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jueves, 28 de julio de 2016

"Ahora mismo, a los cantautores folk nos han borrado del mapa" granadahoy.com

Participa junto a su hijo en el homenaje a Zeca Afonso. También actuará João Afonso, sobrino del cantautor portugués, junto a la multicultural 'Luasibérica Orkestra'.

 Con las actuaciones de la Banda de Música Villa de Íllora y del Grupo de Baile Flamenco Silvia Lozano, que se celebra en el Anfiteatro Municipal Enrique Morente de Illora, arranca esta noche el programa central del Festival Parapanda, que tiene sus platos fuertes mañana y pasado con el homenaje a la figura de Zeca Afonso y con las actuaciones de los grupos Acetre y Rodríguez Celtic Band, respectivamente, ambos días en su tradicional emplazamiento del patio del antiguo IES Diego de Siloé. Para ir por partes, mañana viernes se rinde tributo a la figura del cantautor portugués Zeca Afonso, autor de Grãndola, Vila Morena, la canción símbolo de la Revolución de los Claveles de 1974, y una de las más grandes voces lusas, conocida por sus canciones protesta y su oposición a la larga dictadura de Salazar. En el homenaje participa João Afonso, sobrino de Zeca y uno de los más reconocidos cantautores portugueses de la actualidad, junto a la Luasibérica Orkestra, un colectivo formado por el cantaor Juan Pinilla, el acordeón y la voz de la portuguesa Celina de Piadade y su paisano el guitarrista Ricardo Silva, el bajo del brasileño Gustavo Roriz y el enérgico violín de la italiana Elena Floris, que nos proponen una fusión de las tradiciones musicales del fado, el flamenco y las músicas de Brasil e Italia. Con ellos también se suman al homenaje el cantautor extremeño Luis Pastor y su hijo Pedro, que decidió seguir los pasos de su padre. Es el primero, Luis, el que nos ofrece algunas reflexiones sobre el oficio y su estado en 2016.

-Un músico que estuviera en los Beatles siempre sería un ex Beatle. ¿Un cantautor también?

-(Risas). Yo creo que un tipo como yo es bastante inclasificable. Nunca vamos a ser lo que fuimos, porque nos tocó en su momento tomar ese frente de lucha y llegamos a crear un movimiento en toda la península Ibérica donde la canción de autor tomó la calle, la cultura, la fiesta… Cuando los jóvenes me preguntan, está claro que en el siglo XXI todo es muy diferente. Antes solo los cantantes teníamos el altavoz; hoy las redes sociales ofrecen a cada uno su propio altavoz para expresarse.

-Se lo decía porque el término tiene connotaciones sospechosas pero Calamaro, Springsteen o Lapido son cantautores…

-Claro, más allá de las etiquetas lo son, aunque en muchos casos no han volcado en sus canciones esa necesidad de protesta y de lucha… o sí. También desde lo más íntimo se pude cambiar el entorno, desde la poesía sucede que incides en el mundo con mucha fuerza. E incluso desde el desamor, que yo creo que las de desamor son las canciones de amor más bonitas.

-Creo que fue memorable el reciente concierto en Vallecas con Silvio Rodríguez.

-Fue algo que te retrotrae… a nivel de energía, porque hacía años que no se vivía esa conexión de unos cantantes con un público, en un barrio que lleva 22 años gobernado por el PP y que es un desierto a nivel cultural. Sirvió para recordarnos que podemos ser los protagonistas de nuestras propias vidas, fue algo mágico. A mí me llamó Silvio personalmente y me invitó a cantar y fue muy hermoso; canté tres canciones pero lo que yo dije espontáneamente ufff, me he visto en una grabación y se me ponen los pelos de punta al notar la electricidad que se creó.

-El hijo de Rosendo está ya en la arena, el suyo también… ¿Era inevitable con esos apellidos?

-Bueno, tengo más que no cantan (risas). En mi caso mi padre era labrador aunque cantaba como los ángeles pero no había antecedentes… Pedro, él lo ha vivido desde chico y venía a cantar con nosotros, subía al escenario.  El día que sintió que era capaz de expresarse a través de la música y la palabra y el día que recibió sus primeros aplausos, con catorce años, ya supo lo que quería ser en la vida.

-Viene una vez por año, no se nos quejará.

-La verdad es que no, ya me gustaría tener esa presencia en otras ciudades. Hay vínculos que te unen y sabes que siempre vas a ser bien recibido.

-Ahora que el mundo se ha hecho tan pequeñito, ¿se sigue sintiendo 'afromeño'?

-Absolutamente, sobre todo en lo musical y en el vacile que me traigo (risas). Y muy portugués. He vivido casi tres años en Viseu, donde reside el grupo de teatro con el que trabajo y he recorrido ya más de treinta y tantos pueblos y ciudades con la obra de teatro de Saramago, y cada vez me gusta más el idioma. Grabar este segundo disco de Saramago me ha costado mucho menos esfuerzo porque viviendo allí el idioma me rodeaba.

-La conexión afro me imagino que sería más la lusa que la del negrito de Cola-Cao o el barranco del Lobo.

-Totalmente. Hay un señor que se llama Fausto y otro Xose Alfonso que son muy importantes en mi vida. Fausto estuvo conmigo hace muchos años, vivió en Angola hasta los veinte años y tiene un disco, Fausto en blanco y negro, con todas sus canciones africanas que son una maravilla. A través de ellos conocí a autores afrolusos que me atraparon por su sencillez y su cadencia. A partir de ahí he conocido la música de Angola, Mozambique, Cabo Verde, hasta llegar a componer canciones que ha cantado Cesarea Evora… Sin haber ido nunca me siento de allí.

-Viene a un festival folk.

-Yo soy el más folk de todos (risas). Ahora mismo los cantautores de los años ochenta no somos nada, hay festivales de folk y nuevas músicas que no nos llaman. Habría que ver los arreglos del disco El viaje del elefante para comprobar que no hay tío más folk que yo. Compuse Mariposa, que se canta a capella, con ritmo golpeándote el pecho y ¿hay algo más folk que eso? (risas). No nos llaman, a los cantautores nos han borrado del mapa. Más allá de Nuestro Pequeño Mundo, los músicos de jazz y folk de este país se han criado a los pechos de los cantautores (risas). El reduccionismo, acaso inducido desde arriba, porque no interesa que haya voces críticas, nos ha borrado del mapa. En estos años cuando se ha reescrito la historia nos han negado la existencia. La historia siempre la escribe el poder.


-Siendo extremeño… ¿no se ha sentido nuca atraído por el flamenco?

-Sí claro. Si yo de niño era Joselito en los concursos de niños cantantes. Era lo más natural para mí, pero quise buscarme un sitio distinto y por eso no he querido componer, si quieres hasta ahora, en copla. El flamenco es la fuerza de la guitarra y de la expresión del baile y del cante y me arrepiento de haber cerrado aquel grifo, porque creo que no hay en el mundo una música de raíz tan poderosa.

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