Científicos españoles detallan qué mecanismos moleculares están implicados en el proceso que vincula el sobrepeso al tumor de mama.
EFE MADRID
Se intuía pero ahora ya está comprobado. Un equipo de científicos españoles ha demostrado que la obesidad puede provocar cáncer de mama y que, probablemente, dicho riesgo se puede detectar con un simple análisis de sangre. El estudio, liderado por la doctora Ana Belén Crujeiras, del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición, ha sido publicado en el International Journal of Obesity y parte de la tesis doctoral de Begoña Cabia, investigadora del grupo de Crujeiras.
La obesidad es uno de los factores importantes para el desarrollo del cáncer de mama, pero este estudio demuestra por vez primera qué mecanismos moleculares están implicados en el proceso. "El objetivo del trabajo era estudiar si el sobrepeso es capaz de activar los genes relacionados con los procesos tempranos de desarrollo del cáncer de mama y hemos visto que sí", explica la doctora Crujeiras.
Para ello, los investigadores estudiaron en ratones obesos la expresión de los genes implicados en las rutas que inician el cáncer, los compararon con los de ratones delgados y comprobaron que los procesos cancerosos se activaban en los animales obesos.
Pero, ¿qué factores eran los causantes de activar el cáncer? Los científicos estudiaron entonces el tejido adiposo, que puede ser visceral (el que rodea y protege a los órganos) y subcutáneo. "Diversos estudios explican que el visceral es el más perjudicial para la salud, el más relacionado con enfermedades asociadas con la obesidad como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares y quisimos saber si también lo estaba con el cáncer", precisa Crujeiras.
Ahí comenzó la segunda parte del estudio. Los investigadores seleccionaron en cultivo los factores secretados por el tejido epitelial adiposo visceral y subcutáneo y trataron con ellos células epiteliales de mama. "Cuando el tejido era visceral obeso, estas células proliferaban más, algo que no ocurría cuando tratamos con tejido adiposo subcutáneo".
Y es que el tejido adiposo visceral tiene una actividad diferente y más perjudicial que la del subcutáneo. El estudio observa los cambios moleculares que se producen antes de que se desarrolle un tumor, "lo que además de dar relevancia a la necesidad de prevenir la obesidad, pone de manifiesto que cuanto más se prolongue la obesidad, mayor es el riesgo de padecer cáncer de mama".
Por último, estudiaron una población de mujeres con y sin cáncer y al compararlas en función de su estado de obesidad observaron los mismos cambios que en las células sanguíneas de estas pacientes que en los animales: "Creemos que un análisis de sangre permitiría saber si la desregulación de los genes relacionados con el cáncer ha comenzado. Estos resultados revelan que la obesidad a largo plazo podría desencadenar el desarrollo de cáncer de mama, y esta potencial susceptibilidad se puede detectar en la sangre circulante".
La obesidad es uno de los factores importantes para el desarrollo del cáncer de mama, pero este estudio demuestra por vez primera qué mecanismos moleculares están implicados en el proceso. "El objetivo del trabajo era estudiar si el sobrepeso es capaz de activar los genes relacionados con los procesos tempranos de desarrollo del cáncer de mama y hemos visto que sí", explica la doctora Crujeiras.
Para ello, los investigadores estudiaron en ratones obesos la expresión de los genes implicados en las rutas que inician el cáncer, los compararon con los de ratones delgados y comprobaron que los procesos cancerosos se activaban en los animales obesos.
Pero, ¿qué factores eran los causantes de activar el cáncer? Los científicos estudiaron entonces el tejido adiposo, que puede ser visceral (el que rodea y protege a los órganos) y subcutáneo. "Diversos estudios explican que el visceral es el más perjudicial para la salud, el más relacionado con enfermedades asociadas con la obesidad como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares y quisimos saber si también lo estaba con el cáncer", precisa Crujeiras.
Ahí comenzó la segunda parte del estudio. Los investigadores seleccionaron en cultivo los factores secretados por el tejido epitelial adiposo visceral y subcutáneo y trataron con ellos células epiteliales de mama. "Cuando el tejido era visceral obeso, estas células proliferaban más, algo que no ocurría cuando tratamos con tejido adiposo subcutáneo".
Y es que el tejido adiposo visceral tiene una actividad diferente y más perjudicial que la del subcutáneo. El estudio observa los cambios moleculares que se producen antes de que se desarrolle un tumor, "lo que además de dar relevancia a la necesidad de prevenir la obesidad, pone de manifiesto que cuanto más se prolongue la obesidad, mayor es el riesgo de padecer cáncer de mama".
Por último, estudiaron una población de mujeres con y sin cáncer y al compararlas en función de su estado de obesidad observaron los mismos cambios que en las células sanguíneas de estas pacientes que en los animales: "Creemos que un análisis de sangre permitiría saber si la desregulación de los genes relacionados con el cáncer ha comenzado. Estos resultados revelan que la obesidad a largo plazo podría desencadenar el desarrollo de cáncer de mama, y esta potencial susceptibilidad se puede detectar en la sangre circulante".
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