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lunes, 30 de diciembre de 2013

Lapido, Alex de la Iglesia o Santiago Auserón abren 'Ventanas con palabras' granadahoy.com

El belga afincado en Salobreña Colin Bertholet ha conseguido aunar plumas como las de Maruja Torres, Nacho Vegas o Benjamín Prado para recaudar fondos para el Banco de Alimentos
ROSA FERNÁNDEZ GRANADA
El libro trata de dar voz a los ojos de las paredes a través de imágenes.
El belga afincado en Salobreña Colin Bertholet ha conseguido aunar las plumas de Maruja Torres, Álex de la Iglesia, Santiago Auserón, Nacho Vegas, Lapido, Mayor Zaragoza, Benjamín Prado o Chris Stewart (entre otros muchos) con un fin solidario: recaudar fondos para el Banco de Alimentos. La 'excusa' es una joya, un libro (casi objeto), con olor a noche, poesía y música indie, que da voz a los ojos de las paredes, a través de imágenes, jazz y literatura. Se trata de Ventanas con palabras, una obra de fotografía, poesía y música. 

Su autor, Colin Bertholet, no es la primera vez que colabora con el Banco de Alimentos, como ya hizo con éxito con sus Garabatos digitales, en compañía con otros artistas. Conoció la recompensa de hacer proyectos de este tipo y parece haberle cogido el 'gustillo'. Más aún en estas fechas. 

Ventanas con palabras es un proyecto global. Una especie de libro de viajes que, a través de la literatura y una serie de fotografías, con más alma que técnica, dan voz a los enigmáticos ojos de las paredes; valiéndose de la prosa de Javier Corcobado, Dorantes, Almudena Grandes, Santiago Auserón, Antonio Arias, Juan Madrid o Elphomega. 

El ideólogo es un diseñador interiorista que nació en Bélgica hace más de medio siglo y lleva el 80 por ciento de su vida afincado en Salobreña, "una villa blanca situada junto a las últimas plantaciones de caña de azúcar que quedan en Europa y el pedazo de Mediterráneo que baña la Costa granadina". 

Cuando la creatividad no tiene límites y alguien convierte su teléfono inteligente en un compañero de viajes infatigable, surgen ideas que nacen siendo un sueño y acaban poniéndose grandes, serias e incluso, convirtiéndose en un plato de comida caliente, sin raza ni religión, porque la recaudación obtenida tras la venta del libro se destinará a la Fundación Banco de Alimentos, con el objetivo de ayudar a las familias más afectadas por la situación económica actual. 

Los misterios que esconden las ventanas han formado parte de la curiosidad de Colín desde su más tierna infancia. Siempre supo que tras ellas había mucha literatura aunque, lo suyo "no es escribir sino tener ideas, traducirlas en imágenes, proyectar, diseñar el interior de hoteles, restaurantes, tiendas, ayuntamientos, oficinas o sitios de café y copas". "Dibujar sobre papeles de diferentes texturas o pantallas táctiles y mirar desde una perspectiva peculiar y llena de un buen gusto que queda vigente en todas las fotografías que incluyeVentanas con palabras, un libro que huele a noche y música indie. 

Según Bertholet, sabe a cóctel molotov "por eso de mezclar lenguas tan afiladas como la de Nacho Vegas o Álex de la Iglesia, con la escrupulosa prosa de Mayor Zaragoza o la delicada partitura del saxofonista Ernesto Aurignac, el Charlie Parker español". 

El interiorista tiene también a sus espaldas varios libros-objeto, entre ellos, Música para una despedida, sobre la última fábrica de azúcar europea. 

Colin insiste en subrayar la carencia de técnica palpable en las instantáneas ejecutadas, en su mayoría, con un teléfono móvil. "Lo importante es lo que representan y también, lo que esconden". Estas sensaciones son descritas por los más de cuarenta colaboradores que se han unido a la causa y cuyos textos aparecen en el libro escritos a mano, con la caligrafía del propio Colín, "en un homenaje personal a los cuadernos de viajes, relatados por autores que apretaban al deslizar la punta del bolígrafo sobre el papel de la libreta". 

La primera edición será limitada y presentada en una funda de cartón troquelada y tipografiada de forma artesanal por una imprenta "de las de toda la vida". El olor a tinta, el tacto rugoso del cartón, la obsesión de pensar que las ventanas son espías de los viandantes y no al revés. El morbo de unir, en la misma coctelera, la voz de tantos personajes tan dispares y relevantes... Las historias que finalmente, han salido de los ojos de las paredes, coches, aviones y hasta confesionarios que han tenido la suerte de tropezar con Colin, su teléfono inteligente y los interesantes contactos que incluye su agenda, son hoy un libro titulado Ventanas con palabras

El prólogo lo firma Jesús Lens y la partitura que, a modo de cierre, compuso para la ocasión, el saxofonista malagueño, Ernesto Aurignac.

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