Un estudio genético publicado por la revista 'Nature' reconstruye los movimientos poblacionales que dieron lugar a la mayor parte de las lenguas que se hablan hoy día en el continente europeo.
EFE, MADRID
Los europeos actuales son resultado de varios movimientos poblacionales, si bien, el último de ellos, el que tuvo lugar hace unos 5.000-4.500 años, fue el que además dio lugar a la mayor parte de las lenguas que se hablan hoy día en día en el continente. Esta es la principal conclusión de un estudio coordinado por David Reich (genetista de la Universidad de Harvard, EEUU)) yKurt Alt, de la Universidad de Maguncia (Alemania) y en el que han participado investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona, de la Autónoma de Madrid, la Universidad de Valladolid y del Instituto arqueológico alemán.
La investigación, publicada este lunes en Nature, se basa en el estudio del ADN de los restos de 69 individuos europeos del Paleolítico, Neolítico, y la Edad del Bronce en Europa. Los restos, de entre 8.000 y 3.000 años de antigüedad, "son en su mayor parte de individuos de Alemania central, pero también hay de Hungría, Rusia y la Península Ibérica", explica Roberto Risch, investigador de la UAB y coautor del estudio. "El análisis genético de los restos nos ha permitido reconstruir la prehistoria y ver qué personas y en qué épocas son genéticamente semejantes", y reconstruir la historia de las migraciones y movimientos poblacionales que han configurado Europa, afirma Risch.
El primer cambio en los pobladores europeos se produjo hace unos 7.000-8.000 años, cuando influidos por la llegada de hombres de Mesopotamia o Próximo Oriente (el llamado Creciente fértil), los pobladores de Europa central y del Mediterráneo occidental empezaron a domesticar animales y a dedicarse a la agricultura. Al estudiar los restos "vimos que las poblaciones del Neolítico de la Península Ibérica eran prácticamente iguales que los de los individuos de Europa central, lo que confirma que la migración desde Próximo Oriente -hace unos 8.000 años- efectivamente llegó a Europa Central y al Mediterráneo occidental por distintos medios y fue el primer cambio genético respecto a los cazadores-recolectores del Paleolítico". Posteriormente, las poblaciones de Europa central y del este siguieron trayectorias diferentes y no se relacionaron entre sí hasta hace unos 4.500 años.
En ese momento, Europa central estaba habitaba por una cultura arqueológica (la de las cerámicas cordadas) pero el ADN de sus restos "no tiene nada que ver con el de los individuos de Europa occidental. Es totalmente distinto en más de un 75% de los casos", y tal cambio genético en las personas sólo puede significar que "han venido de otro sitio y, por tanto, se trata de una migración poblacional muy importante". Al analizar el ADN de los huesos, los investigadores vieron que las personas de la cultura de la cerámica cordada tenían el mismo ADN que las poblaciones kurgánicas de las estepas de Rusia y Ucrania (estepas norpónticas).
Esa observación coincide con la hipótesis de la estepa, una teoría lingüística que planteaba que los idiomas indoeuropeos probablemente vienen de la zona norpóntica de las estepas orientales y que llegaron a Europa hace unos 4.500 años" en una migración "tan masiva que hizo que un75% de la población de Europa Central se renovase totalmente" y que también supuso la llegada de un nuevo idioma: el indoeuropeo del que han surgido casi todas las lenguas que se hablan actualmente en el continente. Actualmente, el 50% de las personas de Europa del norte y Europa central y un 25% de los habitantes de la Península Ibérica siguen teniendo en su pool genético raíces de estas poblaciones kurgánicas, es decir, "que la población europea actual debe una parte importante de sus raíces genéticas a esta migración que se produjo hace unos 4.500-5.000 años". Pero además, la investigación concluye que además de un cambio genético y lingüístico, esta migración supuso un gran cambio social y político para el continente. "Dio lugar a las primeras tumbas individuales, a un nuevo tipo de armamento con metalurgia más desarrollada, a la llegada de la rueda y el carro, y a muchos cambios sociales y políticos", concluye.
La investigación, publicada este lunes en Nature, se basa en el estudio del ADN de los restos de 69 individuos europeos del Paleolítico, Neolítico, y la Edad del Bronce en Europa. Los restos, de entre 8.000 y 3.000 años de antigüedad, "son en su mayor parte de individuos de Alemania central, pero también hay de Hungría, Rusia y la Península Ibérica", explica Roberto Risch, investigador de la UAB y coautor del estudio. "El análisis genético de los restos nos ha permitido reconstruir la prehistoria y ver qué personas y en qué épocas son genéticamente semejantes", y reconstruir la historia de las migraciones y movimientos poblacionales que han configurado Europa, afirma Risch.
El primer cambio en los pobladores europeos se produjo hace unos 7.000-8.000 años, cuando influidos por la llegada de hombres de Mesopotamia o Próximo Oriente (el llamado Creciente fértil), los pobladores de Europa central y del Mediterráneo occidental empezaron a domesticar animales y a dedicarse a la agricultura. Al estudiar los restos "vimos que las poblaciones del Neolítico de la Península Ibérica eran prácticamente iguales que los de los individuos de Europa central, lo que confirma que la migración desde Próximo Oriente -hace unos 8.000 años- efectivamente llegó a Europa Central y al Mediterráneo occidental por distintos medios y fue el primer cambio genético respecto a los cazadores-recolectores del Paleolítico". Posteriormente, las poblaciones de Europa central y del este siguieron trayectorias diferentes y no se relacionaron entre sí hasta hace unos 4.500 años.
En ese momento, Europa central estaba habitaba por una cultura arqueológica (la de las cerámicas cordadas) pero el ADN de sus restos "no tiene nada que ver con el de los individuos de Europa occidental. Es totalmente distinto en más de un 75% de los casos", y tal cambio genético en las personas sólo puede significar que "han venido de otro sitio y, por tanto, se trata de una migración poblacional muy importante". Al analizar el ADN de los huesos, los investigadores vieron que las personas de la cultura de la cerámica cordada tenían el mismo ADN que las poblaciones kurgánicas de las estepas de Rusia y Ucrania (estepas norpónticas).
Esa observación coincide con la hipótesis de la estepa, una teoría lingüística que planteaba que los idiomas indoeuropeos probablemente vienen de la zona norpóntica de las estepas orientales y que llegaron a Europa hace unos 4.500 años" en una migración "tan masiva que hizo que un75% de la población de Europa Central se renovase totalmente" y que también supuso la llegada de un nuevo idioma: el indoeuropeo del que han surgido casi todas las lenguas que se hablan actualmente en el continente. Actualmente, el 50% de las personas de Europa del norte y Europa central y un 25% de los habitantes de la Península Ibérica siguen teniendo en su pool genético raíces de estas poblaciones kurgánicas, es decir, "que la población europea actual debe una parte importante de sus raíces genéticas a esta migración que se produjo hace unos 4.500-5.000 años". Pero además, la investigación concluye que además de un cambio genético y lingüístico, esta migración supuso un gran cambio social y político para el continente. "Dio lugar a las primeras tumbas individuales, a un nuevo tipo de armamento con metalurgia más desarrollada, a la llegada de la rueda y el carro, y a muchos cambios sociales y políticos", concluye.
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