En la actualidad se puede llegar a pagar por un artículo de tecnología de lujo hasta 30 veces más que el coste de sus componentes en origen
HA habido numerosas huelgas y manifestaciones a lo largo de los últimos años en protesta ante la elevada diferencia de precios que se registra entre lo que paga el consumidor final en un establecimiento por un artículo y lo que recibe el productor con su venta en el sector agrícola. Conocemos que en la cadena de compra-venta, desde que el agricultor recoge un alimento y hasta que el vendedor final lo expone en la tienda, hay una serie de intermediarios que hacen subir el precio final del producto.
Pero, ¿cuáles son los márgenes y beneficios en tecnología? Para entenderlo, hay que exponer algunos ejemplos entre la diferencia de los precios en el sector agrícola. Estos datos proceden de la asociación de productores agrícolas, y aunque son del año 2012 son muy representativos. Por ejemplo, el kilo de cebolla en origen se paga a 0,05 euros, un precio que se eleva hasta los 1,02 euros en tienda, lo que presenta un aumento del 1.940%. El kilo de patata, otro de los productos más consumidos, se paga en origen a 0,06 euros y en cualquier tienda el cliente se lo encuentra a 60 céntimos de euros, lo que supone una diferencia porcentual del 900%. Lo mismo ocurre con el limón, el repollo, o la zanahoria, unos productos que en origen se pagan a precios muy bajos, mientras que el consumidor tiene que abonar por los mismos una elevada diferencia porcentual. Es más, una ensalada normal en un restaurante de lujo puede llegar a costar hasta 30 euros y, probablemente no llegue a los 150 gramos entre todos sus ingredientes.
Bueno, ¿Y en los productos de tecnología hay tanta diferencia? Debido a una serie de proyectos en los que me he embarcado, he podido comprobar las diferencias entre los precios de muchos de los componentes de muchos objetos y su precio final. Y ahora la diferencia en el precio de las cebollas no me parece escandaloso.
La mayoría de las fábricas de componentes electrónicos se encuentran en China. Pero claro, un consumidor final no compra directamente a fábrica, si no que lo adquiere a un minorista que a su vez le ha comprado a un mayorista o a un comercial de la fábrica. Con esto, quiero decir que lo normal no es acercarse al campo y comprarle las patatas a agricultor. Lógicamente, si a cualquiera de nosotros nos diesen ocho euros en componentes electrónicos no sabríamos montar un teléfono móvil, pero por ese precio probablemente si que podríamos comprar los componentes para montar un dispositivo de unos 200 euros en el mercado.
Pero no todo son los componentes. Si se hace la comparativa con una ensalada en un restaurante, vemos que hay que pagar los ingenieros que lo han diseñado, igual que hay que pagar al chef que diseñó la ensalada. Hay que pagar a los cocineros, igual que hay que a los montadores que unen cada una de las piezas que provienen de las distintas fábricas. También hay que pagar a los distribuidores y el transporte en ambos casos, además de a los agricultores, en el caso de los restaurantes, y también a la fábrica de componentes, en el caso de las empresas que hacen los móviles.
En definitiva, al igual que con una ensalada de 30 euros pagamos 30 veces los precios de la materia prima, por cualquier artículo de tecnología de lujo, podemos pagar hasta 30 veces el precio de sus componentes en origen. Me viene a la cabeza una historia relacionada con este tema. El ingeniero Charles P. Steinmetz, fue llamado por Henry Ford para arreglar un valiosísimo generador. Tras un par de días escuchando los ruidos del mismo, trazó una raya de tiza y dijo que se desenrollase unas vueltas un cable. Por ello cobró 10.000 dólares, una autentica fortuna de la época. Al pedirle explicaciones por la factura la desglosó: "Marca de tiza en el generador: 1 dólar. Saber dónde hacer la marca 9.999: dólares. Total a pagar: 10.000". Se comenta también que Henry Ford pagó encantado dicha factura.
Pero, ¿cuáles son los márgenes y beneficios en tecnología? Para entenderlo, hay que exponer algunos ejemplos entre la diferencia de los precios en el sector agrícola. Estos datos proceden de la asociación de productores agrícolas, y aunque son del año 2012 son muy representativos. Por ejemplo, el kilo de cebolla en origen se paga a 0,05 euros, un precio que se eleva hasta los 1,02 euros en tienda, lo que presenta un aumento del 1.940%. El kilo de patata, otro de los productos más consumidos, se paga en origen a 0,06 euros y en cualquier tienda el cliente se lo encuentra a 60 céntimos de euros, lo que supone una diferencia porcentual del 900%. Lo mismo ocurre con el limón, el repollo, o la zanahoria, unos productos que en origen se pagan a precios muy bajos, mientras que el consumidor tiene que abonar por los mismos una elevada diferencia porcentual. Es más, una ensalada normal en un restaurante de lujo puede llegar a costar hasta 30 euros y, probablemente no llegue a los 150 gramos entre todos sus ingredientes.
Bueno, ¿Y en los productos de tecnología hay tanta diferencia? Debido a una serie de proyectos en los que me he embarcado, he podido comprobar las diferencias entre los precios de muchos de los componentes de muchos objetos y su precio final. Y ahora la diferencia en el precio de las cebollas no me parece escandaloso.
La mayoría de las fábricas de componentes electrónicos se encuentran en China. Pero claro, un consumidor final no compra directamente a fábrica, si no que lo adquiere a un minorista que a su vez le ha comprado a un mayorista o a un comercial de la fábrica. Con esto, quiero decir que lo normal no es acercarse al campo y comprarle las patatas a agricultor. Lógicamente, si a cualquiera de nosotros nos diesen ocho euros en componentes electrónicos no sabríamos montar un teléfono móvil, pero por ese precio probablemente si que podríamos comprar los componentes para montar un dispositivo de unos 200 euros en el mercado.
Pero no todo son los componentes. Si se hace la comparativa con una ensalada en un restaurante, vemos que hay que pagar los ingenieros que lo han diseñado, igual que hay que pagar al chef que diseñó la ensalada. Hay que pagar a los cocineros, igual que hay que a los montadores que unen cada una de las piezas que provienen de las distintas fábricas. También hay que pagar a los distribuidores y el transporte en ambos casos, además de a los agricultores, en el caso de los restaurantes, y también a la fábrica de componentes, en el caso de las empresas que hacen los móviles.
En definitiva, al igual que con una ensalada de 30 euros pagamos 30 veces los precios de la materia prima, por cualquier artículo de tecnología de lujo, podemos pagar hasta 30 veces el precio de sus componentes en origen. Me viene a la cabeza una historia relacionada con este tema. El ingeniero Charles P. Steinmetz, fue llamado por Henry Ford para arreglar un valiosísimo generador. Tras un par de días escuchando los ruidos del mismo, trazó una raya de tiza y dijo que se desenrollase unas vueltas un cable. Por ello cobró 10.000 dólares, una autentica fortuna de la época. Al pedirle explicaciones por la factura la desglosó: "Marca de tiza en el generador: 1 dólar. Saber dónde hacer la marca 9.999: dólares. Total a pagar: 10.000". Se comenta también que Henry Ford pagó encantado dicha factura.
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