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viernes, 20 de septiembre de 2013

"Los cursis deterioran el idioma, nunca los catetos" granadahoy.com

Escritor, diplomático y abogado del lenguaje, sigue ejerciendo como embajador de España para la diplomacia cultural, sin remuneración alguna.
JUAN P. SIMÓ | 
El marqués de Tamarón posando con la zona del Barrio Bajo y el río Guadalete al fondo. / Ramón Aguilar
Ha vuelto algunos días este hombre de look inglés y apellidos bodegueros a su patria chica para dar su lección en la Cátedra del Vino y a su palacio en Arcos, en lo más alto de la vertiginosa peña. Santiago de Mora-Figueroa Williams, IX marqués de Tamarón (Jerez, 1941), escritor, diplomático y abogado del lenguaje, sigue ejerciendo como embajador de España para la diplomacia cultural, sin remuneración alguna. Invierte sus ratos libres en la lectura y largas caminatas por la sierra de Guadarrama o Ronda. Está casado y tiene dos hijos.

-Mira por dónde yo soy también otro niño del destierro. De Jerez a Madrid.

-Es la condena del exilio a una edad temprana. Sigo de acuerdo con la frase de Saint-Exupéry de que "la patria verdadera del hombre es su infancia". Llegas a una ciudad sin bodegas, sin esos sabores y olores, sin  esas palabras.

-El andaluz. Un concejal de Mijas ha editado un Diccionario sobre el andalú.

-El andaluz es un acento poco estricto pero tiene una sintaxis y un vocabulario que son estrictamente castellanos, muy superiores de hablar al censo de la Península. Nosotros no caemos en el leísmo, ni en el laísmo como hacen los castellanos. Usamos palabras más castizas y a la vez con más noble antigüedad que los castellanos.

-¿Le han humillado por hablar andaluz?

-Humillarán a los tontos. Yo no he renunciado a mi condición de andaluz. Y si a veces me expreso con acento castellano en determinadas funciones profesionales donde tengo que hacerlo, lo hago. En otras, desde luego, no. La primera vez que salí en televisión me vio mi padre y después me dijo: ¿Qué pasa?, ¿que te avergüenza nuestro acento andaluz? No lo he olvidado nunca. El andaluz, con el  acento andaluz suave, no zafio, es el mejor. Hay políticos andaluces que hablan un español precioso. No han renunciado a su acento y consiguen hablar el español con gran donosura.

-¿Cómo anda de salud nuestro idioma? 

-El mayor problema es que ha aumentado el número de cursis y ha disminuido el de catetos. Los catetos siempre hablamos bien. Siempre. Y los cursis siempre mal. Está eso de Antonio Machado, que dice: "A ver, niño, pónme en lenguaje poético los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa". Aún hablan así. A muchos nos irrita. Y muchos que hablan bien y dicen lo que pasa en la calle.

-¿Los políticos deterioran el lenguaje?

-El lenguaje lo deterioran las pretensiones de los cursis. Ahora, ¿dónde hay más cursis?,  ¿en la banca, en la política, en la televisión...? No lo sé. El cursi es el más dañino, para la lengua y el gusto en general que ningún otro espécimen zoológico.

-¿La crisis ha influido también en el idioma? 

-No se me ha ocurrido nunca. Pienso que hemos descubierto una nueva jerga económica, que usamos a veces bien, a veces mal, pero siempre con la pedantería, la cursilería.

-¿Perjudican las políticas de enseñanza de los nacionalismos?   

-Más que una perjuicio para la lengua española, es un perjuicio para los hablantes de ese habla. Aquí hay un error básico. No entro en el asunto político del separatismo, del que tengo ideas propias de que es una locura, pero no me provoca. Se cree en la cuestión lingüística que es muy fácil hablar más de una lengua. Eso no es cierto. Sin embargo, se puede hablar una lengua muy bien sin ninguna cultura escrita, pero hablar más de una bien requiere unos conocimientos y una cultura bastante sólidas. Hablar tres, castellano, catalán, vasco o gallego, e inglés, requiere un trabajo muy considerable. Primero hay que conocer la lengua amateur de uno muy muy bien. Y eso no se está consiguiendo.

-¿Por qué ha fracasado Madrid en la carrera a los Juegos Olímpicos? 

-Se ha hecho todo lo que se podía hacer con tres gobiernos. España tenía muchas condiciones innegables para haber tenido éxito en esta operación. ¿Por qué ha salido mal? Yo no creo en las vastas conjuras, en las teorías conspirativas. Creo que fuimos ingenuos.

-¿El presidente de un gobierno debe saber hablar  inglés? 

-Eso es útil, pero hay intérpretes y traductores simultáneos. A veces, los intérpretes se utilizan sin necesidad alguna. En el famoso pleito del sherry, Manuel María González Gordon, que era un hombre bilingüe, exigió un intérprete porque le daba más tiempo para pensar. Y tenía derecho. Lo otro, pues sí, es útil pero no imprescindible. Los ingleses no suelen hablar otra lengua que la propia, los americanos tampoco.

-Cuando llega de Madrid y descubre su ciudad, ¿no le provoca lástima?

-No tengo la impresión de que ni Andalucía ni cualquier otro sitio vayan a peor. Pero, bueno, estamos en Andalucía, estamos hablando de Cádiz, una de las provincias con mayor paro de Andalucía, y por tanto de España y de Europa. Esto no se puede tomar a broma. Es una tragedia causada por un fracaso. Y no diré más. 

-¿Internet acabará con los periódicos?

-Hay mucha gente que cree que eso ya ha ocurrido. Yo miro por las mañanas de mi  insomnio matutino y veo los periódicos de varios países... Que eso es una pérdida de tiempo, vaya, porque habría que leer menos y con más atención. Lo que ocurre es que uno sucumbe a la facilidad de la urgencia.

- ¿Y las tablets?, ¿sobrevivirán al libro? 

-Nunca he leído un libro en soporte digital ni me tienta nada hacerlo. Pero cuando veo que ya no me caben los libros, me angustia. Es más fácil un soporte digital. Ahora, los que somos aficionados a la música hemos visto ya cómo ha cambiado el soporte repetidamente. Pero, ¿y si eso se me cae un día?, ¿y si se borra? Yo qué sé. Mientras que esos libros, a no ser que metas fuego a la casa… ahí están. Y llevan ahí mucho tiempo, con notas de mi padre o de mi abuelo.

-¿Qué le inquieta ahora?

-Me horrorizan los incendios. Me parece otra tragedia igual de grave que el paro, pero que no interesa a la gente, sale gratis. Me produce angustia, porque es significativo que un país tenga un espanto como ese y se encoja de hombros. Más que pirómanos, yo les llamo  supuestos criminales o hideputas.

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