Su uso en fracturas óseas y lesiones de tendones afecta a su reparación enlenteciendo o dificultando su curación
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SALUD REVISTA.ES | Madrid
Diversos estudios han demostrado que «el uso de antiinflamatorios en las fracturas óseas y en las lesiones tendinosas afecta a la reparación de estos tejidos, enlenteciendo o dificultando su curación», según asegura el doctor Tomás Fernández Jaén, jefe del Servicio de Traumatología y Medicina Deportiva de la Clínica CEMTRO y vocal de la Federación Española de Medicina del Deporte (FEMEDE).
«Debería hablarse de regulación de la inflamación para disminuir los efectos molestos pero al mismo tiempo ayudar al tejido a repararse de la forma más correcta», matiza el especialista en una revisión de estudios hecha junto a otros compañeros en la revista 'Archivos de Medicina del Deporte'.
La inflamación se ha visto siempre como un proceso patológico que debía ser bloqueado con los medios terapéuticos disponibles, de ahí que el uso de técnicas y fármacos antiinflamatorios proliferen y sean de práctica habitual, sin embargo, «la biología y fisiología de la reparación de los tejidos demuestran que el proceso inflamatorio pone en marcha los mecanismos intrínsecos de reparación y regeneración de los mismos», apunta el estudio.
El principal efecto de los antiinflamatorios consiste en «inhibir la inflamación o sus signos externos como el dolor, la hinchazón o el rubor”» comenta el doctor Fernández Jaén. Sin embargo, las sustancias que provocan esos síntomas intervienen en otros procesos como asegurar el riego sanguíneo de la zona dañada, evitar la extensión del daño, atraer células de defensa, acelerar la limpieza de las células muertas y regenerar o reparar el tejido.
El motivo es que la inflamación no es un proceso patológico, sino una respuesta protectora del organismo, cuyo objetivo final es liberarle de la causa inicial de la lesión celular. «Por tanto, el tratamiento de las lesiones debe dirigirse a controlar la inflamación y el dolor y conseguir una reparación tisular precoz para que el deportista se reincorpore lo antes posible a los entrenamientos y a la competición», indica un documento de consenso elaborado por la Federación Española de Medicina del Deporte (FEMEDE).
Una solución diferente
Ante el abuso de este tipo de tratamientos, los expertos defiendne el uso de medicamentos de acción biorreguladora. Algunos de ellos contienen principios activos de origen vegetal y mineral que estimulan la respuesta natural del organismo.
En el documento de consenso antes citado se reconoce que su función principal es la de «favorecer la recuperación natural del tejido lesionado». Además, «algunos de sus componentes son capaces de modular la inflamación y los síntomas de las lesiones, tienen acción analgésica, estimulan la cicatrización y pueden tener efectos hemostáticos (detienen la hemorragia) contribuyendo a eliminar el estasis venoso y el edema. Su objetivo final es restaurar el funcionamiento normal de los mecanismos de regulación».
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