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viernes, 21 de marzo de 2014

"Confundir un cachete con maltrato granadahoy.com

Magistrado, abogado y escritor, Calatayud acaba de publicar un nuevo libro en colaboración con el periodista Carlos Morán, en el que se abordan asuntos como las redes sociales y sus peligros o el sexo juvenil.
Yenalia Huertas

Casi todo el mundo sabe quién es Emilio Calatayud: el juez que dirige el Juzgado de Menores número 1 de Granada, dicta sentencias ejemplares y ofrece charlas de las que se pueden extraer sabios consejos para educar a los hijos. Pero Calatayud (Ciudad Real, 1955) , además de magistrado, es abogado y escritor, y acaba de publicar un nuevo título en colaboración con el periodista Carlos Morán. Se trata de un libro de ágil lectura editado por Alienta Editorial, en el que aborda asuntos tan interesantes como las redes sociales y sus peligros o el sexo juvenil. El prólogo es de sus hijos. Tiene 176 páginas y cuesta 14,95 euros.

-¿Emilio o don Emilio?

-Soy Emilio, soy Emilio.

-Buenas, soy Emilio Calatayud y voy a hablarles de... es su tercer libro ya.
-Sí, pero siempre digo lo mismo: yo no los escribo; soy coautor. Es el tercero, y el segundo con Carlos Morán.

-¿Qué se va a encontrar el lector en sus páginas que no haya leído antes?

-Una parte muy personal, pues entendíamos que el nuevo lector no tiene por qué conocer al personaje, al juez que habla en los anteriores. En esa parte cuento la enfermedad de mi mujer; su fallecimiento; el tiempo, como se suele decir, de luto; y el volver a reiniciarse después de una época muy dura. Luego ya actualizo la problemática que vivo en el juzgado todos los días y añado opiniones sobre la situación actual del país, la política o la crisis. Es un libro fundamentalmente dirigido a los padres.

-¿Por qué hacer público el cáncer de su mujer?

-A mí me ha servido mucho porque es una especie de terapia. He estado 32 años con mi mujer (30 años y medio casado y otros dos o tres de novietes; o sea, toda mi vida) y me ha venido bien soltar lo que he sentido en esos momentos. No sólo lo he hecho por los demás, sino por mí, porque expresar lo que sientes te ayuda un poco a pasar página. La vida sigue y hay que tirar para adelante.

-Tiene dos hijos.

-Sí, tengo dos.

-¿Y le han dado algún problema?

-¡Claro! ¡Y me siguen dando! Ya sabe eso de que los problemas de los hijos te los quitas cuando te mueres. Pero, vamos, son buenos chicos, no me quejo. Nos hemos ayudado mutuamente en este tiempo... Ha sido una forma más de ver que la familia está unida. 

-¿Pasar por el juzgado no habrán pasado?

-¡No! Pero podían haber pasado.

-¿Qué hace falta con los chavales: mano dura o razonamiento?

-Creo que las dos cosas. A veces hay que dar un estacazo (entre comillas estacazo), y a veces hay que animar y tener paciencia. Hace falta autoridad, cariño y paciencia.

-Porque la crisis para los menores más que económica es de valores.

-Es de valores para los chicos y también para los padres. Tenemos una mezcla de contrariedades y de complejos, y estamos pagando las consecuencias. Yo creo que se ha perdido el respeto, la autoridad de los padres, el sentimiento de que los niños no son los reyes de la casa sino que son un elemento fundamental y tienen derechos y deberes. Hay una crisis de valores en todo y en especial en la familia.

-Hoy en día un azote a un hijo puede llevar al banquillo. ¿Cree que eso está generando en los padres miedo a educar?

-Les está dando muchas contradicciones, y la verdad es que los padres están muy indefensos. Yo creo que en este país confundir un cachete con un maltrato es una auténtica barbaridad. Aunque no soy partidario del cachete, siempre digo que el problema es darlo en el momento justo con la intensidad adecuada; si se diese así no estaría mal, el problema es que no se produce así. Pero confundir un cachete con un maltrato es una equivocación de la sociedad y de la ley.

-Ley del menor. ¿Es blanda?

-No. Es una ley que está proporcionada y que a veces es más dura que la de mayores, lo que pasa es que no se explica bien. No soy partidario de endurecerla.

-Sus sentencias ejemplares son archiconocidas. ¿De cuál está más orgulloso?

-Quizás de la más desagradable: la de condenar a los chavales a sacarse la ESO. Que a un chaval que ha tenido que delinquir lo coja la Justicia y que, gracias a ella, aprenda y se saque la enseñanza obligatoria es muy desagradable, pero es lo más gratificante.

-Precisamente por condenar a un menor a dejar de ser analfabeto entró usted en esta espiral mediática. ¿Cómo lleva la fama?

-Sorprendido. Hombre, es una satisfacción personal que, teniendo una profesión tan criticada, caigas bien a la gente y que hasta los que condenas te den las gracias. Pero es cosa de los medios.

-Imparte justicia, publica libros y es muy activo en las redes sociales. ¿Tiene superpoderes, tiempo de sobra, un negro...?

-Tengo un negro muy negro (risas), que es el periodista Carlos Morán. Y luego tengo buenos colaboradores. Lo tengo muy bien organizado y confío en la gente.

-También hay mucha gente que confía en usted. ¿Sus vecinos, por ejemplo, le piden asesoramiento?

-Sí, aunque me piden consejo más que asesoramiento. Muchas veces lo que la gente quiere es que la escuches. Yo, asesoramiento, poco, realmente. Cada vez estoy más limitado en mi trabajo.

-¿Qué se hace con un niño respondón?

-Cariño, autoridad y paciencia. Pero a ese respondón hay que limitarlo y controlarlo desde chiquitín. De la noche a la mañana no sale un niño respondón, es porque se le ha ido permitiendo. Los niños desde que nacen nos someten a pruebas y hay que ir controlándolos. De todas formas, también hay que tener suerte; yo siempre digo: los católicos que recen y los no católicos que reciban energía positiva.

-¿Y con un nini [ni estudia ni trabaja]?

-No se puede ser consentidor de esa vagancia. Los jóvenes tienen que formar su vida. Ante el típico nini  mi consejo es ser inflexible: si estás en casa y no cumples con tus obligaciones como hijo, ahí tienes la puerta y adiós.

-El manejo ético que propone de las nuevas tecnologías pasa por...

-Hay que hacer móviles con arreglo a las edades. Después, advertir de los peligros que conlleva el mal uso de los teléfonos y las nuevas tecnologías (drogadicción y su uso como herramienta para cometer delitos), y luego debe haber control de los padres y sentido común.

-¿A qué edad daría usted un móvil a un menor?

-No antes de los 14 años.

-En sus 30 años de experiencia como magistrado, ¿ha habido algún caso que se le haya resistido?

-Sí, claro. Mire, el 80% de los chavales que cometen delitos no son delincuentes. Del otro 20% la mitad es carne de cañón, haya ley o no. Cada vez son menos, pero hay gente irrecuperable.

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