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sábado, 25 de enero de 2014

"Tenemos a los niños idiotizados" granadahoy.com

La Rous, Premio Nacional de Teatro, estrena este fin de semana en el Alhambra la obra 'La niña'
G. CAPPA GRANADA
El clown y el títere sirven para que los niños se diviertan con historias que tiene un gran poso.
Los espectáculos de La Rous son para niños de 0 a 99 años. Utiliza el clown y el títere pero aborda temas como la muerte, la guerra o el abandono. La compañía granadina que dirige Rosa Díaz, Premio Nacional de las Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud, estrena en el Teatro Alhambra La Niña, una obra que nace de un libro de Carlos Grasa Toro que cuenta la historia de una niña que nace dentro de una botella en el seno de una familia bien que tenía tanto de todo que no le hicieron caso y la tiraron a la piscina. Cuando la vaciaron, la niña se fue por el desagüe y acabó en el mar. "El libro es una excusa para empezar a crear, porque lo que me interesaba es la metáfora del abandono y, al final, la adopción", señala Rosa Díaz sobre una obra que carece de texto, "pese a lo cual se entiende perfectamente". 

Los escolares de distintos centros de Granada ya han pasado esta semana por el teatro para zambullirse en una historia que no tiene a princesitas ni pone sobre el escenario a cantantes con peto vaquero y camisa roja. Y aunque el argumento tiene mucho de drama, la directora de La Rous defiende que no es una obra triste, ni mucho menos. "Al final siempre queda la esperanza, aunque es cierto que mis espectáculos son bastante atípicos, tengo muchas críticas por los temas que abordo en mis trabajos y esto es un acicate", señala la actriz que interpreta mediante el clown a una mujer que vive sola y que construye su mundo a partir de las cosas que se va encontrando en el mar, hasta que un día se encuentra a una niña dentro de una botella. 

El primer montaje de La Rous, La casa del abuelo, hablaba de la muerte de un ser querido, un texto "absolutamente autobiográfico" porque su padre había fallecido y la historia giraba en torno a sus manías, a cómo la despertaba por la mañana... Todo surgió a raíz de una pregunta de su hija tras perder a su abuelo: Mamá, ¿dónde van las personas cuando mueren? "No me gusta engañar a nadie, ni a los niños ni a los mayores, no están en el cielo flotando en una nube ni están con los angelitos, se les entierra y se acabó", comenta con crudeza sobre la metáfora final de la obra. "No se puede engañar a los niños y alejarlos de la realidad", continúa. 

Pero, ¿como consigue esto sin traumatizar de por vida al niño? Simplemente con títeres y con la forma de articular los espectáculos. "En El refugio -su anterior obra- hablaba de la guerra, de una niña encerrada en un escondite, pero todo este drama se suaviza con el juego", explica sobre sus trucos para que las risas predominan en las funciones. 

Con todo, en el posterior coloquio con los escolares para recoger sus impresiones, un niño le dijo que había sentido pena cuando abandonaban a la niña, "pero eso está bien, no hay que ir sólo al teatro a partirnos de risa y a evadirnos". Por eso, las propuestas de La Rous son para todos lo públicos, sin distinciones aunque, obviamente, "no puedo hacer cosas que puedan afectar a una cabecita pequeña". Un ejemplo es La casa del abuelo, que sólo se ha representado para el público adulto pese al Premio Nacional de Artes Escénicas para la Infancia de Rosa Díaz. 

Ella, como madre, no le pone a su hija los tradicionales Cantajuegos para olvidarse de que tiene una hija durante dos horas y sólo le permite ver la televisión los fines de semana. "Tenemos a los niños absolutamente idiotizados, no sólo a nivel televisivo, hablo de iPad, whatsapp, móviles... La tecnología no se sabe manejar, no digo que no se deba utilizar, pero los padres no estamos haciendo una labor para que los niños tengan otros recursos", dice sobre una generación que "tiene de todo y tiene acceso a todo". Ella administra la televisión y las nuevas tecnologías a su hija como si fueran un medicamento, "prefiero hablar, salir a caminar, ver un amanecer, cosas que siguen siendo necesarias aunque parezca una utopía". Y aunque subraya que entiende la importancia de las nuevas tecnologías recalca que hay que tener cuidado porque observa a muchos niños que no se relacionan, que no saben hablar, pegados a sus maquinitas. "Pero este es un trabajo de los padres, es más cómodo meter al niño en el coche y ponerle un DVD que ir el camino contándole chistes, cantando y dialogando", concluye.

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