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viernes, 22 de abril de 2016

3 preguntas sobre la salud del corazón lavoz

Depende de la edad de la persona interesada. No es lo mismo cuidar la salud del corazón a los 30, que a los 50 o a los 70
Por Roberto M. A. Colque*

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–¿Cómo se cuida la salud del corazón?
–Depende de la edad de la persona interesada. No es lo mismo cuidar la salud del corazón a los 30, que a los 50 o a los 70. Por otro lado, una vez superados los 50 o 60 años, no es lo mismo en varones que en mujeres. En condiciones ideales, lo mejor es tener (en estos tiempos en vida de agitada) una primera impresión a los 30 años de vida aproximadamente, oportunidad en la que solo con un electrocardiograma y un análisis de colesterol, triglicéridos y glucemia puede ser suficiente. En esta década de los 30, si la persona desea realizar actividad física más exigente, se recomienda realizar antes una prueba de esfuerzo (ergometría). Por encima de la década de los 40, la ergometría prácticamente es un estudio excluyente. En todos los casos, ya a esta edad, hay que vigilar el perfil de laboratorio completo que incluya reconocimiento de la glucemia (azúcar en sangre), uricemia (ácido úrico) y perfil de colesterol. Por encima de los 50 en los varones y de los 60 en las mujeres, se inicia realmente la etapa de mayor probabilidad de riesgo coronario (probabilidad de infartos), por lo que la frecuencia de los controles puede o se sugiere que sea más frecuente (antes de ese rango etario cada tres o cinco años) y ya en esta época estrechar los lapsos de vigilancia cada uno a tres años. El cuidado de la salud del corazón también varía en función de los antecedentes. No es lo mismo en los fumadores, o diabéticos (existe en la mayoría de las obras sociales planes de vigilancia), en cuyos casos los controles son y deben realizarse más frecuentemente y con mayor foco en estudios “especiales”, como cámara gamma, tomografías multicortes o inclusive cateterismo. Si la pregunta está orientada a cómo la persona puede hacer para evitar enfermarse, se recomienda efectuar actividad física aeróbica regular, utilizando fundamentalmente las piernas, con un mínimo desde dos veces por semana hasta cuatro en el mejor de los casos. Sobre el tiempo que debe insumir esa actividad el mayor consenso entre profesionales indica un lapso de entre 1,5 horas y 2,5 horas total por semana. Con respecto al peso, no hay que perseguir ni perseguirse buscando el ideal (aunque sea recomendable), ya que en la vida adulta es difícil, sino buscar el más estable que se pueda manteniendo una vida de hábitos regulares (con equilibrio entre horarios de trabajo, ocio y descanso). En lo que respecta a la dieta, se aconseja que sea variada, con especial prudencia sobre el consumo de grasas, frituras y cantidad de sal.
–¿Las emociones negativas y el estrés afectan la salud del corazón o es un mito?
–Todas las emociones se acompañan de aumento de corticoides endógenos (es decir, internos) y algún grado de norepinefrina (la hormona del estrés), entre otras sustancias internas. Es lo natural. El impacto sobre el corazón existe, ya que la norepinefrina (pariente de la adrenalina) genera aceleración del ritmo cardíaco y puede acompañarse de algún grado de hipertensión arterial. Además, ocasiona aumento del trabajo cardíaco y, algunas veces sin embargo, disminución del diámetro (estrechez funcional) en las coronarias. Entonces, en ocasiones, tristezas, angustias o –más frecuentemente– noticias “violentas” (tanto festejos sorpresa o malas noticias, como multas o muertes), generan una descarga intensa de estas sustancias. Por consiguiente, gatillan en las arterias, y a veces en el corazón, un cuadro de tipo infarto o símil infarto. La tristeza crónica, por causas no bien identificadas, facilita en las personas mayor predisposición a eventos coronarios, así como accidentes cerebrovasculares (esto está demostrado en varios estudios observacionales de poblaciones).
–¿La salud del corazón es más frágil en el adulto mayor?
–Hay personas mayores que llegan a esa edad con poca o nula afectación del corazón. Estadísticamente, mientras envejecemos, todos o la mayoría de nuestros órganos van modificándose hacia un menor rendimiento. Sobreviene rigidez en las arterias, y en el corazón, el que además puede tornarse algo más grueso (hipertrófico) y con mayor grado de fibrosis. Las válvulas se endurecen y calcifican, tornándose algo insuficientes, o con incapacidad de abrirse de manera completa, generando mayor probabilidad que desarrollemos mayor predisposición a la falla cardíaca. Asimismo, nuestras coronarias se han ido estrechando muy lentamente y eso aumenta el riesgo de infarto de miocardio en las etapas finales de nuestras vidas. Sin embargo, no es matemático: muchas personas llegan con sus corazones prácticamente sanos.
*Jefe de la Unidad de Cuidados Críticos del sanatorio Allende Cerro / Expresidente de la Sociedad de Cardiología de Córdoba.
EDICIÓN IMPRESA
El texto original de este artículo fue publicado el 21/04/2016 en nuestra edición impresa. Ingrese a la edición digital para leerlo igual que en el papel.

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