Es la primera vez que un microorganismo natural sirve para hacer crecer una planta y al mismo tiempo funciona como pesticida · Los investigadores han trabajado durante seis años sin financiación pública ni privada, sólo con el apoyo de amigos y conocidos.
RAFAEL ESPINO /
La Universidad de Almería ha logrado que un microorganismo (procedente de una cepa del hongoTrichoderma saturnisporum, encontrado en Cádiz y sin más referentes en España) haga crecer a las plantas y elimine el uso de pesticidas de un plumazo, consiguiendo los dos procesos en uno, algo para lo que han venido trabajando durante los últimos seis años y que supone un avance fundamental en la agricultura del futuro.
Este nuevo producto, al ser de origen natural y no dejar residuos en los cultivos junto a sus propiedades sobre el crecimiento de las plantas, lo convierten en el bioestimulante esencial de la Agricultura del siglo XXI. Las pruebas previas realizadas en fincas piloto han mostrado unos resultados mucho más satisfactorios que los esperados por los propios investigadores y los agricultores que se han prestado para estos ensayos, incluso llegando a considerar el crecimiento de las plantas como "asombroso".
La investigación ha sido desarrollada por los profesores del Departamento de Agronomía de la Universidad de Almería, Mila Santos y Fernando Diánez. "Los resultados fueron muy buenos. Hicimos pruebas en tomate, pimiento, berenjena, melón y sandía y vimos que el microorganismo no solo no afectaba a la planta, sino que además se producía un incremento de la parte aérea y del sistema radical de la misma. También comprobamos cómo al trasladar la planta al invernadero, ésta soportaba mucho mejor el estrés, ofreciendo características que antes no tenía", explica Santos, catedrática de Producción Vegetal de la Universidad de Almería.
La investigación comenzó hace seis años, cuando empezaron a realizar análisis de suelos para buscar microorganismos que permitieran controlar biológicamente las enfermedades que afectan a los cultivos hortícolas. Tras la investigación en el laboratorio llegó el segundo paso: hacer ensayos en semilleros para probar el comportamiento de estos microorganismos –una cepa del hongo Trichoderma saturnisporum- en las plantas. "Nuestros resultados son muy buenos. Hemos hecho dos años de ensayo en cultivos de melón y la producción se ha incrementado un 15%. Nuestro interés es que se pueda explotar comercialmente y que esta investigación aplicada pueda ser utilizada por los agricultores", señala Diánez.
Los investigadores han hallado también la forma de conservar este hongo en condiciones de temperatura no siempre idóneas. Así, han ideado una solución salina en la que el microorganismo aguanta con una presión osmótica muy alta, con lo que las esporas no germinan y siguen vivas.
Todo el proceso se ha hecho sin ningún tipo de inversión ni pública ni privada. "Se ha podido hacer por la ayuda de agricultores amigos y semilleros que nos han dejado investigar con sus plantas. Esas facilidades han sido las que nos han permitido hacer los ensayos", señala la catedrática Mila Santos.
Los productos en base a Trichoderma se han multiplicado en los últimos años, existiendo alrededor de 60 productos a nivel mundial, la mayoría de ellos basados en el uso de cepas de las especies Trichoderma harzianum y Trichoderma viride. En menor medida existen productos formulados en base a algunas especies o la combinación de ellas:Trichoderma koningii, Trichoderma hamatum, Trichoderma longibrachiatum, Trichoderma atroviride. Trichoderma lignorum, Trichoderma polysporum, Trichoderma virens, Trichoderma parceanamosum, que se comercializan para su uso en el control de enfermedades y/o para su uso como bioestimulante de los cultivos, tanto en semillero, como en el campo o en plantas ornamentales. Sin embargo, hasta el hallazgo de los investigadores de la Universidad de Almería, no se había descrito ninguna cepa de esta especie (T. saturnisporum) activa frente al control y bioestimulación de plantas en cultivo. Como es lógico, este fitofortificante ha encontrado velozmente su comercialización, se le ha dado el nombre de Trisat, fruto de un acuerdo entre Agrupa Inver y la Universidad de Almería.
Este nuevo producto, al ser de origen natural y no dejar residuos en los cultivos junto a sus propiedades sobre el crecimiento de las plantas, lo convierten en el bioestimulante esencial de la Agricultura del siglo XXI. Las pruebas previas realizadas en fincas piloto han mostrado unos resultados mucho más satisfactorios que los esperados por los propios investigadores y los agricultores que se han prestado para estos ensayos, incluso llegando a considerar el crecimiento de las plantas como "asombroso".
La investigación ha sido desarrollada por los profesores del Departamento de Agronomía de la Universidad de Almería, Mila Santos y Fernando Diánez. "Los resultados fueron muy buenos. Hicimos pruebas en tomate, pimiento, berenjena, melón y sandía y vimos que el microorganismo no solo no afectaba a la planta, sino que además se producía un incremento de la parte aérea y del sistema radical de la misma. También comprobamos cómo al trasladar la planta al invernadero, ésta soportaba mucho mejor el estrés, ofreciendo características que antes no tenía", explica Santos, catedrática de Producción Vegetal de la Universidad de Almería.
La investigación comenzó hace seis años, cuando empezaron a realizar análisis de suelos para buscar microorganismos que permitieran controlar biológicamente las enfermedades que afectan a los cultivos hortícolas. Tras la investigación en el laboratorio llegó el segundo paso: hacer ensayos en semilleros para probar el comportamiento de estos microorganismos –una cepa del hongo Trichoderma saturnisporum- en las plantas. "Nuestros resultados son muy buenos. Hemos hecho dos años de ensayo en cultivos de melón y la producción se ha incrementado un 15%. Nuestro interés es que se pueda explotar comercialmente y que esta investigación aplicada pueda ser utilizada por los agricultores", señala Diánez.
Los investigadores han hallado también la forma de conservar este hongo en condiciones de temperatura no siempre idóneas. Así, han ideado una solución salina en la que el microorganismo aguanta con una presión osmótica muy alta, con lo que las esporas no germinan y siguen vivas.
Todo el proceso se ha hecho sin ningún tipo de inversión ni pública ni privada. "Se ha podido hacer por la ayuda de agricultores amigos y semilleros que nos han dejado investigar con sus plantas. Esas facilidades han sido las que nos han permitido hacer los ensayos", señala la catedrática Mila Santos.
Los productos en base a Trichoderma se han multiplicado en los últimos años, existiendo alrededor de 60 productos a nivel mundial, la mayoría de ellos basados en el uso de cepas de las especies Trichoderma harzianum y Trichoderma viride. En menor medida existen productos formulados en base a algunas especies o la combinación de ellas:Trichoderma koningii, Trichoderma hamatum, Trichoderma longibrachiatum, Trichoderma atroviride. Trichoderma lignorum, Trichoderma polysporum, Trichoderma virens, Trichoderma parceanamosum, que se comercializan para su uso en el control de enfermedades y/o para su uso como bioestimulante de los cultivos, tanto en semillero, como en el campo o en plantas ornamentales. Sin embargo, hasta el hallazgo de los investigadores de la Universidad de Almería, no se había descrito ninguna cepa de esta especie (T. saturnisporum) activa frente al control y bioestimulación de plantas en cultivo. Como es lógico, este fitofortificante ha encontrado velozmente su comercialización, se le ha dado el nombre de Trisat, fruto de un acuerdo entre Agrupa Inver y la Universidad de Almería.
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