioma y eso es lo primerísimo que habría que cambiar porque si no tendremos unas limitaciones enormes. Es una desventaja clarísima. Tuve que contratar a una profesora nativa en el grupo para que enseñara a mis chicos a escribir los artículos en inglés. Creo que primero tenemos que arreglar el problema del idioma, conseguir que los chavales sean bilingües y después ya nos ocuparemos de educación para la ciudadanía, matemáticas o lengua. Esa mentalidad de yo soy de Málaga y es lo mejor hay, debemos que cambiarla. Tenemos que salir fuera. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario