El artista tuvo un encuentro con lectores y seguidores para presentar su novela 'Éxitus', que transcurre en un barrio marginal similar al de su infancia.
G. CAPPA GRANADA
Antonio Luque, más conocido por Sr. Chinarro cuando coge una guitarra y se sube al escenario, presentó ayer en la Feria del Libro su novela Éxitus (El Aleph), el crudo retrato de un barrio marginal, el mismo escenario de su infancia. Con una fuerte vinculación con Granada a través de su estrecha amistad con los integrantes de Los Planetas, las horas previas a la presentación las pasó en compañía de Jota escuchando en directo las nuevas canciones que la banda presenta el 4 de mayo. Escéptico y lúcido, es quizás el único músico de toda España capaz de decir sin rodeos que los discos publicados mientras escribía la novela son mediocres. "Se nota que tenía que repartir mi tiempo entre las canciones y la novela", dice para poner millones de kilómetros entre su forma de estar en el mundo y la sonrisa profidén y la vida de portada de revista de David Bustamante.
-Hay quien ha dicho de usted, como novelista, que es un escritor sin guitarra. ¿Firma esta semblanza?
-Las canciones hay que escribirlas también, ¿o no? Sin un bolígrafo poco podemos hacer. En verdad escribo las letras de las canciones y las novelas en el iPhone, porque suelo hacerlo en la playa y sacar un boli en esas circunstancias es bastante complicado.
-El desencadenante de la novela es una explosión de gas en una casa humilde que deja huérfano de padre al protagonista y con su madre ingresada en la UCI. ¿Sacó el punto de partida del telediario?
-Yo crecí en un barrio muy parecido al que describo en la novela y, aunque digan eso de que los ricos también lloran, lo cierto es que los pobres, por desgracia, son más propensos a padecer situaciones terribles; estoy pensando, por ejemplo, en lo que pasó en el barrio del Carmel, y me pregunto si es antes el huevo y la gallina, si es el desorden el que trae la pobreza y la desgracia o si es al contrario. Yo procuro tener mi revisión del gas siempre al día y, de hecho, donde vivo no hay gas porque me parece un peligro terrible.
-Cuando se sale de un barrio humilde hay dos opciones; olvidarse por completo de los orígenes o hacer de eso casi una bandera. ¿Pertenece a esta segunda tipología?
-Lo tengo muy presente, sobre todo cuando me llega ahora un pijorro y me intenta explicar a mí qué es el comunismo; he crecido entre personas humildes y no me van a contar historias.
-En eso parece que coincide con Luis García Montero, quien ha dado el gran salto a la política para reivindicar que IU lleva los últimos 30 años luchando desde la izquierda por una sociedad más justa...
-Y también hay que tener una visión crítica, he tenido el gusto de hablar con Luis García Montero en alguna ocasión y estoy seguro de que es un hombre crítico con ciertos comportamientos que ha habido en IU en relación a temas como las tarjetas black. Eso de que ahora, de repente, aparezcan unos señores perfectos como esos de Podemos, me produce algo de terror, me siento mucho más cerca de gente como Luis.
-Hay muchas personas a las que les daba igual que el mundo se acabara el día después de su muerte, pero que cambian radicalmente de postura cuando tienen un hijo y se preocupan incluso por el ecologismo. En este sentido, como padre, ¿le inquieta qué mundo va a heredar su hijo?
-Totalmente, el ecologismo me preocupaba antes, pero ahora mucho más porque es la única herencia que voy a dejar a mi niño; otra cosa es el dinero, que tiene mucha menos importancia de lo que la gente le da.
-¿En el título de su novela juega con la acepción que tiene éxitus en la medicina?
-Juego con un doble sentido, porque la única solución para la vida es la muerte.
-Parece ser de los que piensan que un optimista es un pesimista mal informado...
-¿A qué venimos al mundo sino a fracasar?
-Hasta Ismael Serrano, en un arranque de optimismo en su último disco, viene a decir que ya está bien de tristeza...
-Él tiene razones para estar contento llenando teatros con esas canciones que hace, yo también lo estaría.
-Usted también llena las salas de conciertos...
-Hace tiempo que no.
-¿No está contento con su trayectoria última?
-No tanto como Ismael Serrano.
-Dejando de lado a Ismael Serrano y volviendo a su libro, huye de ese tópico del cine de los ochenta de intentar mostrar como héroes de la marginalidad a personajes como El Vaquilla o el Torete. ¿Por qué toma esa postura?
-No quiero parecer María Dolores de Cospedal, pero muchas veces pecan de lo mismo que los poderosos. En la novela está todo el mundo robándose cosas y el modo en el que un mechero circula en una pandilla de fumadores me recuerda a cómo circulan las acciones del Ibex 35. El humano, en su tribu, reproduce siempre comportamientos muy parecidos, es sólo una cuestión de proporciones. En la sociedad no hay salida para esto.
-¿Ni siquiera a través de la educación, como suele decirse de manera un tanto tópica?
-No, yo me recuerdo en clase rodeado de 40 personas de las que a 35 no les importaba nada lo que allí se decía, con lo que es difícil.
-En una canción siempre tiene la obligación de condensar una historia, ¿las 512 páginas de Éxitus han sido para usted una liberación para poder explayarse?
-Tiene más mérito condensar que desarrollar, por eso sigo prefiriendo hacer canciones.
-Coincide con la cuentista Cristina Fernández Cubas, que sostiene que lo que se puede contar en 5 páginas no hay necesidad de hacerlo en 400.
-Es verdad, es que la gente, además, apenas tiene tiempo; un ejemplo es que Twitter se está comiendo a Facebook, precisamente por eso.
-¿Por qué cree que escasean las buenas historias en la música actual?
-Igual cada vez hay menos historias en la calle y también hay cada vez menos canciones que interesen a la gente. Hay una industria de festivales, pero la gente va allí a lo que va. La industria de los festivales está en un gran momento, pero la de las buenas canciones está en horas muy bajas.
-¿Por qué hay más tradición en España de cantantes que escriben poesía?
-El verso y la canción se parecen demasiado, si escribo un poema directamente cojo la guitarra y le pongo música. Lo de la novela sí es muy diferente y tenía mucho de reto. No fue decisión mía, porque me lo propusieron los editores, igual que si me hubiesen propuesto escalar el Everest o Sierra Nevada.
-¿Qué crítica le han hecho sus amigos músicos a la novela?
-Creo que ninguno se la ha terminado.
-Supongo que sus fans sí se la habrán terminado. ¿Qué le comentan en este tipo de encuentros?
-Personalmente, creo que en España no se lee mucho, ni siquiera yo leo todo lo que debiera. Hay gente que me pregunta cuándo muere realmente el protagonista.
-Acaba de cometer ese error capital de lanzar un spoiler...
-Da igual, como no se puede saber cuándo muere... Al final, lo que quiero decir es que la vida es una anécdota, que es casi insignificante en comparación con la muerte victoriosa.
-Es un recurso muy cinematográfico, algo que era de esperar en un cantante que ha titulado una de sus canciones 'Esplendor en la hierba. ¿Qué papel juega el cine en sus creaciones?
-Es verdad, el otro día estuve viendo esa nueve serie de televisión que es como Ocho apellidos vascos, con un señor que está en coma y con protagonistas que son como de barrio. Me acordé mucho de mi novela.
-Pero en estas series de las que habla, los personajes marginales hablan con el acento del barrio de Salamanca.
-No creo que vuelva a ver ningún capítulo. En mi caso, mi novela tiene mucho de autobiográfico, tuve que escribir de lo más cercano.
-La vida de los músicos es curiosa porque, cuando están de gira presentando un disco, suelen aprovechar los hoteles y los viajes para componer el siguiente. En su caso, ¿usó este tiempo muerto para escribir la novela?
-Lo escribí en 2009, entre Presidente y ¡Menos samba!, dos discos donde se nota que estaba embarcado en otros proyectos agotadores.
-¿Realmente es tan crítico consigo mismo?
-Si hubiese querido vender motos hubiese puesto una tienda.
-Sus referencias musicales están bastante claras; sin embargo, ¿cuáles son las literarias?
-Kafka, Dostoyevsky, Proust, Balzac... Los buenos.
-¿Literariamente se queda en el siglo XIX y comienzos del XX?
-No hay muchas cosas interesantes desde entonces, quizás el Holocausto nazi por lo terrible.
-Hay quien ha dicho de usted, como novelista, que es un escritor sin guitarra. ¿Firma esta semblanza?
-Las canciones hay que escribirlas también, ¿o no? Sin un bolígrafo poco podemos hacer. En verdad escribo las letras de las canciones y las novelas en el iPhone, porque suelo hacerlo en la playa y sacar un boli en esas circunstancias es bastante complicado.
-El desencadenante de la novela es una explosión de gas en una casa humilde que deja huérfano de padre al protagonista y con su madre ingresada en la UCI. ¿Sacó el punto de partida del telediario?
-Yo crecí en un barrio muy parecido al que describo en la novela y, aunque digan eso de que los ricos también lloran, lo cierto es que los pobres, por desgracia, son más propensos a padecer situaciones terribles; estoy pensando, por ejemplo, en lo que pasó en el barrio del Carmel, y me pregunto si es antes el huevo y la gallina, si es el desorden el que trae la pobreza y la desgracia o si es al contrario. Yo procuro tener mi revisión del gas siempre al día y, de hecho, donde vivo no hay gas porque me parece un peligro terrible.
-Cuando se sale de un barrio humilde hay dos opciones; olvidarse por completo de los orígenes o hacer de eso casi una bandera. ¿Pertenece a esta segunda tipología?
-Lo tengo muy presente, sobre todo cuando me llega ahora un pijorro y me intenta explicar a mí qué es el comunismo; he crecido entre personas humildes y no me van a contar historias.
-En eso parece que coincide con Luis García Montero, quien ha dado el gran salto a la política para reivindicar que IU lleva los últimos 30 años luchando desde la izquierda por una sociedad más justa...
-Y también hay que tener una visión crítica, he tenido el gusto de hablar con Luis García Montero en alguna ocasión y estoy seguro de que es un hombre crítico con ciertos comportamientos que ha habido en IU en relación a temas como las tarjetas black. Eso de que ahora, de repente, aparezcan unos señores perfectos como esos de Podemos, me produce algo de terror, me siento mucho más cerca de gente como Luis.
-Hay muchas personas a las que les daba igual que el mundo se acabara el día después de su muerte, pero que cambian radicalmente de postura cuando tienen un hijo y se preocupan incluso por el ecologismo. En este sentido, como padre, ¿le inquieta qué mundo va a heredar su hijo?
-Totalmente, el ecologismo me preocupaba antes, pero ahora mucho más porque es la única herencia que voy a dejar a mi niño; otra cosa es el dinero, que tiene mucha menos importancia de lo que la gente le da.
-¿En el título de su novela juega con la acepción que tiene éxitus en la medicina?
-Juego con un doble sentido, porque la única solución para la vida es la muerte.
-Parece ser de los que piensan que un optimista es un pesimista mal informado...
-¿A qué venimos al mundo sino a fracasar?
-Hasta Ismael Serrano, en un arranque de optimismo en su último disco, viene a decir que ya está bien de tristeza...
-Él tiene razones para estar contento llenando teatros con esas canciones que hace, yo también lo estaría.
-Usted también llena las salas de conciertos...
-Hace tiempo que no.
-¿No está contento con su trayectoria última?
-No tanto como Ismael Serrano.
-Dejando de lado a Ismael Serrano y volviendo a su libro, huye de ese tópico del cine de los ochenta de intentar mostrar como héroes de la marginalidad a personajes como El Vaquilla o el Torete. ¿Por qué toma esa postura?
-No quiero parecer María Dolores de Cospedal, pero muchas veces pecan de lo mismo que los poderosos. En la novela está todo el mundo robándose cosas y el modo en el que un mechero circula en una pandilla de fumadores me recuerda a cómo circulan las acciones del Ibex 35. El humano, en su tribu, reproduce siempre comportamientos muy parecidos, es sólo una cuestión de proporciones. En la sociedad no hay salida para esto.
-¿Ni siquiera a través de la educación, como suele decirse de manera un tanto tópica?
-No, yo me recuerdo en clase rodeado de 40 personas de las que a 35 no les importaba nada lo que allí se decía, con lo que es difícil.
-En una canción siempre tiene la obligación de condensar una historia, ¿las 512 páginas de Éxitus han sido para usted una liberación para poder explayarse?
-Tiene más mérito condensar que desarrollar, por eso sigo prefiriendo hacer canciones.
-Coincide con la cuentista Cristina Fernández Cubas, que sostiene que lo que se puede contar en 5 páginas no hay necesidad de hacerlo en 400.
-Es verdad, es que la gente, además, apenas tiene tiempo; un ejemplo es que Twitter se está comiendo a Facebook, precisamente por eso.
-¿Por qué cree que escasean las buenas historias en la música actual?
-Igual cada vez hay menos historias en la calle y también hay cada vez menos canciones que interesen a la gente. Hay una industria de festivales, pero la gente va allí a lo que va. La industria de los festivales está en un gran momento, pero la de las buenas canciones está en horas muy bajas.
-¿Por qué hay más tradición en España de cantantes que escriben poesía?
-El verso y la canción se parecen demasiado, si escribo un poema directamente cojo la guitarra y le pongo música. Lo de la novela sí es muy diferente y tenía mucho de reto. No fue decisión mía, porque me lo propusieron los editores, igual que si me hubiesen propuesto escalar el Everest o Sierra Nevada.
-¿Qué crítica le han hecho sus amigos músicos a la novela?
-Creo que ninguno se la ha terminado.
-Supongo que sus fans sí se la habrán terminado. ¿Qué le comentan en este tipo de encuentros?
-Personalmente, creo que en España no se lee mucho, ni siquiera yo leo todo lo que debiera. Hay gente que me pregunta cuándo muere realmente el protagonista.
-Acaba de cometer ese error capital de lanzar un spoiler...
-Da igual, como no se puede saber cuándo muere... Al final, lo que quiero decir es que la vida es una anécdota, que es casi insignificante en comparación con la muerte victoriosa.
-Es un recurso muy cinematográfico, algo que era de esperar en un cantante que ha titulado una de sus canciones 'Esplendor en la hierba. ¿Qué papel juega el cine en sus creaciones?
-Es verdad, el otro día estuve viendo esa nueve serie de televisión que es como Ocho apellidos vascos, con un señor que está en coma y con protagonistas que son como de barrio. Me acordé mucho de mi novela.
-Pero en estas series de las que habla, los personajes marginales hablan con el acento del barrio de Salamanca.
-No creo que vuelva a ver ningún capítulo. En mi caso, mi novela tiene mucho de autobiográfico, tuve que escribir de lo más cercano.
-La vida de los músicos es curiosa porque, cuando están de gira presentando un disco, suelen aprovechar los hoteles y los viajes para componer el siguiente. En su caso, ¿usó este tiempo muerto para escribir la novela?
-Lo escribí en 2009, entre Presidente y ¡Menos samba!, dos discos donde se nota que estaba embarcado en otros proyectos agotadores.
-¿Realmente es tan crítico consigo mismo?
-Si hubiese querido vender motos hubiese puesto una tienda.
-Sus referencias musicales están bastante claras; sin embargo, ¿cuáles son las literarias?
-Kafka, Dostoyevsky, Proust, Balzac... Los buenos.
-¿Literariamente se queda en el siglo XIX y comienzos del XX?
-No hay muchas cosas interesantes desde entonces, quizás el Holocausto nazi por lo terrible.
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