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viernes, 5 de febrero de 2016

Las plantas se caen por arriba granadahoy.com

El cambio climático empuja a la flora de la alta montaña a escalar a cotas superiores Se reducirá el área disponible hasta quedarse sin refugio
IGNACIO HENARES
Las altas cumbres de Sierra Nevada son un lugar idóneo para observar cambios en distribución de las especies.
La romperrocas púrpura se encuentra en situación límite en Sierra Nevada.
La amapola de Sierra Nevada, uno de los endemismos amenazados.

Una de las respuestas adaptativas de la vegetación alpina al cambio climático, (similar a lo que ocurre con muchos grupos faunísticos), consiste en el desplazamiento altitudinal, hacia cotas superiores, buscando entornos más frescos en los que resguardarse del incremento de las temperaturas que se está experimentando, especialmente en las últimas décadas. Sin embargo, con la flora adaptada a las especiales condiciones de la vida en las cumbres esta posibilidad queda limitada por la propia altitud de nuestras montañas y además porque, conforme ascendemos, se va disminuyendo el área disponible para la colonización. Con el tiempo llegará un momento en que las plantas no podrán escalar más arriba porque se acabará la montaña, lo que provocará la desaparición de especies que se verán empujadas y sustituidas por otras especies mejor adaptadas al nuevo escenario climático. 

Las áreas protegidas situadas en zonas de montaña juegan en este sentido un papel fundamental en la conservación de la biodiversidad, ya que las poblaciones pueden adaptarse a los cambios desplazándose altitudinalmente de acuerdo a sus requerimientos ecológicos y buscando nichos ecológicos más apropiados como vienen haciendo desde la última glaciación, si acaso ahora de manera acelerada. 

El Parque Nacional de Sierra Nevada participa junto al Departamento de Botánica de la Universidad de Granada, desde el año 2001, en el proyecto conocido con el acrónimo Gloria (Global Observation Research Iniative in Alpine Environments), una Red de Seguimiento de los efectos del cambio climático sobre la biodiversidad de la flora alpina que tuvo su origen en el año 2001 en 17 cordilleras europeas y que en la actualidad se ha extendido a un centenar de montañas de los cinco continentes. 

En nuestro macizo se está haciendo un seguimiento exhaustivo muy en especial de cuatro cimas en un gradiente altitudinal que va desde los 2.700 a los 3.300 metros en las que se analiza de manera minuciosa, periódicamente, la composición de especies y la cobertura de cada uno de los taxones. 

A escala del continente europeo se ha observado cómo las plantas, en un periodo de 7 años, han ascendido unos 3 metros su límite de distribución, movimiento ligeramente superior en ambientes boreales y templados que en las montañas mediterráneas. De igual manera hay múltiples estudios en los que se ha observado cómo prospera la entrada de especies termófilas en las cumbres y cómo se rarifican las especies adaptadas al frío, siendo este balance más acusado en las zonas del centro y norte de Europa, (ganancia neta de 4 especies), que en las meridionales (pérdida de 1,5 especies de promedio). Estas observaciones son independientes de la altitud, pues este fenómeno ocurre tanto en el límite del bosque como en los pisos bioclimáticos superiores del oro y del crioromediterráneo, en los dominios de los matorrales de alta montaña y en el denominado 'desierto frío', y también se dan a cualquier latitud ya que se observan desde la península de Escandinavia hasta la isla de Creta. 

En las localidades estudiadas en las cumbres de Sierra Nevada, se ha constatado la desaparición de 13 especies en la última década a la vez que se han detectado 5 taxones que no habían sido citados previamente. Cabe destacar la reducción del área de distribución de muchas plantas, que ha sido especialmente acusada en determinadas especies como la violeta (Viola crassiuscula) y la romperrocas de Sierra Nevada (Saxifraga nevadensis), endemismos nevadenses que viven en roquedos y cascajares o Lepidium stylatum, una planta de la familia de las compuestas adaptada a bordes de borreguiles y gleras de esquistos y pizarras. 

Luzula hispanica y Poa minor nevadensis, dos especies ligadas a condiciones de mayor humedad, no han aparecido en los últimos censos realizados por lo que parece que se están perdiendo en las cumbres nevadenses. La primera es una herbácea de la familia de los juncos y la segunda es una gramínea asociada a los borreguiles, con lo que están directamente relacionadas tanto con el ascenso de las temperaturas como con la menor disponibilidad de agua. Otras especies vegetales muestran una clara tendencia a ascender hacia mayores altitudes como es el caso del llantén (Plantago radicata subsp. granatensis), el cardo azul o cardo cuco de Sierra Nevada (Eryngium glaciale) o el cerrillejo (Pilosella castellana). 

Paralelamente a estos resultados se ha detectado un incremento en la cobertura vegetal, salvo en las laderas orientadas al este y que es especialmente patente en las orientadas hacia el sur en las localidades situadas por debajo de los 3.000 metros. Sin embargo por encima de esta cota la cobertura vegetal está descendiendo ligeramente en el periodo observado de los últimos diez años. 

Algunos de los resultados que se están obteniendo en los últimos años difieren de estas tendencias y podrían estar mostrando la capacidad adaptativa de determinadas plantas ante un escenario de calentamiento global lo que sería congruente con la historia evolutiva de estas especies y su gran resiliencia propia de especies que viven en ambientes de gran amplitud térmica y de variabilidad en las precipitaciones. 

Será necesario un seguimiento a largo plazo para poder establecer tendencias en las dinámicas de extinción-colonización y las expansiones-retracciones altitudinales. 


La interpretación de los resultados que se están obteniendo en Sierra Nevada en un contexto geográfico más amplio servirán para establecer patrones comunes en diferentes macizos montañosos de todo el Planeta.

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