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domingo, 23 de febrero de 2014

Todo listo para el corte de cinta ideal.es

Cuatro años y ocho meses después de que la A-7 diera su último estirón, la ministra de Fomento inaugurará a mediados de marzo el tramo que permitirá acceder al puerto y sortear los semáforos de Torrenueva

Salida de la autovía, que evita la temida travesía de Torrenueva. :: JAVIER MARTÍN

Parecía que jamás iba a llegar, pero el histórico día en el que los coches podrán atravesar Torrenueva circulando por autovía y sin hacer procesión en los semáforos está a la vuelta de la esquina. En tres semanas se abrirá el tramo Puntalón-Carchuna de la A-7, que incluye el acceso al puerto de Motril, y que sortea la infernal travesía torreña. Pero después de tantos años –décadas– soñando con la llegada de la autovía a Torrenueva, la alegría –que la habrá– no va a ser completa. Definitivamente, el tramo que se inaugurará en marzo no es el que va a sacar a la Costa de pobre en materia de infraestructuras. Y es que los nuevos seis kilómetros de autovía que se pondrán en servicio serán una isla, un oasis en medio de la vieja carretera N-340, ya que los tramos de autovía con los que debe conectar en Motril (Gorgoracha-Puntalón) y en Castell (Carchuna-Castell) aún no están terminados.
Los problemas de comunicación no están resueltos pero sin duda, la posibilidad de evitar por autovía la travesía de Torrenueva será un revulsivo para la Costa Tropical de cara al próximo verano. A falta de los últimos flecos de pintura en el acceso al puerto, el tramo está prácticamente terminado como puede verse en estas fotografías de IDEAL. Las empresas constructoras –el tramo Puntalón-Carchuna lo ha ejecutado Acciona y el acceso al Puerto, la constructora del Gorgoracha-Puntalón (Corsán-Corviam)– se han comprometido a entregar las obras a Fomento para este próximo 28 de febrero, según fuentes de la Subdelegación del Gobierno. Ahora bien, los conductores tendrán que esperar unos días más para estrenar la autovía, mientras se rematan los últimos detalles, entre ellos encajar la inauguración en la apretada agenda de la ministra de Fomento, Ana Pastor, para que sea ella la que realice el corte de cinta. Aunque ni la Subdelegación ni el Partido Popular confirman aún la presencia de la ministra ni la fecha de la visita, según pudo saber este periódico se le espera sobre el 15 de marzo.
Será un corte de cinta esperado, sin duda, no en vano han pasado casi cinco años desde que la autovía de la Costa pegó su último estirón. Exactamente, no se ponen en servicio nuevos kilómetros de autovía desde que, en julio de 2009, el entonces ministro socialista de Fomento José Blanco hiciera el paseíllo inaugural por los que separan La Herradura de Taramay (la entrada de Almuñécar). Aquel día el ministro aseguró que se iba a poder circular desde Málaga hasta Almería por autovía en 2010, a excepción del tramo Taramay- Lobres que saltaba a 2011.
El rosario de desventuras, tropiezos, paralizaciones y promesas incumplidas desde entonces han propiciado que el escenario, a febrero de 2014, sea muy distinto al prometido: aún quedan cinco tramos más en obras y el horizonte de finalización de la autovía del Mediterráneo va ya por finales de 2015.
El lado amargo
Esta próxima apertura del tramo Carchuna-Puntalón, en tres semanas, será el primer gran examen que supera la ministra Pastor en la Costa de Granada, el primer plazo que se cumple. El pasado mes de septiembre, Pastor recorrió todos los kilómetros en obras de la A-7 y ofreció un calendario de plazos de apertura de los tramos pendientes que fijaba la primera inauguración, la del Puntalón-Carchuna, para febrero de 2014. Ciertamente se va a pasar 15 días pero comparado con los márgenes de retraso que acumularon sus antecesores en el cargo, reprocharle la diferencia de 15 días sería de tiquismiquis...
Así, a día de hoy, puede decirse que la ministra de Fomento –que no se cansa de repetir que junto a la Autovía del Cantábrico la prioridad número uno de su Departamento es concluir la Autovía del Mediterráneo en Granada– ha cumplido con lo comprometido en la Costa... salvo alguna cosa. Una cuestión que, lejos de ser baladí, va a poner la cara amarga a la inauguración de este próximo mes de marzo. Y es que el Gobierno del PP no ha cumplido su compromiso inicial de abrir el tramo Puntalón-Carchuna, de forma conjunta con el de Motril, el Gorgoracha-Puntalón.
El conflictivo tramo de Motril estuvo dos años paralizado y fue el Gobierno de Rajoy el que rescató las obras y las reinició el 21 de septiembre de 2012. La delegada del Gobierno en Andalucía, Carmen Crespo, aseguró aquel día que ese tramo, convertido en el símbolo del «impulso a la A-7 del Gobierno de Rajoy» iba a estar culminado en 18 meses y se abriría junto al Puntalón-Carchuna. Pero apenas dos meses después, el plazo de ejecución se amplió a 36 meses por lo que la finalización del tramo de Motril ha saltado a octubre de 2015. Paradójicamente, Motril, cabecera de la comarca, se va a quedar la última en la carrera por la autovía.
Y sin el tramo de Motril terminado, la utilidad de este nuevo tramo de Torrenueva queda en entredicho. Para alcanzar el nuevo tramo Puntalón- Carchuna los vehículos que bajen de Granada tendrán que seguir como hasta ahora por la carretera N-340 hasta el puerto de Motril, donde podrán coger la rotonda que da acceso al subtramo de enlace a la A-7. Tras recorrer los casi cuatro kilómetros de este enlace, se podrá coger el nuevo tramo de la autovía, a la altura del anejo motrileño de Puntalón y circular –ya alegremente– por los seis nuevos y flamantes kilómetros que llevan hasta Carchuna, donde se acaba la autovía por ahora. Los vehículos que quieran continuar hacia Almería tendrán que volver a abandonar la A-7 por la salida que concluye en una rotonda en la N-340, a la altura de Calahonda, un punto que puede ser conflictivo por el paso de dos carriles a uno. En resumen, para disfrutar de los seis nuevos kilómetros de autovía, un conductor tendrá que recorrer casi cinco kilómetros de enlaces para entrar y salir del tramo por lo que acabará recorriendo 10,7 kilómetros en lugar de los 8,7 que tiene la actual N-340 entre los mismos puntos. Pero eso sí, le dirá adiós a los semáforos de Torrenueva.

Decepción en Torrenueva y esperanza en Calahonda
La pancarta que lleva más de una década pidiendo la autovía sobre un puente de la travesía de Torrenueva no se quitará de ahí. Así de claro lo tiene el alcalde de la localidad, el independiente Manuel Carrascosa, que ve un «paripé» la próxima inauguración del tramo que sortea su pueblo. A su juicio, el Gobierno debería haber echado el resto para abrir también el Gorgoracha-Puntalón, como estaba previsto inicialmente, lo que permitiría llegar desde Granada hasta Torrenueva sin abandonar la autovía. «Esta apertura solo sirve para que se hagan la foto», apunta Carrascosa, que cuestiona que los camiones cargados vayan a bajar hasta la rotonda del puerto y dar luego un rodeo para coger la autovía. A su juicio, no lo harán, seguirán atravesando su pueblo. «La única solución sería que nos pusieran en rojo los semáforos y obligaran a todos a coger la autovía. Pero esto así va a ser una chapuza. No nos sirve», opina el alcalde pedáneo.
Mucho más feliz está su vecina, la alcaldesa pedánea de Carchuna y Calahonda, Conchi Abarca (PP), que ya agradeció personalmente a la ministra el detalle de que la señal de salida nombre a los dos pueblos ‘Carchuna y Calahonda’, para que no se le enfade nadie. Abarca reconoce que el problema de comunicación no está resuelto, pero cree que, sin duda, van a notar los beneficios turísticos este verano, cuando todos los que renunciaron al agua cristalina de la playa de Calahonda por no tener que soportar el atasco de Torrenueva, se planteen volver. «Es trabajo de todos luchar por recuperar lo que perdimos y relanzar el destino turístico», dice Abarca con esperanza. El único punto que preocupa a Abarca es el riesgo de que se genere un cuello de botella en Calahonda, cuando los coches que dejen la autovía se topen con los semáforos de la N-340. «Esperemos que se regulen y agilicen para evitar el atasco», confía.

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