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domingo, 13 de marzo de 2016

Capital de la cultura etílica granadahoy.com

Si lo que la administración busca es cambiar los hábitos de la población y ofrecerles una salida más sana y saludable no podemos basar la política social en prohibiciones para alejar el problema
ESTEBAN AGUILAR 

GRANADA es mundialmente conocida por ser una de las ciudades con mayor afluencia de turismo del mundo. Indudablemente disponer de nieve y playa en la misma provincia es toda una ventaja, además de ser la cuna donde descansa el Albaicín y el Sacromonte a golpe de tacón, guitarra y palmas, o ser coronada por la Alhambra. Pero desde hace unos años, también es conocida por ser la única capital del mundo que dispone de un recinto dedicado única y exclusivamente a beber alcohol hasta perder el sentido... hablo del ya famoso botellódromo. 

Todos los años por estas fechas y con la llegada de la primavera comienzan a verse auténticas mareas de jóvenes cargados con bolsas llenas de botellas con alcohol de alta graduación en un peregrinaje continuo que puede extenderse desde el mediodía hasta altas horas de la madrugada. 

Jóvenes de todas las edades y de casi todos los puntos de la geografía se dan cita en un recinto que el Ayuntamiento puso a su disposición para que desplieguen toda una colección de kitsalcohólicos para alcanzar en pocas horas los mayores índices de intoxicaciones etílicas y rebasar cualquier estadística sanitaria. 

Ahora, el mismo Ayuntamiento que promovió y aprobó la construcción del botellódromo prohíbe su utilización y hace extensiva esa prohibición a la fiesta de la primavera, aprobando una ordenanza municipal de convivencia por la que queda terminantemente prohibido beber en la calle y por supuesto también en el botellódromo. 

La idea, lejos de parecerme mal, tiene algunos atajos que, a mi juicio, parecen estar más diseñados para esconder las vergüenzas que para promocionar hábitos saludables de convivencia.

Indudablemente prohibir el consumo de alcohol en la calle va a disuadir a muchos chavales de compartir banco en un parque o escalones para beber hasta la saciedad, pero vamos, como se dice aquí, vamos a "dejarnos de pollas y bulanicos" y asumir que de esta manera, lo que va a conseguir el Ayuntamiento con este tipo de medidas es trasladar el botellón de la calle a los cientos de pisos de estudiantes, con la consecuente riada de problemas y denuncias vecinales. 

Si lo que la administración busca es cambiar los hábitos de la población y ofrecerles una salida más sana y saludable no podemos basar la política social en prohibiciones o iniciativas para alejar los problemas, porque entonces nos van a estallar en las manos, como ya hizo el botellódromo hace unos años. Por el contrario, hay que dar alternativas que estimulen los intereses de los jóvenes diversificando las opciones y erradicando el problema poco a poco. Cambiar un hábito implica dejar de mantener unas conductas sustituyéndolas por otras. Si encima lo que pretendemos es reducir en los jóvenes hábitos de vida que suponen un claro riesgo para su salud, tenemos también, implícitamente, que ofrecerles otras opciones que les permitan por lo menos alternativas que les resulten igualmente atractivas y puedan realizarlas con la misma facilidad. 

Y no me refiero solo a una carrera maratón para el día de la primavera con polvos de colores como ya se ha planteado, ni abrir una pista de tenis un sábado hasta las doce de la noche, me refiero a un cambio estructural que propicie también un cambio de mentalidad en los jóvenes y empezar a contemplar la posibilidad de que actividades como los grafitis, los conciertos de música, el patinaje, los mercados y los talleres de artesanías quedan mucho más lejos del vandalismo que beber hasta perder el conocimiento. 


Quizás así, se pueda hablar de una prevención y un desarrollo sostenible de la población, volviendo a conceptualizarse Granada como una capital donde la cultura cobra un protagonismo fundamental, porque para todo eso sobran recursos, pero si nos quedamos en la prohibición municipal de cualquier actividad lúdica que resulte molesta, lo que van a faltar son agentes de la policía.

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