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martes, 17 de diciembre de 2013

"Poner murallas a la inmigración irregular no arregla el problema" granadahoy.com

La respuesta ante los flujos migratorios, la gestión de las fronteras europeas y la relación con el Magreb son algunos de los asuntos que ocupan a la sevillana en Estrasburgo y Bruselas.
PATRICIA GODINO
Carmen Romero, durante una intervención en el pleno de la Eurocámara, en Estrasburgo.
Como eurodiputada desde 2009 en la Eurocámara, Carmen Romero (Sevilla, 1946) trabaja desde distintas comisiones -como la de Libertades Civiles y Justicia o la Delegación para las Relaciones con los Países del Magreb- por ensanchar el debate sobre la compleja relación del viejo continente con África, necesitada, en su conjunto, de una respuesta perentoria al drama de la inmigración irregular. El reciente Acuerdo de Pesca con Marruecos es una prueba más de la necesidad de ese entendimiento entre vecinos. El mismo que haría falta con el Gobierno de Gibraltar, asunto "que deberíamos resolver cuanto antes por todos los intereses comunes". 

-¿Qué aporta el nuevo Acuerdo de Pesca? 

-Sobre todo muchísima tranquilidad a los pescadores gaditanos, porque durante cuatro años van a tener un acuerdo que les protege. Es un acuerdo complejo y es necesario que haya un seguimiento año a año: sobre la sobreexplotación de los recursos, la política de protección de los fondos marinos y sobre el compromiso de Marruecos de beneficiar a la zona del Aaiún, porque otro de los argumentos en contra era que algunos barcos faenarán en aguas del Sahara. A nosotros no nos afecta porque los barcos andaluces no llegan más que a Kenitra. Allí sólo faenan los grandes buques congeladores nórdicos que, en realidad, han salido bastante beneficiados porque la pesca pelágica no ha visto disminuir ningún barco, y sin embargo, la pesca artesanal del sur sí. Con todo, el tonelaje total sigue siendo beneficioso porque se ha incrementado en un 33%. La pesca artesanal está siempre sometida a una visión con lupa cuando después hay barcos congeladores que son mucho más agresivos. 

-Sin embargo la bofetada se la está llevando España y no otros países implicados en el Acuerdo. Se acusa a la flota española de faenar en los caladeros del Sahara. 

-Eso es falso. Nuestros barcos no pescan en el Sahara. Son barcos de pesca artesanal, están siempre en la zona costera y todo lo más que llegan es a Kenitra. 

-Pues quizás de manera interesada se está enfrentando el drama de los pescadores gaditanos al de la población del Sahara. 

-Pero es falso. Los pescadores de Barbate, Conil o Algeciras han estado durante más de un año con las posibilidades de pesca paralizadas, y aunque pueden faenar en nuestras costas, darle la posibilidad de faenar en las costas de Marruecos es ya un respiro muy importante. Y desde luego, en el protocolo, se reconocen los derechos humanos del pueblo saharaui y la obligación de Marruecos de invertir en su flota pesquera y en el desarrollo del Sahara. 

-Marruecos sigue de actualidad también por los sucesos de la valla de Melilla, especialmente desde la colocación de la concertina. ¿Qué se puede hacer? 

-Lo primero que hay que hacer es quitarla. El control de la inmigración no puede ser inhumano. Si una persona atraviesa toda África para dar el salto a Europa uno puede disuadirlo, pero no herirlo. Cuando el Gobierno socialista las puso y vio los efectos, las retiró. Y creo que el Gobierno ahora las debe retirar sin ninguna contrapartida, simplemente porque es inhumano. Aunque no hubiera alternativas. Pero las hay. 

-Diga. 

-No se puede recortar en cooperación porque a eso sumas la hambruna, las guerras... El Gobierno socialista se encontró una situación muy crítica con los cayucos y entonces incrementó la cooperación con Senegal y con Mauritania. Hay que tener más conocimiento de lo que está pasando en África, de dónde vienen esos flujos. En muchos casos puede ser por guerra, como en Malí. La alternativa es conocer esos focos de expulsión de población y hacer colaboraciones puntuales. 

-Usted criticó en un debate en el Parlamento Europeo que Eurosur, el nuevo sistema de vigilancia de la frontera sur de la UE, coloca al inmigrante a la misma altura que el delincuente. 

-En general, para la derecha europea, la inmigración va ligada a la delincuencia. Y esa visión es una barbaridad. Dentro de los flujos irregulares, hay demandantes de asilo por guerra, hay quien busca la aventura y a ellos probablemente haya que decirles que no en algunos casos. Y habrá, también, un porcentaje mínimo de delincuencia, como lo hay en nuestra sociedad europea. Pero no se pueden meter a todos en el mismo saco, como si todos fueran traficantes. Así no arreglamos el problema. Hasta ahora nos hemos dedicado a controlar esos flujos, como si el poner murallas en Europa fuera la solución. Estamos gobernados por una derecha europea y su postura es como cuando la creación de la Muralla china. Cuando en China se hizo la Muralla, después se prohibieron las obras de Confucio. 

-Otra frontera a debate en Europa es la de la Verja que separa La Línea de Gibraltar. 

-La presión que el Gobierno español ha hecho con motivo de los bloques lanzados al mar en realidad no es nueva. Que Gibraltar no puede ser un paraíso fiscal, que no puede vivir de las sociedades fantasmas... eso es algo que se viene demandado desde hace muchísimo tiempo. Y creo que Gibraltar ha avanzado en la transparencia. Otra cosa es que no hemos llegado a una armonización fiscal total. Evidentemente, respecto a este verano, ha habido un conflicto que el Gobierno español debe tener interés en resolverlo. 

-Y el británico, ¿tiene interés en desbloquear el contencioso? 

-Si ponemos a dos que no quieren llegar a un acuerdo, nunca se van a entender. Francamente, apelar a las Malvinas y a Argentina no me parece la solución. Y tenemos demasiadas cuestiones en común como para permitirnos una tensión que no tiene salida.

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