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viernes, 4 de noviembre de 2016

He dejado de tomar café durante un mes y esto es lo que ha pasado el Huffington Post


Se me ocurrió dejar de tomar cafeína mientras estaba desvelada de madrugada, como de costumbre. Suelo tomar muchas bebidas con cafeína y empecé a preguntarme si descansaría mejor sin ellas y cómo sería vivir sin la sensación de nervios y el cosquilleo en los dedos que me provoca la cafeína. Aunque en Las chicas Gilmore afirmen que estar hipercafeinado es algo positivo, los médicos no están de acuerdo.
Sé que no soy la única persona que tiene falta de sueño y tira de fuentes de energía afrtificiales. La gran mayoría de la población duerme menos de lo recomendado, según Christopher Drake, médico y director de investigación del sueño en el hospital Henry Ford. "Perder una hora de sueño un día no trastoca la vida de nadie, pero si se convierte en una rutina, tendría falta de sueño crónica", explica. Y el café no es la solución: la cafeína puede ayudar a acabar con la somnolencia, pero seguiremos necesitando las mismas horas de sueño. "La cafeína es un recurso para minimizar los efectos del sueño y para sentirse alerta, pero, al mismo tiempo, provoca que aumente la deuda de sueño. Enseguida se convierte en un problema".
Antes de profundizar, me gustaría decir que beber café en dosis razonables no es algo malo. La dependencia (y el mono) existe, pero se ha descubierto que ingerir una cantidad moderada de café puede ayudar frente algunos problemas de salud como las enfermedades cardiovasculares, el párkinson y la diabetes.
La cafeína, como la mayoría de las cosas, tiene que consumirse con moderación y con cuidado y, además, no debe ser un sustituto del sueño. El doctor Drake relaciona los efectos de la falta de sueño con los de ebriedad y afirma que son muy frecuentes los accidentes laborales y de coche provocados por la falta de sueño. Las personas que duermen menos tienen más probabilidades de engordar y de tener diabetes, dos características presentes en mi familia.
"La conclusión es que hay que hacer del sueño una prioridad", resume el doctor Drake.
Así que eso es lo que quería hacer. Me preparé mentalmente, se lo conté a mi familia y busqué maneras de evitar la somnolencia. Dejar la cafeína significaba tener mono, así que compré mucho ibuprofeno y me convencí de que el médico tenía razón: tengo que priorizar el sueño. Durante todo el mes de septiembre anoté cómo me afectaba la falta de cafeína. Tomármelo como si fuera un desafío hizo que fuera más emocionante, pero seguía siendo un problema real: ¿Cómo iba a ser simpática a las dos de la tarde si no tenía una taza de café caliente entre las manos?

Parte 1: Sueño
Como he mencionado antes, mis hábitos de sueño eran horribles y fueron la inspiración para que hiciera de septiembre el mes sin cafeína. Esperaba que eso me ayudara a irme a dormir un poco antes, pero no tenía muchas expectativas. Después de todo, llevo teniendo insomnio desde que tenía 7 años, más o menos. Dejar la cafeína no iba a arreglarlo en un día.
Estaba tan equivocada...
Durante casi todo septiembre, me quedé dormida increíblemente rápido. Me metía en la cama y me dormía antes de apagar la luz. No me despertaba por la noche. Vale, había noches que me costaba más si tenía algo en lo que pensar, pero la mayoría de las noches me daba la vuelta y me dormía.
El dilema: quedarme dormida pronto y dormir ocho horas implica despertarse demasiado pronto. Me levantaba entre las 4:30 y las 5:00 y, sin cafeína, levantarse tan pronto no sirve de nada. Me bloquearía mucho antes en el trabajo, tendría hambre antes, etc.
Así que, aunque me sintiera completamente despierta antes del amanecer, también me iba a cansar antes.
Calificación del sueño: Sobresaliente

Parte 2: Salud y bienestar
El 1 de septiembre, a las 10:19 de la mañana, tuve mi primer dolor de cabeza. Al principio era una pequeña molestia, un recordatorio de mi cuerpo: por favor, dame café. Pero, al final de la jornada, me dolía tanto la cabeza que sentía náuseas.
Mi propósito de pasar un mes entero sin cafeína me ayudó a crear un vínculo especial con las náuseas y muchas veces me iba a la cama a las 7 de la tarde para no tener que lidiar con el malestar. Dejé de quedar con mis amigos, probé a ponerme crema calmante en la nuca y bebí muchísima agua.
A mitad de mes, los dolores de cabeza eran más suaves, pero durante esos primeros 15 días estaba de los nervios. Más que nunca. Independientemente de que la gente tuviera buenas intenciones, tuve que hacer esfuerzos por callarme y no contestar mal. Mis amigos y yo tenemos un grupo de WhatsApp y en él bromeaban con regalarme la primera temporada de la serie Scrubs (una serie que no puedo ver sin ponerme nerviosa). Me enfadé tanto al pensar en el pelo de Zach Braff que tuve que apagar el teléfono y dejar de contestar para no saltar.
Pero cuando dejé de estar irritable por mis dolores de cabeza, las cosas mejoraron rápidamente. Fui al médico y confirmé que tenía la tensión más baja (!). También noté un cambio en los niveles de ansiedad: seguía teniéndola, pero cada vez que empezaba, podía tranquilizarme mucho antes en comparación con cuando tomaba cafeína.
En resumen: estuve hecha polvo durante 15 días, se me pasó y todo fue bien. Seguía estando inquieta, pero creo que siempre he sido así.
Calificación de salud y bienestar: Notable bajo

Parte 3: Productividad
El problema es el siguiente: cuando tomo algo con cafeína, puedo hacer un montón de cosas.
Mi día a día consiste en trabajar de 8:30 a 17:00 en la oficina, hacer la cena y pasar el resto de la noche escribiendo. Sin cafeína, no solo me sentía cansada, sino que también me faltaba inspiración. En vez de verlo como una actividad necesaria, lo veía como una tarea. Podía contar con una mano las noches que no escribí durante el año anterior. Pero en septiembre fue totalmente diferente: casi no escribí.
Y se dio la casualidad de que el descanso de escribir que había planeado tuvo lugar en septiembre. Sí, es cierto que escribí mucho los fines de semana, pero la mayor parte del tiempo me dedicaba a subir y bajar las escaleras, a mirar por la ventana y a comer patatas fritas. Normalmente no estoy tan distraída.
Calificación de productividad: Suspenso

Parte 4: Dinero
Empecé a preguntarme si la cafeína había afectado a mi economía, así que me puse a revisar las cuentas del banco. En agosto, mi marido y yo nos gastamos 35 dólares (32 euros) en cafés de Dunkin Donuts y 5,18 dólares (4,75 euros) en Starbucks. También gastamos 126 (115 euros) dólares en bebidas con cafeína en restaurantes y gasolineras y 16 dólares (14,6 euros) en latas de Coca-Cola Light. Casi todo el café que bebo al día lo tomo en el trabajo, así que en ese no me gasto nada (gracias, jefe). Pero, haciendo cálculos, gastamos 245,16 dólares (224,53 euros) en cafeína entre los dos y 122,58 dólares (112,27 euros) solo yo.
A continuación hay una lista de cosas buenas que tienen cafeína y que no compré en un mes:
Café.
Té, excepto los que saben mal o hacen que te duermas.
La mayor parte de los refrescos.
Café descafeinado (nos engaña con su nombre).
Chocolate.
Si no consumes cafeína, las opciones disponibles para acompañar una comida son más bien escasas. No me gusta el Sprite porque sabe a agua con azúcar y me recuerda a cuando estaba mala de pequeña y tenía que quedarme en casa. De vez en cuando bebo agua con gas porque me encantan las bebidas con gas, pero normalmente bebo agua normal. En septiembre, compré tres botellas de agua con gas de sabores (3,99 dólares [3,65 euros]), dos paquetes de té sin cafeína asquerosos (2,34 dólares [2,14 euros] cada uno) y agua con gas sin sabor (menos de 2 dólares [menos de 1,80 euros]). Fui una vez a Dunkin Donuts y me comí un bagel con queso (0,99 dólares [0,90 euros]). Eso significa que he ahorrado 107 dólares (98 euros) en un mes por no beber cafeína.
Calificación de dinero: Sobresaliente

Planes de futuro
Tuve la oportunidad de hablar con el doctor Drake por teléfono y quise aprovechar la ocasión y preguntarle lo siguiente: "¿Tomas cafeína?".
Se rió y me respondió con un sincero "sí".
Yo tampoco voy a quitar a la cafeína de mi vida. El 1 de octubre de 2016 empecé el día con una taza de café. Hace poco leí la descripción del sonido de las cafeteras ("como un gato mordiendo una tubería") y no podría ser más acertada. Me encanta mi cafetera y estos días sonrío como una tonta mientras vierte el café en la taza.
Al no consumir cafeína durante un tiempo, me he dado cuenta de algo extraño: de lo integrada que está en los eventos sociales y el poco atractivo que tiene escribir en grupo con un vaso de agua al lado. No tengo la intención de volver a ser adicta a la cafeína, pero sí que voy a beber una taza de café por la mañana. Y, a veces, si lo necesito, me tomaré otro café a las 2 de la tarde.
  
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