Crece el número de menores que padece un miedo irracional a estar sin su móvil, lo que algunos han llamado 'nomofobia'
M. RODRÍGUEZ CÁRDENAS | GRANADA
Siempre que surge un debate sobre los aspectos positivos y negativos de la tecnología, los tertulianos coinciden en una cosa: los avances tecnológicos no son un problema, sino que el problema es quién hace uso de ellos y cómo, cuándo y dónde.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, el 63% de los españoles menores de 15 años dispone de un teléfono móvil, la gran mayoría con conexión a Internet, y el 95% de los jóvenes dispone de un perfil en alguna red social como Twitter, Facebook o Tuenti. Por su parte la investigación sobre conductas adictivas de los jóvenes en Internet, realizado por la organización Protégeles, muestra como uno de cada cuatro menores padece un mal del siglo XXI: la 'nomofobia', un miedo irracional a salir de casa sin móvil.
Los principales problemas que surgen en torno a los dispositivos electrónicos se deben al uso, o mal uso, que hacen los menores de él, ya que estos son los más susceptibles a la hora de caer en la dependencia tecnológica. Y quienes tienen que supervisar cómo los más pequeños usan Internet, sin duda, son los padres, tal y como coinciden en señalar los expertos. «La gran parte de la responsabilidad del mal uso de las tecnologías es de los padres, pues son los que tienen que enseñarles lo que está bien y mal a sus hijos, y son los que tienen que marcar las pautas y vigilar que no se pasen. El problema es que muchos padres no saben cuáles son las consecuencias de un uso excesivo de la tecnología», afirma la directora de Comunicación de la organización Adicciones Digitales, Esther Romero.
Del mismo modo opina Francisca López Torrecillas, experta en adicciones y directora del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada: «Es importante diseñar un programa destinado a los padres para enseñarles el uso responsable, porque el uso del móvil, y otras tecnologías, tiene aspectos tanto positivos como negativos para los menores. En ciertas ocasiones es necesario y útil usar Internet, por ello se deben seguir algunas estrategias como mirar el historial de páginas visitadas o que los niños no tengan el ordenador en su habitación», señala.
No antes de los 12
Así, tal y como asegura la experta de la UGR, es esencial enseñar a los hijos desde que son pequeños a hacer un buen uso de los nuevos dispositivos electrónicos. Por eso, como añade Esther Romero, no es recomendable que los menores dispongan de teléfono móvil antes de los 12 o 13 años, «aunque cada vez es más común ver niños con ocho o nueve años que ya tienen uno, y lo más normal es que el resto de los chavales de la misma edad proteste y se lo pidan a sus padres. Nosotros creemos que con nueve años, un niño lo que tiene es que jugar en la calle con sus amigos».
«Se puede considerar que existe una adicción cuando se pasan horas y horas usando el ordenador o cualquier otro aparato electrónico y no pisan la calle; cuando no quieren relacionarse cara a cara y prefieran estar en casa jugando o en la calle, o que estén utilizando sus móviles, aunque estén también con sus amigos. Otro ejemplo de un mal uso es cuando están utilizando los aparatos electrónicos en vez de estar estudiando, lo que repercute en las notas. Cuando se pasan todo el día hablando por el whatsapp o mirando el teléfono por si alguien les ha escrito, o se pasas horas conectado al ordenador y les parece que pasan minutos», explica la directora de Comunicación de Adicciones Digitales.
Según el estudio sobre conductas adictivas a Internet entre adolescentes, de la fundación Protégeles, pasar más de dos horas al día conectado a las redes sociales está asociado con una conducta disfuncional del uso de Internet, algo que realizan a diario casi el 40% de los menores europeos y que presenta un mayor índice de casos en España. Del mismo modo, la investigación de la asociación para la seguridad en la red de los menores advierte que tener más de 500 amigos en redes sociales es síntoma de una conducta adictiva. «Comencé visitando redes sociales y me decía: aquí hay mucha gente, conozco a gente nueva. Después me quedaba conectada más y más tiempo, haciendo comentarios, subiendo cosas y creando una nueva vida», asegura una de las menores participantes en el estudio de Protégeles. Asimismo, otro chico afirma que empezó a «descuidar» cosas como ir a nadar o salir con los amigos por estar delante de la pantalla.
Y hay quienes son más propensos a 'engancharse' al móvil que otros: «Existen características de personalidad en los usuarios que contribuyen al abuso como baja autoestima, problemas de aceptación o déficit en habilidades sociales», asegura la experta de la UGR.
En la Asociación Granadina de Jugadores de Azar Rehabilitados, Agrajer, en los últimos años se han presentado unos 20 casos de menores con adicciones al móvil o a los videojuegos, «pocos para los que hay de verdad», afirma la psicóloga de la asociación, Marta López, para quien el principal problema es que los padres «no están concienciados sobre este tipo de adicciones porque no hay sustancias de por medio que hagan que se noten los problemas».
La tecnología avanza más deprisa que nuestra adaptación a ella, por ello, si hay algo primordial para que no nos 'coma', eso es, sin duda, la responsabilidad. Y en esto, casi seguro que no hay debate.
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