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domingo, 31 de julio de 2016

Brindis al sol granadahoy.com

Parajes singulares. Granada ofrece lo que ningún lugar del mundo, cumbres que rozan el cielo y costas de aguas cálidas, ambas al alcance del turista en un mismo día
MARGARITA LOZANO 
LA provincia de Granada tiene enormes atractivos, obvia decirlo. Pero para los amantes de la naturaleza y de las sensaciones únicas, el pasado domingo 24 de agosto, se celebró un ritual que ya cumple ocho años: subir al Mulhacén y hacer un 'Brindis al Sol'. Un homenaje a los productores que han conseguido llevar a sus vinos a lo más alto, en todos los sentidos. 

En esta edición colaboraron los vinos de Bodegas Avelino Vegas (Circe blanco verdejo y Nicte prieto picudo), de Santiuste (Segovia), junto al 'Moreno' y 'Pelirrojo' de la bodega Mil300 (Laroles, Granada) y el tinto crianza y el blanco de Bodegas Lureño (Lugros, Granada) ambas con algunos de los viñedos más altos de Europa, en el Altiplano de Sierra Nevada y la Alpujarra alta, respectivamente. 

Su organizador, Marcos Muñoz -que coordina asimismo la Ruta de los Vinos de Granada- nos cuenta que "la VIII subida nocturna al Mulhacén y el 'Brindis al Sol' combina dentro de un producto enoturístico la gastronomía, la naturaleza y las emociones más románticas de 'atrapar' en una copa de vino el primer rayo del amanecer más alto de España. Una fotografía de la fase visual de la cata frente a las múltiples tonalidades del cielo". 

Los intrépidos montañeros se dieron cita en Capileira, en el Restaurante Paco López donde, con unas impresionantes vistas de los valles alpujarreños, catamos los vinos protagonistas, y comimos. A partir de ahí y mientras tuvieron cobertura de móviles, los fuimos siguiendo por Twitter e Instagram. Tomando un autobús lanzadera del Parque Nacional de Sierra Nevada, llegaron al Alto del Chorrillo (2.600 metros). Desde el Alto del Chorrillo comenzaron la caminata de aproximadamente 40 minutos hasta el refugio de Poqueira (2.500 metros), el más grande y mejor equipado de Sierra Nevada, que cuenta con servicio de comidas y alojamiento todo el año. Aquí descansaron hasta las 2:30 horas que emprendieron la marcha, bordeando el río Mulhacén, para llegar a las 4:30 horas a la segunda parada y avituallamiento en el refugio de la Caldera (3.100 metros), justo en la falda del Mulhacén. 

Desde el refugio de la Caldera a la cima del Mulhacén se enfrentaban al tramo más duro de la subida, pues en apenas una hora y media ascendieron casi 500 metros. "Con pasito corto y precaución nos detuvimos a observar las luces de Granada mientras recuperábamos el aliento en una subida no apta para fumadores. De no ser por los 20 grados de diferencia (en la cumbre estábamos a 7 grados), creo que todos pensamos en aquella cama que dejamos abajo. Para las 6:20 horas estábamos en la cumbre, tomamos un rápido desayuno con café de termo, galletas y algo de fruta", nos cuenta Marcos Muñoz. 

"Los primeros tonos anaranjados en el horizonte anunciaban el esperado destello. Lo más bonito es que nunca llegaremos a ver dos amaneceres iguales. Este iba a ser un amanecer limpio con una leve franja de calima, que prolongaría la calidez de la imagen. Tonos rojizos, anaranjados, amarillos, y un lento degradado hasta el azul más profundo de una noche hostigada por la luz más madrugadora", continúa su relato Muñoz. 

Eran las 7:07 horas del domingo 24 de julio. "En una cumbre más masificada que de costumbre, comenzamos a llenar copas, ante la sorpresa de los montañeros atraídos por la curiosidad y el espectáculo. La luz cambia por minutos y la fotografía buscada parece no llegar. Demasiado contraste, o demasiada luz. Buscamos una fotografía lo más natural posible, sin poses ni filtros, en la que la luz del sol nos descubra nuevas tonalidades y brillos inimaginables en una copa de vino. Cada rosado se transforma por efecto de la luz; el blanco adquiere unos tonos verdosos limpios y brillantes, y entonces encuentro el ángulo perfecto y la copa frente al rayo de luz, pero… horror. Las huellas dactilares en el cristal me hacen perder la imagen perfecta. Sin dudarlo, y a toda prisa nos ponemos a limpiar copas con la camiseta limpia de la bajada, que termina coloreada de todos los vinos. Finalmente, el tiempo pareció detenerse y conseguimos la foto más deseada: El brindis al sol y atrapar en una copa el amanecer más alto y emocionante que todos recordaremos en cada trago de esos vinos". 

Pero además, este año, casi improvisando y decidiéndolo sobre la marcha, completaron lo que, ahora sí, se convierte en una experiencia posible solo en Granada: prolongar el día de sensaciones bajando a la Costa Tropical para darse un chapuzón solo unas horas más tarde. Algo increíble y de lo que pocos lugares del mundo pueden presumir. 


Felicidades, amigos. Estaremos en la IX subida y en el próximo brindis al sol.

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