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sábado, 10 de septiembre de 2016

Soñar para crecer el Huffington Post

 
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Un blog de Jordi Borràs
Algún día tus hijos se irán de casa y, para entonces, habrán tenido decenas de miles de sueños. ¿Cuántos de éstos habréis compartido? Teniendo en cuenta que los sueños son, entre otras cosas, un reflejo de sus deseos, sus miedos y preocupaciones diarias, parece interesante prestarles atención. Al hacerlo -y esto es lo mejor- les animarás a tenerlos en cuenta: y es que recordarlos y explorarlos lúdicamente puede ayudarles a desarrollar su inteligencia emocional y darles acceso, de por vida, a su intuición natural y a una fuente inagotable de creatividad.
Son muchos los beneficios evidentes que obtienen los niños al compartir sus sueños:
  • Su autoestima se ve reforzada al recibir la escucha de los adultos y así reconocen lo relevante de sus emociones, de sus anhelos... En definitiva, de su mundo interior. Esto les convierte en personas más conscientes, con más criterio e independientes de las presiones externas.
  • Desarrollan su creatividad poderosamente. Los sueños son la mejor prueba de que somos creativos por naturaleza. ¡Cada noche nuestra mente nos presenta un mundo nuevo y sorprendente! Si quieres ayudar a tus hijos para que sean aquello que realmente desean, necesitarán ponerse en contacto con sus recursos, y los sueños los empoderarán. Integrar el pensamiento racional y la imaginación onírica les hará imbatibles. Algunos padres sospechan que cuando los niños explican su sueño se inventan una buena parte, pero no hay problema: están entrenando su imaginación y ésta necesita oídos que la escuchen para poder alzar el vuelo.
  • Explicar los sueños permite que el niño exprese, a través de metáforas, sus temores y deseos. Esto es mucho más fácil que hacerlo directamente y resulta igualmente liberador. Ten en cuenta que los sueños pueden referirse a temas emocionalmente delicados para niños y niñas: la angustia que sienten ante ciertas expectativas escolares, cómo les afectan las discusiones entre sus padres o, incluso, sugerir que son víctimas de bullying.
  • Escuchar sus sueños puede ayudar a comprender mejor sus sentimientos acerca de este tipo de situaciones. Suele ocurrir que una conversación aparentemente banal sobre los sueños acaba derivando hacia temas que son importantes para los pequeños. Así que, si aparecen, aprovechad para buscar soluciones creativas a estos retos cotidianos.
Son muchas las sociedades alrededor del mundo que tratan los sueños como algo esencial en la educación de sus pequeños. Pero en nuestra cultura, a pesar de que cada vez son más los padres que aseguran que compartirlos mejora la comunicación familiar y que los psicólogos insistamos en lo mucho que puede aportar su exploración a la madurez personal, aún existen ciertos prejuicios. Uno de los que tiene más peso es el paralelismo que hacemos entre sueños y pesadillas (y claro, si lo único que soñamos es desagradable, es preferible olvidar).
Es cierto que las pesadillas se recuerdan con mayor facilidad, de manera que nuestras noches podrían parecer territorio exclusivo para este tipo de sueños. Pero como consecuencia de compartir los sueños con tus hijos, tanto ellos como tú veréis incrementado su recuerdo y podréis comprobar, cada vez con mayor claridad, cómo muchos de ellos pueden ser realmente estimulantes y profundamente agradables.
Aún así, es cierto que los niños tienen pesadillas con mayor frecuencia que los adultos. Alrededor del mundo parece haber algunos temas comunes en las noches infantiles: sueños de vuelo y caída, encontrarse desnudo o vestido de forma ridícula en público, pasar un examen... todas estas pesadillas son habituales en niños y, en general, no deben preocuparnos porque son consecuencia de una maduración psicológica natural. Eso sí, si son constantes o recurrentes (el mismo tipo de sueño una y otra vez), conviene valorar qué situación o relación personal está angustiando al niño, especialmente si no observamos ninguna evolución positiva en los sueños con el paso del tiempo.
Una pesadilla frecuente, por ejemplo, es la de sentirse atrapado. Como todos los sueños desagradables, puede reflejar una experiencia del día (el estrecho abrazo de la tía que vino de visita, la presión del cinturón de seguridad...) pero también puede responder a una situación psicológicamente angustiante (por ejemplo, una relación en la escuela que el niño no sabe gestionar y en la que se siente, metafóricamente, atrapado).
A diferencia de lo que hacemos con los adultos, no conviene interpretar los sueños con los niños. Si lo intentamos, probablemente dejarán de compartirlos poco tiempo después.
Pero si hay una pesadilla estrella entre los niños de todo el mundo es la de sentirse amenazado por un animal: como cualquier amenaza onírica, puede referirse a alguna situación que el niño vive como conflictiva. En mi experiencia clínica, si las dificultades para gestionar el problema de la vigilia aumentan, en los sueños el animal perseguidor puede ser un monstruo o un ente abstracto.
Vale la pena que le pidas que te cuente detalles, si puede ser en el mismo momento en que te explica el sueño, aunque te haya despertado de madrugada. Por ejemplo, que describa al animal o al monstruo ¿le recuerda a alguien que conoce? ¿En qué lugar se produce la persecución? Explicar estos pormenores puede relajarlo y a ti darte algunas pistas del tema con el que tiene relación. Si no le apetece hablar, de todos modos, no insistas. Quizá, después de un sueño difícil de digerir, lo que mejor le sentará sea un abrazo amoroso.
Es importante recordar que, a diferencia de lo que solemos hacer con los adultos, no conviene interpretar los sueños con los niños. Si lo intentamos, lo más probable es que dejen de compartirlos poco tiempo después y se protejan así de lo que sentirían como una intromisión o un juicio. Es mucho más efectivo explorarlos desde la escucha atenta, preguntándoles por sus emociones, pidiendo una descripción detallada de los elementos o matices de la narración y, sobre todo, hacerlo con el máximo respeto. Ten en cuenta que, por muy inverosímil que te parezca, para ellos ha sido una experiencia 'auténtica', así que de poco vale soltar la consabida expresión "No te preocupes, es sólo un sueño". El niño sabe que el terror que ha sentido no es irreal.
En cualquier caso, tanto si el sueño ha sido desagradable como si ha sido hilarante, mágico, extático... al día siguiente podéis hacer muchas cosas con él. Recuerda que, independientemente de lo que os propongáis, conviene plantear la exploración de manera lúdica. Te sugiero algunas opciones:
  • Regálale su primer diario de sueños (si el niño es demasiado pequeño para escribir sus sueños, puedes escribirlos tú a partir de su relato)
  • Invítale a que dibuje el sueño o las partes más significativas.
  • Especialmente con niños pequeños, es divertido recrear el sueño dramáticamente: reproducir el sonido del vuelo, saltar como el canguro azul, lanzarse sobre el padre o la madre intentando repetir la cara del monstruo...
  • Representar el sueño con una danza, haciendo los movimientos que harían los personajes del sueño si pudieran bailar.
  • Construir muñecos de trapo o arcilla para representar a los personajes principales.
  • Soñar el sueño hacia delante: sugiérele que continúe la historia y que añada lo que le apetezca.
  • Cambiar el final: esto es especialmente interesante en las pesadillas, porque el niño recupera cierta sensación de control sobre lo ocurrido.
  • Escribir un poema basado en el sueño.
Es conveniente que también tú les cuentes los sueños que recuerdes. De hecho, también es bueno que -si fuera el caso- tus hijos sepan que también tienes pesadillas. En lugar de aumentar su inseguridad se sentirán acompañados y entenderán que tener estos sueños tan desagradables no es nada grave. Así que, en la medida en que te sea posible, comparte tus aventuras nocturnas con ellos. ¡En ocasiones, los comentarios que hagan podrían ser sorprendentes y reveladores!
De hecho, compartir los sueños en familia puede ser un factor de cohesión poderoso porque estaríais teniendo en consideración imágenes profundamente significativas. Y quizá, propias de "tu tribu": yo me he encontrado repetidamente, por ejemplo, con familias que, tras compartir sus sueños durante un tiempo, reconocen que hay elementos coincidentes que aparecen en ellos, como si se tratara de patrones propios de esa familia. En cualquier caso, si abrís la puerta a los sueños podéis prepararos para cualquier sorpresa.
Así pues, si te animas a hacerlo, ten en cuenta estas sencillas pautas:
  1. Por la noche: antes de ir a dormir, comenta a tus hijos que es posible que recuerden sus sueños (todos soñamos varias veces cada noche, aunque a veces no lo recordemos). Podéis escribir juntos una nota, con un texto del estilo "Esta noche tendré un lindo sueño", y ponerla bajo su almohada. Propónles que, al despertar, se mantengan un minuto en la cama con los ojos cerrados, simplemente observando por si aparecen imágenes de sus sueños. Todo esto conviene transmitirlo, eso sí, sin presionarles. Una expectativa demasiado alta puede bloquear el recuerdo y aumentar la frustración.
  2. Al día siguiente: a ser posible, aprovechad la mañana para compartir los sueños (por ejemplo, durante el desayuno) ya que, si lo hacéis más tarde, probablemente habréis olvidado gran parte de ellos. Recuerda escuchar sus sueños empáticamente y sin interpretarlos, tan sólo acoge cualquier reacción o sentimiento que despierten.
Una buena forma de prepararte para compartir los sueños con tus hijos es el siguiente ejercicio: dibuja el sueño más antiguo que recuerdes. Esta experiencia puede ser muy poderosa y puede trasladarte fácilmente a un tiempo pasado. Los sueños que quedan grabados pueden estar asociados a momentos cruciales para nuestro desarrollo y, frecuentemente, funcionan como una suerte de rito de pasaje interno que nos ayudan a transitar de una época de la vida a otra muy distinta. Tomarse un buen rato para este ejercicio puede ponerte en contacto con tu sensibilidad y con la perspectiva que tenías en tu infancia ante un mundo incierto y cambiante. Esto te ayudará a comprender mejor la perspectiva actual de tu hijo. Y, además, cuando le muestres tu dibujo puede sentirse motivado a hacer lo mismo con los suyos.
Cada noche, como si fueras Alicia en la novela de Lewis Carroll, caes por la madriguera del conejo para encontrar repetidamente, en tus sueños, un mundo mágico en el que todo es posible. Quizás, en alguno de tus sueños actuales, te encuentres con objetos sorprendentemente grandes. Cuando esto ocurre, conviene considerar la posibilidad de que lo inconsciente esté expresando algo relativo a tus primeros años de vida (cuando todo lo que veías a tu alrededor era mucho más grande de lo que es ahora).

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