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martes, 21 de octubre de 2014

El abuelo granadino de un premio Nobel granadahoy.com

Antonio Carvajal dedica a Aleixandre su discurso como supernumerario de la Academia de Buenas Letras
G. CAPPA GRANADa
Carvajal, ayer, en el acto de apertura del nuevo curso de la Academia de Buenas Letras.
Antonio Carvajal es fiel discípulo de Vicente Aleixandre, en lo literario y en lo personal. "Amo muchísimo la poesía, pero amo más la vida. ¡Ay, del hombre que dice amar más la poesía que la vida!", dijo el Nobel en una ocasión. Y el autor granadino, premio Nacional de Poesía en 2012, sigue a pies juntillas sus enseñanzas y, desde que se jubiló como profesor en la UGR, se trasladó a vivir cerca de la playa y se puso como norma no levantarse jamás antes de las diez de la mañana. Pero el resto del tiempo lo sigue exprimiendo y una muestra es el discurso que pronunció ayer en el Paraninfo de la Universidad de Derecho en la apertura del curso de la Academia de Buenas Letras. El autor de Tigres en el jardín pasó ayer a supernumerario de la institución con la conferencia titulada Incorporación temporal de Granada en la obra de Vicente Aleixandre, en la que reveló que el abuelo materno del escritor era de origen granadino. "Era un hombre de mucho talento, natural y de gran ingenio", según confesó el autor de Poemas de la consumación.

Al comienzo de su intervención, Antonio Carvajal recordó la famosa casa de Aleixandre de la calle Velintonia, presidida por "un precioso retrato" firmado por Madrazo de su abuelo materno, Antonio Merlo. "Nacido en 1838 según se deduce de las palabras que el nieto le pone en la boca más de un siglo después, huido del seminario, emigrante a Cuba con pocos duros y algo de ropa blanca, y vuelto a España, adinerado y emprendedor, una de cuyas adquisiciones, el Molino de Atocha, dejará honda huella en la vida y en la obra de su único descendiente varón", explicó Carvajal sobre un hombre que debió llevar una "vida clamorosa" y a cuya muerte se refirió su nieto como un "naufragio de pesadilla". Y Antonio Merlo, el abuelo granadino, parece que siguió los traslados de su yerno (ingeniero de los ferrocarriles) para estar cerca de su hija Elvira "y así lo vemos y sentimos en Sevilla, Málaga, Madrid…", prosiguió el nuevo supernumerario de la Academia. 

Otro personaje que ocupó un lugar destacado en la vida de Aleixandre fue García Lorca, a quien dedicó una sentida evocación: "A Federico se le ha comparado con un niño, se le puede comparar con un ángel, con un agua (mi corazón es un poco de agua pura, decía él en una carta), con una roca; en sus más tremendos momentos era impetuoso, clamoroso, mágico como una selva. Cada cual le ha visto de una manera. Los que le amamos y convivimos con él le vimos siempre el mismo, único y sin embargo cambiante, variable como la misma naturaleza", leyó Carvajal.

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