Plantearse las posibles resoluciones de un simple problema geométrico
puede ser la ocasión para tomar conciencia de los condicionamientos del
contexto sobre nuestra forma de hacer matemática, considerando para ello
las herramientas que el entorno nos proporciona y los conocimientos que
se adquieren de la cultura en la que estamos inmersos.
Imaginemos una tarea que se nos puede presentar cualquier día en
la casa: colgar un cuadro. Para eso tenemos que encontrar el punto
medio del lado superior del marco y clavar allí la argolla. ¿Cómo lo
haríamos? Pensémoslo un poco y tratemos de fijarnos en las herramientas
concretas y las habilidades mentales que necesitaríamos para ello.
Lo primero que se nos puede ocurrir es realizar una medición y
resolver el problema aritméticamente. Los pasos a realizar serían:
conseguir un metro, medir el largo, una vez obtenido el valor dividirlo
por dos realizando una operación aritmética y volver a medir con el
metro cuál es la mitad del largo inicial. Ahora fijémonos en cuáles son
las herramientas que hemos necesitado: indispensable es un metro,
después una calculadora o, quizás, papel y lápiz por si necesitamos
hacer el cálculo por escrito. Esto en la sociedad occidental es lo más
común debido a la costumbre que tenemos, desde los primeros años de
escolarización, de medir a través del sistema métrico decimal y resolver
operaciones aritméticas.
Otra posible estrategia que nos enseñan en la escuela, esta vez
desde la geometría o el dibujo técnico. Consiste en conseguir una regla y
un compás, abrir este último 'a ojo' a más de la mitad del segmento,
puntear la varilla (la pata) con la aguja en un extremo del segmento,
trazar con la mina de la otra varilla un arco de circunferencia y
realizar la misma operación punteando en la otra extremidad manteniendo
la misma abertura del compás. Una vez trazados estos dos arcos de
circunferencia de igual radio, con centro en los extremos, se unen sus
intersecciones con la regla para obtener una recta que pasa por el punto
medio (que se llama recta mediatriz). Para realizar este procedimiento,
además de un compás, es necesario que el segmento sea dibujado en un
papel para poder trazar los arcos de circunferencias [Figura 1].
Ahora, ¿qué pasa si no disponemos de ninguna de las herramientas
para realizar las estrategias anteriores, por ejemplo ni metro ni
compás? Si tenemos a mano algún hilo de un material flexible, o una tira
de papel, podemos acercar el hilo al segmento a dividir, cortar un
trocito de hilo que sea de la misma longitud del segmento a dividir,
doblarlo en dos para así saber y marcar cuál es su mitad, finalmente
volver a acercar el hilo al segmento y ver sobre el segmento cuál es su
punto medio.
Ahora me gustaría contarles cómo lo hacen algunos artesanos de
un pueblo indígena de Indonesia, los Torajas, que no están
familiarizados ni con el metro ni con el compás, y no disponen de muchos
materiales flexibles, pero necesitan dividir segmentos por la mitad
muchas veces cuando realizan retículas sobre las cuales pintan las
decoraciones geométricas de las fachadas de sus casas. La palabra clave
para entender lo que hacen es kira-kira, es decir, aproximadamente. El
método kira-kira consiste en un método recurrente que proporciona
aproximaciones sucesivas a la solución del problema de partir un
segmento en dos partes iguales. Se necesitan un asta -los artesanos
torajas utilizan un listón de bambú- y un lápiz. Los pasos son [Figura
2]: 1, acercar el asta al segmento a dividir haciendo coincidir sus
extremos por el lado izquierdo, identificar el punto medio M, a ojo, y
marcarlo sobre el asta y sobre el segmento; 2, deslizar el asta para que
su extremo izquierdo coincida con la marca del segmento; en este punto,
si la marca del asta no coincide exactamente con el extremo derecho del
segmento, se realiza una nueva marca N en lo que se considera, de nuevo
a ojo, el centro de esta diferencia -que es nada más que el error de la
primera aproximación-. Entonces se repite el procedimiento desde el
principio con el paso 1) considerando la nueva marca N en lugar de M. El
procedimiento reiterativo termina cuando, una vez deslizado el asta, la
marca coincide con el extremo derecho del segmento, lo que significaría
que ya no hay error. Este método, que a una primera lectura parece un
poco engorroso, resulta al contrario ser muy rápido y efectivo a la hora
de utilizarlo (¡pruébenlo ustedes mismos!). Además, los artesanos
suelen ser bastante precisos en las aproximaciones a ojo, así que
necesitan reiterar el método pocas veces (rara vez más de una). Las
ventajas del método kira-kira consisten en usar herramientas que están
al alcance fácilmente en todo momento y lugar, proporcionar un grado de
precisión alto y escasa posibilidad de error, no necesitar conocimientos
teóricos respecto a la medida a la aritmética, sino solo una mínima
habilidad manual y capacidad de estimación visual.
Por deber de crónica, el método kira-kira ha sido documentado en
una investigación doctoral de la Universidad Autónoma de Barcelona
realizada por Miquel Albertí Palmer en Etnomatemática, una línea de
investigación que estudia la implicación de los factores sociales y
culturales en la Educación Matemática.
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