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domingo, 1 de mayo de 2016

Altamira: mira alto (con Teilhard de Chardin) el Huffington Post

En este mes de abril se ha estrenado la película Altamira que, la verdad, ha pasado con más pena que gloria. A pesar del gancho de Antonio Banderas y del tema del descubrimiento de las pinturas rupestres en las famosas cuevas de Cantabria, los resultados en la taquilla han sido discretos, las críticas cinematográficas han sido más bien duras y, desde el punto de vista del diálogo fe-ciencia, el film resulta decepcionante.
Resulta, por otro lado, que en este mismo mes de abril coincide un doble aniversario del paleontólogo jesuita Pierre Teilhard de Chardin: falleció el 10 de abril de 1955 y escribió su primer ensayo teológico justo hace 100 años, en abril de 1916, mientras servía como camillero en la Primera Guerra Mundial. Ocurre, además, que Teilhard de Chardin 
estudió paleontología en el Museo de Historia Natural de París y, en el verano de 1913, participó en un viaje científico a las cuevas de Altamira.
Allí se maravilla con las pinturas ("la perfección del movimiento y de las siluetas" y sus "pinceladas ornamentales"), descubre "en los artistas de esa época lejana el sentido de la observación, el gusto por la fantasía, el placer de crear, esas flores de una conciencia no sólo reflexiva, sino exuberante, sobre sí misma". Y concluye: "en el Cuaternario superior es ya el Hombre actual el que se nos aparece con toda la fuerza de su nombre". Son citas de su obra El fenómeno humano, publicada en 1955.
No podemos entrar ahora a analizar la rica aportación de Teilhard de Chardin a la ciencia, a la espiritualidad o a la teología del siglo XX, asunto que se puede encontrar en otros lugares, como en algunos escritos del también paleontólogo jesuita Leandro Sequeiros o del geólogo Agustín Udías. Simplemente quiero invitar, inspirado en Teilhard, a "mirar alto" y a evitar miradas estrechas o superficiales... como parece transmitir la película Altamira. Lo haré en cuatro pasos, que son otros cuatro movimientos y cuatro invitaciones.
Mira alto. El descubrimiento de las pinturas de Altamira se produjo precisamente cuando la niña María Sáenz de Manterola miró al techo de la cueva y vio las pinturas: "¡Mira, papá! ¡Bueyes pintados!", exclamó. Si mantenemos una mirada plana, si nos dejamos llevar por los prejuicios, si no exploramos nuevas situaciones... difícilmente podremos captar la riqueza de la vida. Ya decía Aristóteles que la filosofía comienza con el asombro, de modo que si cultivamos la capacidad de sorpresa, la apertura a lo desconocido y la salida más allá de la zona de confort, podremos profundizar en la realidad.
Mira dentro. El segundo paso, pues, se refiere precisamente a captar la hondura de lo real. El mismo Teilhard de Chardin plantea la alternativa «Ver o perecer», como un desafío para contemplar la realidad con ojos nuevos. Su propia síntesis filosófica fue capaz de integrar los distintos aspectos de la realidad cosmológica, biológica y cultural a través de "ley de la complejidad-consciencia". Para Teilhard, la materia va adquiriendo, a través de la evolución, formas de organización más complejas, aumentando al mismo tiempo el nivel de conciencia.
Mira lejos. En la síntesis de Teilhard hay un movimiento "hacia arriba", que podríamos llamar místico o espiritual, y que tiende al Punto Omega del Cristo Total. Junto a ello, hay un movimiento "hacia delante". En 1927, mientras realizaba investigaciones de paleontología en los desiertos de China, escribe: "Todo converge hacia el espíritu. El mundo, si se me permite decirlo, me parece lanzarse hacia delante y hacia arriba en dirección a lo espiritual". Esta mirada es, en sentido estricto, progresista: Teilhard descubre que la historia humana no es un movimiento caótico, sino que tiene una orientación hacia el progreso. Hay aquí una síntesis biológica y espiritual, pero también cultural y social.
Mira amplio. Ya se ve que el pensamiento de Teilhard es complejo. Su aportación tiene algo de genio renacentista: física, paleontología, biología, espiritualidad, filosofía, teología, ciencias sociales... todo queda integrado en su visión unificada. Lo de menos es, en mi opinión, que una persona pueda cultivar todas esas disciplinas (cosa quizá imposible en nuestros tiempos). La clave está en practicar la interdisciplinariedad, el trabajo en equipo y la complementariedad de saberes. Tener, pues, una mirada amplia, sin caer en dogmatismos fideístas o cientificistas de ningún tipo.
Así pues, la mirada de Teilhard de Chardin nos puede ayudar a no quedar encerrados en la cueva (ay, Platón y su mito de la caverna) sino a adentrarnos en un fructífero diálogo de la fe con la razón, las culturas, las ciencias, las espiritualidades y la política, teniendo en el horizonte el deseo de mejorar el mundo en el que vivimos.

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