Los emplares del arbolado con características singulares forman la historia y el urbanismo de la ciudad.
BELÉN RICO / GRANADA
En Granada hay miles de árboles plantados en suelo público repartidos por toda la ciudad -sólo en los jardines del Salón y la Bomba hay más de 1.300- pero los más significativos, los que, por alguna razón, sobresalen por tener alguna característica que los diferencia, suelen concentrarse entre el Carmen de los Mártires, el Genelife o el Jardín Botánico, tal y como explica Manuel Casares, profesor de Botánica en la Universidad de Granada. No tienen por qué ser monumentales ni saltar a la vista por su belleza indescriptible. Son árboles con historia, con un pasado. Seres vivos que dejan huella y forman parte de la esencia de la propia ciudad y del paisaje urbano de la capital. "En la ciudad hay árboles muy antiguos, pero no se trata de plantas raras", explica Casares, subdirector también del Jardín Botánico, quien sí destaca algunos especialmente bellos, como los plataneros de sombra de la Plaza del Campillo o los Cedros del Paseo de la Bomba.
También señala los que asoman por encima de la tapia del Palacio Arzobispal, en la Placeta de Gracia. Se trata de ejemplares de la Washingtonia robusta o palmera de abanico mexicana de más de un siglo de antigüedad.
Ginkgo Biloba, la Joya del Jardín Botánico
Es posiblemente el árbol más famoso de Granada. No es extraño que la poetisa Elena Martín Vivaldi, asombrada, dedicara un poema al Ginkgo biloba. Este ejemplar es el único del Jardín Botánico que conseva el follaje al final del otoño.
Hasta los años sesenta, este ginkgo, plantado en 1889, fue el único existente en Granada. La base de su tronco ronda hoy el metro de diámetro y su altura supera el edificio anexo de la Facultad de Derecho. Posiblemente, lo que inspiraría a Martín Vivaldi de esta planta no sería su incuestionable belleza sino el misterio que envuelve a todos los árboles de esta especie.
Manuel Casares, que restauró el Jardín Botánico de Granada junto al botánico José Tito, lo considera "un fósil viviente". "Los dinosaurios vivieron hace 65 millones de años y estos árboles hace 150", subraya Casares, quien señala que en algunos puntos de China es un árbol sagrado.
Los ginkgos son originarios de este país y a occidente llegaron a través de Japón, donde fueron descubiertos en 1690 ya que allí son muy abundantes en los templos, por lo que se les denominó "árboles de las pagodas".
Fueron importados como árboles ornamentales. Son caducifolios y la forma de sus hojas divididas en lóbulos es similar a la de un abanico. El fruto, blanquecino y del tamaño de una cereza, es ligeramente tóxico y se descompone rápidamente produciendo un olor muy desagradable. "Se descubrió que esto sólo se produce con los ejemplares hembra, por lo que ahora únicamente se ponen machos", puntualiza el botánico, quien agrega que "esta circunstancia hizo que fueran muy caros, porque tenían que estar en el vivero 20 o 30 años antes de que se vieran si eran hembras o machos, por lo que subía mucho su precio. Ahora se clonan los machos de forma que se han abaratado y se han popularizado mucho".
A España no llegaron hasta finales del siglo XIX. Fueron plantados como rarezas vegetales en los jardines botánicos. Hoy se conservan ejemplares notables en Madrid o en lo que fue el jardín botánico de Málaga. El ginkgo de Granada es uno de los más antiguos de España y, hasta que fue plantado otro en la Facultad de Farmacia y una hilera en el Parque García Lorca, era el único de la provincia. "Ahora es una planta relativamente corriente porque resiste muy bien pero en el XIX cuando se compró este árbol era algo muy raro", detalla el subdirector del Jardín Botánico.
Las palmeras de los Mártires
En los Mártires el botánico destaca por su singularidad las palmeras. Hay de varios tipos, la Phoenix canariensis, o palmera canaria, y la Phoenix dactilifera, o palmera datilera. A ese segundo grupo pertenece el ejemplar más singular. Se encuentra detrás de la casa, en el lado derecho.
Debido a su belleza, facilidad de adaptación y resistencia al frío, la palmera canaria es de las que más se usa en jardinería. Es una especie protegida en las islas de origen, donde se considera el símbolo natural del Archipiélago. La palmera datilera es una palmera frutal cuyo fruto es el dátil y probablemente oriunda del Suroeste de Asia. La mayor concentración de estas se encuentran en la localidad española de Elche. "En la ciudad de Granada, como era muy fría, no podían crecer los ejemplares de esta especie, aunque ahora sí porque ha subido un poco la temperatura, por eso la de los Mártires es una absoluta rareza. Está mirando al Sur y el calor que refleja la casa por la noche permitió que se mantuviese cuando los inviernos eran más fríos", comenta el botánico.
También destaca un pequeño platanero que ha logrado resurgir del tocón de un viejo árbol como muestra de la fuerza con la que la vida en la naturaleza se niega a extinguirse.
El cedro de San Juan
El Cupressus lusitanica o el Cedro de San Juan es una especie arbórea que se distribuye por América. El ciprés llega a medir hasta 40 metros de altura, incluso más en su hábitat natural. Su introducción en Europa se realizó en el siglo XVI, probablemente de la mano de la Orden de los Carmelitas, ya que es conocido desde antiguo su cultivo en el Convento de Bussaco en Portugal. En 1567 los monjes carmelitas descalzos se establecieron en Granada, primero en la Cuesta de Gomérez, después fueron enviados a la Alpujarra pero regresaron para fundar el Convento de Santos Mártires de Carmelitas Descalzos. San Juan de la Cruz fue prior del Convento de 1582 a 1588 y aquí escribió algunas de sus más importantes obras poéticas. La tradición dice que fue el propio San Juan quien plantó este ejemplar.
La Alhambra y Almez
La Alhambra es otro de los espacios que aguardan mayor número de joyas verdes de Granada. Brilla especialmente por su singularidad una alhaja de pequeño tamaño: el Myrtus communis de la subespecie de la baetica. Este mirto o arrayán quizás sólo llama la atención para el botánico de ojo más avezado por su pequeño tamaño, pero Manuel Casares destaca la originalidad de esta planta que se encuentra en los jardines del Generalife. "Es una planta muy llamativa y excepcionalmente se convierte en pequeños arbolitos", comenta.
También es especial por su historia el Celtis australis o almez, una especie de árbol tradicionalmente incluida en la familia de las ulmáceas (Ulmaceae). Posiblemente se trate del árbol al que los clásicos (Herodoto, Dioscorides o Theophrasto) llamaron Lotus.
La robinia del Cuarto Real y la Alhambra
La Robinia pseudoacacia, la falsa acacia, es un árbol que crece de forma natural en el este de Estados Unidos aunque se ha introducido sin problemas en otros países. Es, con la Sophora japonica y la Gleditsia triacanthos, una de las tres «falsas acacias» plantadas en tantas ciudades del mundo para adornar calles y parques.
En Granada hay un ejemplar especialmente significativo en la Puerta del Cuarto Real de Santo Domingo, un monumento recientemente abierto que tiene interés para su visita por partida doble. "Está en su etapa final porque necesita más cuidados. En París hay una del XVII. Esta no es tan vieja, pero también tiene muchos años. En la Alhambra había otra de la misma época pero se secó", refiere el botánico.
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