Madre, escritora, profesora, vive la vida en una granja de búfalos
Soy profesora de instituto y si hay algo que sé sobre la educación es que actualmente está llena de investigación y de datos. Los profesores recogen y examinan información en evaluaciones continuas (para comprobar si los alumnos aprenden a medida que pasa el tiempo) y en evaluaciones finales (para comprobar si el aprendizaje ha finalizado). Comparamos la información recogida en las notas de exámenes del año pasado con las de este año. Nos informamos y leemos lo que los estudios dicen sobre los métodos de enseñanza. Incluso tenemos que recopilar información y utilizarla para decidir y explicar cómo podemos mejorar profesionalmente. "Investigación", "datos" e "información" son palabras clave en el ámbito de la educación. Nos recuerdan constantemente que la enseñanza tiene que ser fruto de una investigación y de una recopilación de información.
Aunque hay veces que esto no tiene por qué ser así.
Cuando se trata del recreo y de la importancia de jugar y de realizar algún tipo actividad física, demasiados colegios ignoran lo que dicen los últimos estudios. En vez de considerar el recreo como una parte importante, crucial incluso, del día de un estudiante, existen colegios que todavía actúan como si fuera un privilegio para los estudiantes obedientes y educados. Utilizan el recreo como instrumento de negociación y, a modo de castigo, se les priva de ese derecho.
Los padres solemos aceptarlo. Después de todo, muchos recordamos habernos perdido algún recreo por hablar mucho en clase o por no haber hecho los deberes. Recuerdo que a los 9 años me pasé unos cuantos recreos escribiendo "no hablaré en clase" hasta que me dolía la mano. Odiaba perderme el recreo, pero sobreviví. Así que, ¿por qué debería molestarme que mi hijo u otros niños se queden sin recreo de vez en cuando? La diferencia es que teníamos tres recreos. En total, cada día disponíamos de más de una hora para jugar, correr, hablar y estar con nuestros amigos. Muchos niños de hoy en día se pueden dar con un canto en los dientes si disfrutan de veinte minutos.
Las conclusiones de los estudios están muy claras. Según la Academia Estadounidense de Pediatría, el recreo juega un papel muy importante en el desarrollo de los niños: les beneficia emocional, social, física y académicamente. La Academia defiende que "el recreo es un componente crucial y necesario en el desarrollo de los niños y, como tal, no debería negarse por razones académicas o de castigo". En otras palabras, los niños necesitan el recreo y no se les puede castigar sin él por mal comportamiento, por no hacer los deberes o por haberlos hecho mal.
Es necesario seguir insistiendo: el recreo no es un privilegio, no es un premio. Los niños no deberían tener que ganarse el recreo y no tendrían que quedarse sin recreo como castigo. Es una parte muy importante del desarrollo de un estudiante, quitárselo tiene el mismo sentido que no enseñarles matemáticas, lengua u ortografía. No les ayuda a ser mejores estudiantes o mejores personas. Entonces, ¿por qué tantos colegios siguen utilizándolo como método de castigo?
Es posible que se deba a que parece una solución simple para acabar con un mal comportamiento. El problema reside en que el castigo suele ser menos eficaz a la hora de corregir un comportamiento que otros tipos de disciplina. En el caso del recreo, este castigo es menos eficaz porque los niños lo necesitan para relajarse y socializar para poder concentrarse y comportarse mejor en clase.
Otro posible motivo por el que los colegios castigan sin recreo es que los profesores cuentan con poco tiempo y pocas opciones. Una disciplina más creativa puede quitar tiempo a la enseñanza y a otros niños.
Entonces, ¿cómo se puede mejorar el comportamiento de los estudiantes sin castigar sin recreo? No hay soluciones sencillas, pero una parte importante es el apoyo de la dirección del colegio y del resto de padres. Es bueno que los directores trabajen con los profesores para encontrar formas de disciplina alternativas y distintos métodos para mejorar el comportamiento de los estudiantes (a lo mejor ofrecer más tiempo de recreo). También es importante que los colegios se muestren abiertos a la comunicación con los padres. Cuando los padres saben qué esperan los profesores y en qué pueden estar fallando sus hijos, pueden ayudar y abordar esos problemas en casa. Es poco probable que dejar a un niño sin recreo suponga una mejora de su comportamiento. Aunque dejarle sin utilizar la televisión o los demás aparatos electrónicos puede que sí lo mejore.
La infancia es un periodo de la vida muy corto, y la cantidad de tiempo que los niños emplean para jugar se ha visto reducida drásticamente en los últimos años. Las tendencias de educación actuales han obligado a muchos colegios a disminuir -y, en algunos casos, incluso a eliminar- los recreos. No está bien y no se ha hecho por el bien de los niños. Puede que pasen años hasta que el recreo vuelva al lugar que le corresponde en el plan de estudios, pero el primer paso para hacerlo es reconocer que no se trata de un privilegio reservado para los niños que se portan bien
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