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miércoles, 31 de agosto de 2016

No quiero vivir en una Europa que persiga a la gente por sus creencias o su apariencia el Huffington Post

 
Editor ejecutivo, 'HuffPost Alemania'

Desde hace unas semanas, Europa está irreconocible. Su gente parece estrecha de miras y mezquina.
El continente sigue intentando deshacerse de los valores que le proporcionaron grandeza y le dieron su estatus de portavoz de la ética mundial.
Europa está perdiendo los valores que hacen que tantos europeos -especialmente los más jóvenes- se enorgullezcan de serlo: la libertad y la tolerancia. Estos dos valores son los pilares de una sociedad abierta y liberal.
La muestra más reciente de esta desintegración es esta imagen que se tomó en una playa de Niza la semana pasada.
En ella aparecen cuatro agentes de policía alrededor de una mujer sentada en la arena. Los agentes llevan porras y pistolas. La mujer se está quitando una tela azul (una parte de un burkini o de otra prenda de ropa).
Según los medios de comunicación, los agentes querían multar a la mujer porque se ha prohibido llevar burkinis y otros tipos de prendas religiosas en las playas de las ciudades.
Esta foto sorprendió a los europeos de verdad.
Los países del continente -Francia en este caso- han llegado a un punto en el que se persigue a las personas que profesan una fe concreta o a las personas que tienen una apariencia en particular. Tienen que pagar multas porque llevan la ropa equivocada. Las mujeres que están en la playa se ven obligadas a quitarse la ropa o a irse.
Europa está perdiendo los valores que hacen que tantos europeos -especialmente los más jóvenes- se enorgullezcan de serlo: la libertad y la tolerancia.
Y el de Niza no es el único incidente similar: durante las últimas semanas, muchas mujeres musulmanas han recibido multas en varias ciudades costeras francesas.
No sólo ocurre en Francia. En Alemania también están hablando de prohibir el velo integral, y puede que se haga realidad en otros países europeos. Hace poco, en una escuela de Osnabrück (Alemania) se echó de clase a una estudiante por llevar velo integral.
El hecho de que esta situación ocurra en una playa de Francia incita mucho más a la reflexión. Con su estilo de vida y su actitud de laissez faire, los franceses siempre han servido de ejemplo en Europa.
Normalmente, consideramos a Nueva York como la ciudad más internacional del mundo, pero París es una de las metrópolis más cosmopolitas y tolerantes. Cualquier persona que visite el barrio de Little Congo (cerca de Montmartre), donde las personas de distintos países se relacionan sin problema, lo sabe.
Hay una razón por la que los afroamericanos que visitan París se emocionan por la tolerancia con la que les reciben. Todavía sufren racismo en algunas partes del mundo y de Estados Unidos.
Esa tolerancia parece estar abandonando Francia, por lo menos para los musulmanes. Y no sólo pasa en este país.
Europa y sus ciudadanos están muertos de miedo: tienen miedo de los pañuelos, de los hombres con barbas largas y de un libro llamado Corán.
El continente está paralizado por el pavor a los extranjeros y a lo extraño. Este pavor ha puesto en jaque a la valentía y a los valores europeos.
Cualquier persona que haya viajado a Oriente Próximo -o que haya viajado a países como Turquía, Indonesia o Bangladés, donde la presencia musulmana es grande- sabrá lo acogedoras y abiertas que son las personas allí. Siempre saludan con una sonrisa y con curiosidad. Aunque es cierto que hay excepciones.
Europa, en cambio, ya no saluda y tiene el rostro serio.
Europa y sus ciudadanos están muertos de miedo: tienen miedo de los pañuelos, de los hombres con barbas largas y de un libro llamado Corán.
Antes, la intolerancia era la excepción, pero ahora se está convirtiendo en la norma. ¿Por qué?
Uno de los motivos es el terrorismo, que ha consumido la mente de la gente. Otro es la crisis económica que está arrasando algunos países europeos, dejando sin empleo a millones de personas, especialmente a los más jóvenes. Pero la mayor parte de los europeos sigue bien.
En estos momentos, es importante recordar lo siguiente: en Europa, los índices de pobreza siguen siendo muy bajos, se garantiza la libertad de expresión y la gente puede buscar lo que le hace feliz. En general, Europa sigue siendo un lugar muy seguro.
Pero ha perdido el rumbo. Ya no da la bienvenida a personas de zonas que carecen de prosperidad y de libertad.
Muchos jóvenes se consideran europeos en vez de franceses, españoles o alemanes. Pero se han acabado esos días en los que podíamos estar orgullosos de ser europeos. El continente se está convirtiendo en un lugar intolerante y estrecho de miras en el que yo ya no quiero vivir.

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