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viernes, 30 de octubre de 2015

Desde tiempos de Maricastaña granadahoy.com

El castaño es un árbol introducido desde muy antiguo en nuestro país y forma parte del paisaje de muchos pueblos de la Sierra, donde se cultivó por su interés económico
IGNACIO HENARES

Los castaños pertenecen a la misma familia, (Fagáceas), que los robles y las hayas. Ni el castaño de Indias, del género Aesculus, tan común en nuestros parques y plazas, (denominado así por producir frutos de apariencia similar pero que no son comestibles), ni el llamado castaño de agua, (Eleocharis dulcis), que pertenece a la familia de las Ciperáceas, están emparentados con nuestro castaño europeo. 

El origen primitivo de esta especie parece estar situado en la zona de Balcanes, Asia Menor, Cáucaso. Se ha cultivado desde la antigüedad por su fruto y madera y su distribución actual ocupa toda la región mediterránea septentrional llegando a algunas zonas montañosas del norte de África. En muchas zonas europeas se ha asilvestrado o naturalizado. Algunos historiadores han señalado que la llegada de los castaños a la Península Ibérica hay que agradecérsela al imperio romano, que la había importado de la antigua Grecia. La afición de los romanos por este fruto, les llevó a extender esta especie por todo el imperio. Sin embargo, algunas investigaciones recientes han encontrado polen y restos de carbón de castaño anteriores a la conquista romana, aunque no han podido precisar la especie. 

En Sierra Nevada, tanto en la comarca del Marquesado del Zenete como en la Alpujarra, se cultivó por su interés económico. La madera es buena para la construcción, forma parte de la arquitectura popular, pero también se ha usado para carpintería y ebanistería. Los brotes jóvenes, fueron utilizados para los aros de tonelería. 

El castaño, cuyo nombre científico es Castanea sativa, es un árbol corpulento que llega a alcanzar los 35 metros de talla con porte regular, derecho, majestuoso. Posee un sistema radical muy desarrollado. 

La corteza es lisa y delgada, verde-parduzca en los ejemplares más jóvenes y luego se espesa y se resquebraja en los más viejos pasando a gris-parduzca. 

Sus hojas son simples, alternas y con marcescencia otoñal. Los bordes foliares tienen diente de sierra y la nerviación es pinnada muy regular. Glabrescentes o pubescentes (sin pelos o con pelos finos y suaves), en el envés. 

El fruto está encerrado en una cúpula, conocida como erizo, primero verde y luego se vuelve amarillenta y parda. 

Florece en mayo-junio. La polinización es anemófila (por el viento) aunque colaboran los insectos. 

En los meses de octubre y noviembre se produce la dehiscencia de los frutos llamados castañas (las tempranas se conocen como migueleñas y las tardías como sanmartiniegas por producir los frutos en torno a estas festividades). 

Del nombre científico, Castanea, que viene del latín, derivan los nombres en muchos idiomas: castaño, castanyer, castiñeira, gaztaña, castagno, chataignier, incluso el alemán (kastanie) y el árabe (kostal). Puede que los romanos tomaran el nombre del griego kastanion, por ser un fruto que se colectaba en la ciudad de Kastania. Sativa hace alusión al carácter de comestible, que se cultiva. 

El castaño fue empleado tradicionalmente como base alimentaria por la población campesina, tanto mediante el consumo directo como en diversas recetas gastronómicas, y también como alimento para los animales domésticos (fundamentalmente cerdos), pero perdió su lugar de importancia en la dieta europea con la llegada de la patata de América a partir del siglo XVI. El papel alimenticio que tenía la castaña era tan importante que en algunos luagares, como en el interior de Galicia, durante mucho tiempo, se le siguió llamando castañas (marinas-de ultramar) a las patatas. 

La castaña puede consumirse cruda, aunque también cocida o asada. En la actualidad se están recuperando variadas recetas que utilizan este fruto como base, sopa de castañas, potaje con setas y castañas así como purés y pastas. Pero sobre todo se está utilizando mucho la castaña para postres deliciosos que se suman al marrón-glacé de origen francés, tales como flanes, cremas o tartas que combinan con múltiples productos, con lo que se aumenta enormemente el valor energético de las castañas. 

En Sierra Nevada hay castañedas y ejemplares aislados incluidos en el catálogo de árboles y arboledas singulares de Andalucía entre los que podemos destacar los siguientes: 

Castañar El Arroyo (Pórtugos) 

Castañar de Huéneja. Área Recreativa Los Castaños. 

Castañar de la Rosandrá en Aldeire, en el área recreativa. 

Castaño de El Cortijo del Rey en Busquístar, entre robles y encinas, majuelos y rascaviejas. 18 metros de altura y 235 metros cuadrados de proyección de la copa. 

Castaño del Pago de La Zubia (Válor). 20 metros y 262 metros cuadrados de proyección de copa. Entre almendros, próximo a un encinar. 

Castaño El Abuelo. En la Vereda de la Estrella, Güéjar-Sierra. Supera los 20 metros y con una proyección de copa de más de 310 metros cuadrados. Hay otro abuelo famoso en el río Laroles de grandes dimensiones también aunque de porte más regular al crecer en una zona más llana. 

Castaño Prieto en Pórtugos. Unos 17 metros de altura y más de 410 metros cuadrados de proyección de copa. 

En Soportújar, Medio Ambiente inició la creación de un arboretum de castaños con todas las variedades andaluzas como reservorio genético de la especie.

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