Nueva York— En estudios médicos, el alcohol se vincula con una serie de beneficios de salud, pero ello no significa que los estudios ofrezcan únicamente buenas noticias, o que la evidencia a su favor sea cosa de niños. Como con tantas otras cosas, aquí entra en juego la moderación.
Los estudios sobre los efectos del consumo de alcohol sobre la salud se han efectuado desde hace algún tiempo. Un estudio de 1990 incluyó resultados de más de 275,000 hombres seguidos desde 1959. En comparación con quienes nunca bebieron alcohol, quienes consumieron entre uno y dos tragos al día tuvieron un índice de mortalidad por enfermedades coronarias y por “todas las causas” considerablemente menor. Quienes consumieron tres o más tragos al día siguieron presentando un menor riesgo de morir por enfermedades coronarias, pero tuvieron un mayor índice de mortalidad en general.
Un estudio de 2004 llegó a conclusiones semejantes. Siguió a cerca de 6,600 hombres y 8,000 mujeres durante cinco años y reveló que, en comparación con quienes bebieron alrededor de un trago al día en promedio, quienes no consumieron alcohol y quienes tomaron más de dos tragos al día presentaron mayores índices de mortalidad. Este tipo de resultados han sido consistentes en varios estudios realizados en poblaciones distintas. Incluso los estudios publicados en la revista Alcoholism: Clinical and Experimental Research concuerdan en que beber de manera moderada parece estar asociado con un menor riesgo de muerte en general.
Sin embargo, el alcohol parece ejercer efectos distintos sobre distintas enfermedades. La gran mayoría de los beneficios de beber se refleja en enfermedades cardiovasculares.
En lo que respecta al cáncer, el panorama no es tan alentador. Por ejemplo, un estudio de 2007 entre mujeres reveló que el mayor consumo de alcohol se asociaba a un riesgo más alto de padecer cáncer de mama. De manera más amplia, en 2014 una revisión sistemática de estudios epidemiológicos y experimentales sobre el alcohol y el cáncer de mama mostró que el consenso general es que cada trago adicional por día incrementa el riesgo relativo (comparando el riesgo en dos grupos) de padecer cáncer de mama en un 2 por ciento, cifra estadísticamente significativa, si bien moderada.
No obstante, el consumo moderado de alcohol ha sido asociado con otros beneficios. Un estudio realizado entre alrededor de 6 mil personas británicas reveló que quienes consumieron alcohol al menos una vez por semana tuvieron una función cognitiva considerablemente mejor en edad mediana que quienes no bebieron en absoluto.
Una revisión sistemática de 2004 reveló que el consumo moderado de bebidas se asoció con índices de diabetes hasta 56 por ciento más bajos que en el caso de quienes no beben. No obstante, los mayores bebedores presentaron una mayor incidencia de presentar la enfermedad.
Es en este punto que los lectores entendidos deben estarse preguntando: ¿qué pasa entonces con las pruebas aleatorias controladas? Después de todo, la evidencia y asociaciones epidemiológicas se limitan a determinados grupos y no pueden llevarnos a las causas.
De manera reciente, en la revista Annals of Internal Medicine, se publicó un estudio así. Los pacientes con diabetes tipo 2 bien controlada fueron aleatorizados para que bebieran 150 mililitros de agua, vino blanco o vino tinto con la cena por dos años. Las bebidas fueron entregadas a los pacientes sin costo alguno. Todos fueron puestos bajo dieta mediterránea sin restricciones calóricas.
Investigadores encontraron que quienes consumieron el vino, particularmente el tinto, tuvieron una disminución de los riesgos cardiometabólicos, de enfermedad cardiaca, diabetes o derrame cerebral. Más aún, ninguno tuvo efectos adversos considerables por beber alcohol.
En síntesis, parece haber evidencia suficiente de que el consumo moderado de alcohol está asociado con menores índices de enfermedades cardiovasculares, diabetes y muerte. También parece estar asociado con mayores índices, si bien quizá en menor grado, de algunos tipos de cáncer, especialmente de mama, además de otros padecimientos. Las ganancias en cuanto a menos muertes por enfermedades cardiovasculares parecen superar a todas las pérdidas en otras enfermedades en conjunto.
Pero el alcohol no es inofensivo. Muchas personas con ciertos padecimientos y las mujeres embarazadas deben evitarlo. Quienes no puedan mantener el consumo a niveles aceptables deben abstenerse. El alcohol es muy dañino cuando se abusa de él, tanto que personalmente me resulta difícil decir a las personas que empiecen a beber por su salud.
Sin embargo, la evidencia sí muestra que el consumo moderado es seguro, y eso incluso podría ser saludable para muchas personas. Si le gusta disfrutar de algunos tragos en esta temporada de fiestas, es bueno saber que pueden traerle algo más que alegría.
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