En 1996 este irlandés cambió Londres por Granada, pero ha mantenido su profesión de reparador de pianos y su profunda afición teatral. Pronto estrenará 'Sublime decisión'.
ANTONIO ARENAS | GRANADA
Desde Huétor Santillán se desplaza a cualquier punto para reparar pianos. :: A. A.
Patrick habla español, despacio, bajito y con acento irlandés, como no podía ser de otra manera. Llegó a Granada en 1996 y cinco años más tarde fijaba su residencia en Huétor Santillán, donde todo el mundo le conoce como Paddy. En este pueblo granadino saca adelante a su familia con la reparación de pianos antiguos y modernos. El resto del tiempo lo dedica a su otra gran pasión: el teatro, que fue el que le trajo a este pueblo.
Paddy espera en la plaza de La Ermita, que los vecinos han renombrado con humor como 'La Moncloa', por aquello de que aquí se reúnen los mayores diariamente y echan largas horas debatiendo. Por la céntrica calle del Agua nos dirigimos hasta la calle del Horno, en cuyo número 14 se encuentra el taller donde este irlandés realiza la reparación de pianos.
«Nací en el Oeste de Irlanda, en un sitio llamado Ennistymon, en 1960. Mi padre era granjero y debido a las mala situación económica de los años 60 decidió trasladarse con la familia a Londres. Yo tenía 8 años y allí residí hasta 1996», explica. Ya por esa fecha tenía muy claro que «no quería vivir en una ciudad cualquiera». Entre sus preferencias estaba el Sur de España, donde había recalado en numerosas ocasiones en bicicleta. Ello le sirvió para conocer mucha gente y percatarse de que había grandes similitudes en cuanto al carácter con la de su pueblo de nacimiento, por lo que pensó que «si surgía alguna oportunidad vendría aquí». Durante su período londinense comenzó a interesarse por el teatro, pero comprendió que para poder vivir necesitaba una profesión que le permitiera obtener ingresos y así es como entra a trabajar en un taller de restauración de pianos.
Dos hijos
«Quería casarme y era impensable tener hijos en Londres, pues no es una vida para niños, allí no pueden salir solos a la calle. Por ello decidí venir a un país donde hay seguridad. Veo que están contentos, el mayor tiene 16 años ya y el más pequeño 10», dice. La elección de Granada obedeció a que conocía la existencia de una empresa dedicada a la fabricación de pianos. A través de una amiga galesa residente en Granada pudo conocer la localidad de Huétor Santillán. «Me pidió que le acompañara para que viese lo que hacía ella y me invitó a dirigir la ópera 'La coronación de Popea' de Claudio Monteverdi, que fue presentada en Huétor Santillán. Reconoce que por entonces su español era bastante deficiente hasta el punto de tener dificultades de comprensión, pero que «tras un año o dos sin hacer teatro tenía muchas ganas de empezar». Ocasión que se le brindó en este pueblo al entrar en contacto con un grupo de teatro al que comenzó a dirigir por lo que, tras los primeros ensayos, decidió trasladarse con su familia. Reconoce por ello que la «culpa» de que viva en Huétor-Santillán la tiene el teatro: «Pues que yo sepa hay solo dos o tres pianos, por lo que no podría vivir de eso».
Llegó en 2001. Desde aquí se desplaza a cualquier punto de la geografía andaluza o de otras comunidades para llevar a cabo la reparación de pianos: «Yo voy adonde está el trabajo». En otras ocasiones le llevan el piano a su taller, donde hay días que no tiene trabajo y otros tiene que dedicarle hasta 15 horas para poder cumplir con la fecha acordada. «Aunque parece un trabajo muy sencillo no lo es y los dueños a veces tienen mucha prisa», puntualiza. Curiosamente, el origen de esta profesión vuelve a fusionarse con su pasión teatral ya que, según aclara, aprendió en un taller de Londres. «Cuando tenía 15 años participé en una representación del musical 'West side story' y mi director era reparador de pianos. Yo empecé a hacer ambas cosas por lo que se convirtió en mi doble maestro. Sigue en Londres, está jubilado, pero sigue siendo mi maestro». Recuerda que cuando llegó a Huétor Santillán llevaban muchos años haciendo teatro y que la primera obra que él ayudó a montar fue 'El médico a palos' de Molière, a la que han seguido otras muchas representaciones con el grupo La Garita. Obras que le han servido para aprender el idioma y contar con más libertad para seleccionar otras más cercanas, como la que ahora prepara, titulada 'Sublime decisión', de Miguel Mihura.
Como en su hogar
Admite su satisfacción al saber que con su labor se ha incrementado el interés por el teatro. También reconoce que la acogida en Huétor Santillán fue 'perfecta' desde un principio y que le hizo recordar su infancia en Irlanda ya que es un pueblo más o menos igual en lo que se refiere al número de habitantes. «Me sentí en casa enseguida, aunque no entendía bien cuando hablaba la gente, veía que se saludaban, cosa que no sucedía en Londres y lo echaba mucho de menos. Para mí es mi hogar, ojalá me pueda quedar aquí siempre», afirma.
Precisamente, otro hueteño de adopción, Pacurri Martínez, lo califica de un «genio» al que fue conociendo poco a poco, primero de saludar por la calle, más tarde, tras la primera representación comenzó a ayudarle para que su trabajo como director teatral fuera conocido fuera de Huétor Santillán, pues ha descubierto el «talante interpretativo de muchos hueteños y hueteñas», sin desmerecer en absoluto la labor que había realizado el director anterior, José Antonio Rodríguez. Uno de esos vecinos que ha descubierto sus cualidades interpretativas es Luis Rodríguez, 'El de la Posaílla', que con anterioridad nunca había hecho teatro y que ahora está encantado.
«Me gusta mucho, pero no me veía capacitado para actuar. Tras un encuentro casual con Paddy a través de un amigo, descubrí cosas que desconocía», indica para continuar informando que la primera obra que representó con Paddy fue 'Arsénico por compasión', a la que le siguió «otra más difícil», 'La metamorfosis' de Fran Kafka; 'La olla de potaje' y ahora, 'Sublime decisión' que estrenarán el 28 de septiembre en Huétor Santillán, y que, como alguna de las anteriores, también espera poder representar en otros escenarios, e incluso en, el Isabel La Católica.
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