Este economista defiende una sociedad civil española con más músculo y menos dependiente del Estado. El primer paso para ese objetivo es poner orden en nuestro tiempo.
PEDRO INGELMO
Ignacio Buqueras (Reus, 1942), presidente de Arhoe (Asociación para la Racionalización de Horarios Españoles), está viendo los frutos de una batalla que empezó hace 25 años, cuando creó una fundación para una sociedad civil española con más músculo y menos dependiente del Estado. En aquella época apareció la necesidad de que el primer paso para ese objetivo era poner orden en nuestro tiempo. Ese caos, en parte, viene de estar desplazados de nuestro horario solar. En sí, es toda una teoría económica y social. Está más cerca que nunca de hacerla realidad.
-Se empeña en que tomemos té a las cinco.
-Tanto como eso no. A nosotros nos corresponde el horario solar de Greenwich y no es el que tenemos porque, al contrario que el resto de países, tras la II Guerra Mundial no regresamos al horario que se abandonó para evitar confusiones con el horario de Berlín. Somos una singularidad, vivimos en el tiempo de hace 75 años.
-Esto afecta a las costumbres. ¿Qué vamos a hacer con la siesta?
-Es que la siesta de la que hablaba Cela, la de pijama, padrenuestro y orinal, es un tópico español. De los 46 millones de españoles, ¿cuántos hacen esa siesta? Muy pocos. Abogamos por lo que recomiendan los médicos del sueño, diez o doce minutos para recuperar fuerzas. Una cabezada, sí; pero no una siesta de pijama y orinal.
-Con el horario europeo que proponen se cargan el cuchareo. Cocido, berza...
-Son platos que están muy bien para el fin de semana, pero no para una jornada laboral. El almuerzo tendría que reducirse a no más de 30 o 45 minutos. Suficiente para una dieta mediterránea.
-Le he leído que hacemos jornadas laborales tercermundistas.
-Somos líderes de Europa en horas de trabajo y también somos líderes en baja productividad. Eso es lo que es tercermundista, el presentismo. Estamos en el centro de trabajo para que se nos vea, pero eso no quiere decir que estemos trabajando. Hasta que el jefe no se va, no nos vamos. Proponemos un cambio de cultura, más eficacia y menos tiempo en el trabajo si queremos ser competitivos. Valoremos el tiempo.
-El tiempo no existe, dicen algunos físicos y algunos filósofos.
-Somos tiempo, estamos hechos de tiempo y ese tiempo no puede ser exclusivamente trabajo. Padres y madres deberían poder llevar a sus hijos a ver una puesta de sol. Tenemos familias, necesidades, ilusiones que, sobre todo en las grandes ciudades, tenemos que apartar porque salimos de casa a trabajar a las seis de la mañana y volvemos a las nueve de la noche. El tiempo existe y hay que optimizarlo.
-Miraba los orígenes de su asociación. Parte de una idea primigenia, hace 25 años, de potenciar la sociedad civil. Y me dije, anda, como los del 15-M, que acabó en nada.
-Nosotros hemos logrado que los diputados insten al Gobierno a asumir el horario de Greenwich. Nuestra preocupación de entonces era crear una sociedad civil fuerte. España venía de una dictadura, de una sociedad tutelada por Papá Estado, pero en democracia eso ha seguido sucediendo, sólo que con muchos más órganos, más burocracia, más administraciones. Necesitamos más sociedad y menos y mejor Estado, un Estado más efectivo.
-Volvemos al tiempo. Crear una sociedad civil fuerte requiere que la sociedad tenga tiempo.
-Por supuesto. Si dedicamos todo el tiempo que tenemos al presentismo no podemos articular un pensamiento que se materialice en organizaciones de ciudadanos que sean influyentes. Los horarios racionales nos van a dar tiempo para asociarnos, para hablar, para debatir.
-Uy, pero si ya hablamos mucho. Sobre todo en los bares. De fútbol.
-Sí, ponen partidos a las once de la noche en días laborables. Los amigos se reúnen en el bar, ven el partido, luego lo comentan un rato y acabas en la cama a la una y pico de la mañana. No tiene sentido. Quizá ocurra en Zambia, que no ocurre, pero eso en una sociedad competitiva no tiene lógica.
-Quien dice fútbol dice cualquier otra cosa.
-Claro, tiene que ver también con la programación televisiva. Estamos promoviendo una campaña para adelantar el prime time. En ningún país de Europa el prime time se prolonga hasta después de las doce de la noche. Al día siguiente, sí, llegas a fichar y te pones a trabajar, pero hay que ver cómo rindes. Te faltan horas de sueño. Ni es sano, ni es productivo.
-Dormimos poco. Ya me lo temía.
-53 minutos menos que la media europea. Está medido, es sentido común. Esos 53 minutos menos afectan a la siniestralidad laboral, a la calidad de vida, al fracaso escolar...
-¿Con el horario de Greenwich tendríamos mejores resultados en los informes PISA?
-No tenga ni la más mínima duda. Nuestro horario actual afecta al rendimiento de los escolares. Es una de las causas, un problema de malos hábitos.
-¿Su propuesta acabará con una de nuestras más profundas costumbres: la impuntualidad?
-Racionalizar el tiempo racionaliza las costumbres. Fíjese que en España llevamos a gala aquello de vamos a darle a Fulano los diez minutos de cortesía. Yo lo llamaría los diez minutos de descortesía para aquellas personas que han llegado puntuales. Nadie tiene derecho a hacer esperar a nadie. Estás jugando con el tiempo de otras personas. En un país donde los toros son puntuales, a las cinco, que en el país con más kilómetros de AVE empecemos a dar quince minutos de cortesía a los toros, al tren...
-Ahora que lo pienso, los políticos son los más impuntuales.
-Es cierto. Y su tiempo lo pagamos nosotros. Un poco más de espíritu de servicio al ciudadano, de receptividad. Por lo menos, puntualidad.
-Se empeña en que tomemos té a las cinco.
-Tanto como eso no. A nosotros nos corresponde el horario solar de Greenwich y no es el que tenemos porque, al contrario que el resto de países, tras la II Guerra Mundial no regresamos al horario que se abandonó para evitar confusiones con el horario de Berlín. Somos una singularidad, vivimos en el tiempo de hace 75 años.
-Esto afecta a las costumbres. ¿Qué vamos a hacer con la siesta?
-Es que la siesta de la que hablaba Cela, la de pijama, padrenuestro y orinal, es un tópico español. De los 46 millones de españoles, ¿cuántos hacen esa siesta? Muy pocos. Abogamos por lo que recomiendan los médicos del sueño, diez o doce minutos para recuperar fuerzas. Una cabezada, sí; pero no una siesta de pijama y orinal.
-Con el horario europeo que proponen se cargan el cuchareo. Cocido, berza...
-Son platos que están muy bien para el fin de semana, pero no para una jornada laboral. El almuerzo tendría que reducirse a no más de 30 o 45 minutos. Suficiente para una dieta mediterránea.
-Le he leído que hacemos jornadas laborales tercermundistas.
-Somos líderes de Europa en horas de trabajo y también somos líderes en baja productividad. Eso es lo que es tercermundista, el presentismo. Estamos en el centro de trabajo para que se nos vea, pero eso no quiere decir que estemos trabajando. Hasta que el jefe no se va, no nos vamos. Proponemos un cambio de cultura, más eficacia y menos tiempo en el trabajo si queremos ser competitivos. Valoremos el tiempo.
-El tiempo no existe, dicen algunos físicos y algunos filósofos.
-Somos tiempo, estamos hechos de tiempo y ese tiempo no puede ser exclusivamente trabajo. Padres y madres deberían poder llevar a sus hijos a ver una puesta de sol. Tenemos familias, necesidades, ilusiones que, sobre todo en las grandes ciudades, tenemos que apartar porque salimos de casa a trabajar a las seis de la mañana y volvemos a las nueve de la noche. El tiempo existe y hay que optimizarlo.
-Miraba los orígenes de su asociación. Parte de una idea primigenia, hace 25 años, de potenciar la sociedad civil. Y me dije, anda, como los del 15-M, que acabó en nada.
-Nosotros hemos logrado que los diputados insten al Gobierno a asumir el horario de Greenwich. Nuestra preocupación de entonces era crear una sociedad civil fuerte. España venía de una dictadura, de una sociedad tutelada por Papá Estado, pero en democracia eso ha seguido sucediendo, sólo que con muchos más órganos, más burocracia, más administraciones. Necesitamos más sociedad y menos y mejor Estado, un Estado más efectivo.
-Volvemos al tiempo. Crear una sociedad civil fuerte requiere que la sociedad tenga tiempo.
-Por supuesto. Si dedicamos todo el tiempo que tenemos al presentismo no podemos articular un pensamiento que se materialice en organizaciones de ciudadanos que sean influyentes. Los horarios racionales nos van a dar tiempo para asociarnos, para hablar, para debatir.
-Uy, pero si ya hablamos mucho. Sobre todo en los bares. De fútbol.
-Sí, ponen partidos a las once de la noche en días laborables. Los amigos se reúnen en el bar, ven el partido, luego lo comentan un rato y acabas en la cama a la una y pico de la mañana. No tiene sentido. Quizá ocurra en Zambia, que no ocurre, pero eso en una sociedad competitiva no tiene lógica.
-Quien dice fútbol dice cualquier otra cosa.
-Claro, tiene que ver también con la programación televisiva. Estamos promoviendo una campaña para adelantar el prime time. En ningún país de Europa el prime time se prolonga hasta después de las doce de la noche. Al día siguiente, sí, llegas a fichar y te pones a trabajar, pero hay que ver cómo rindes. Te faltan horas de sueño. Ni es sano, ni es productivo.
-Dormimos poco. Ya me lo temía.
-53 minutos menos que la media europea. Está medido, es sentido común. Esos 53 minutos menos afectan a la siniestralidad laboral, a la calidad de vida, al fracaso escolar...
-¿Con el horario de Greenwich tendríamos mejores resultados en los informes PISA?
-No tenga ni la más mínima duda. Nuestro horario actual afecta al rendimiento de los escolares. Es una de las causas, un problema de malos hábitos.
-¿Su propuesta acabará con una de nuestras más profundas costumbres: la impuntualidad?
-Racionalizar el tiempo racionaliza las costumbres. Fíjese que en España llevamos a gala aquello de vamos a darle a Fulano los diez minutos de cortesía. Yo lo llamaría los diez minutos de descortesía para aquellas personas que han llegado puntuales. Nadie tiene derecho a hacer esperar a nadie. Estás jugando con el tiempo de otras personas. En un país donde los toros son puntuales, a las cinco, que en el país con más kilómetros de AVE empecemos a dar quince minutos de cortesía a los toros, al tren...
-Ahora que lo pienso, los políticos son los más impuntuales.
-Es cierto. Y su tiempo lo pagamos nosotros. Un poco más de espíritu de servicio al ciudadano, de receptividad. Por lo menos, puntualidad.
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