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miércoles, 22 de febrero de 2017

Y nos colocaron en nuestro sitio granadahoy.com

                                                                          TRIBUNA


MANUEL FRANCISCO SÁNCHEZ BLANCO
Arquitecto

La que pagó los platos rotos fue la construcción, a la que se dejó caer sin más miramientos, provocando una pérdida de empleo, de riqueza y de negocio que aún estamos pagando

Y nos colocaron en nuestro sitio
Hace justo un año escribí en esta sección de opinión un artículo titulado: Nos toman por tontos, y lo somos del que recibí una crítica particularmente agria y despectiva sobre todo lo que allí se decía y por quien la decía. Pues bien, hoy puedo comprobar con satisfacción que este modesto arquitecto no estaba equivocado - en realidad aquel artículo era consecuencia de uno de mi admirado Vidal Folch- y que todo lo que expresé allí queda ahora confirmado por nada más y nada menos que el gobernador del Banco de España Luis María Linde.
Efectivamente, el señor Linde en su artículo El banco de España en la crisis (El País del 10/2/2017) nos hace un preciso resumen del origen de la crisis y cómo nos enfrentamos a ella. Me gustaría utilizar sus opiniones al respecto, con el ánimo de insistir en algunas cuestiones que a estas alturas deberíamos tener todos muy claras (necesariamente muy sintetizadas).
La culpa de todo la tuvo el ladrillo. Pues va a ser que no sólo del ladrillo, mire usted. En palabras del gobernador el origen de la crisis estuvo también (y la coloca la primera) en una burbuja crediticia de la que da un dato muy significativo: el crédito a hogares y empresas pasó del 81% del PIB a finales del año 1999 al ¡166%! En 2008. Es decir que estábamos todos (y todas) hasta las trancas de préstamos, viviendo una realidad falsa y ficticia de prosperidad económica, que nuestras empresas habían tomado excesivos riesgos financieros para su expansión descontrolada en la mayoría de los casos (me remito a la dolorosa situación de la única multinacional andaluza). Apalancamiento desmesurado y excesivo que dicen los economistas.
A lo anterior se sumó que de golpe y sin avisar, desaparecieron los principales mercados de capitales mayoristas (interbancario y titulizaciones) quedándose los bancos con las piernas colgando cuando más lo necesitaban. Y para rematar la faena en 2011 apareció la crisis de deuda pública que dada la situación precaria en la que nos encontrábamos estuvo a punto de llevársenos por delante como país.
El que pagó los platos rotos fue el sector inmobiliario y de la construcción, al que se dejó caer sin más miramientos, provocando una pérdida de empleo enorme y una pérdida de riqueza y de negocio que aún hoy estamos pagando. El manejo de los bancos de esta crisis inmobiliaria ha sido y es un desastre mayúsculo. Les daré sólo un dato: hoy se le están comprando a los bancos esa deuda hipotecaria con una quita del ¡90%! ¿Y para qué ha servido entonces destruir al sector, echar a la calle a miles de familias, destruir sus ahorros, si ahora les entregan esos inmuebles a los tiburones de turno por el 10% de su valor? Obsceno, ¿no les parece?
Estrategia adoptada: la cara de tontos. Dice el señor Linde al final de su comentario de cómo se enfrentó la crisis lo siguiente: "También hay que recordar que, en nuestro caso, no se consideró la solución a la inglesa, a la alemana o a la holandesa, consistente en la inmediata nacionalización de las entidades en crisis, incluso entidades de gran tamaño" permítanme una sonrisa de satisfacción porque es el mismo argumento que este pobre arquitecto expresó en su artículo mencionado.
¿Cuál fue la consecuencia de esta estrategia equivocada? Pues es de sobra conocido por todos: desempleo masivo, pobreza, recortes en sanidad y educación, salarios vergonzosos, emigración de nuestros jóvenes… mientras que los países grandes de la UE se iban de rositas y encima teniéndoles que aguantar sus exigencias leoninas un año sí y otro también. Genial. Me atrevería a decir que el señor Linde saca a colación este tema porque esa debió ser, en su opinión y en la de muchos, la solución adoptada.
Desgraciadamente no fue así y los mercados (se podría sustituir por los que realmente mandan en este mundo) aprovecharon nuestra debilidad para ponernos en nuestro sitio. ¡Aquellos españoles comprando empresas alemanas y francesas, gestionando aeropuertos ingleses, adquiriendo inmuebles de lujo en París, Berlín y Londres! ¡Y encima con nuestros dineros! Y nos pusieron, ya lo creo que nos pusieron, en nuestro sitio. Ese hermoso sueño de grandeza como país se difuminó bien pronto y aprendimos que eso se logra con los propios recursos (generando capital propio vía superávit), siendo una potencia financiera (Wall Street o la City) o económica (Alemania, China, Francia…) o teniendo petróleo… y nada de esto somos o tenemos. Fin de la historia. Terminaré con el inicio de uno de los mejores artículos económicos escritos en esta década y por un escritor de ficción: "No soy un especialista pero trato de comprender". Y lo anterior es lo que yo modestamente comprendo.

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