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sábado, 22 de abril de 2017

Menos lobos granadahoy.com

                                                                           TRIBUNA


PABLO GUTIÉRREZ-ALVIZ
Notario

Menos lobos
Hace unos nueve meses tuvimos en España el primer lobezno humano. Me refiero al momento en que la Administración competente (?) terminó por autorizar en última instancia que una pareja pudiera imponer a su bebé el nombre de "Lobo". Esta singular victoria "progresista" fue muy celebrada, especialmente por el infame podemita Iglesias: un lobo con piel de cordero.
El lobo, como animal fiero y salvaje, resulta temible en todos los ámbitos. Solo merecen comentario favorable la loba Luperca, que según la leyenda amamantó a los hermanos Rómulo y Remo para que luego fundaran Roma, y los lobos de Félix Rodríguez de la Fuente, porque igual los tenía amaestrados y, claro, se comportaban como perritos falderos.
Parece que el personal no ha caído en la mimética tentación de tirar de nombres de la fauna animal para los seres humanos y sigue eligiendo los tradicionales (del santoral) de su familia o los de artistas, famosos, e incluso motivados por el primer parecido físico que perciben en el recién nacido.
Es sabido que ya estaban admitidos como nombres el del rey de la selva, León, la imperial Águila, también la aristocrática Urraca y hasta la plebeya Paloma. Pero con la ampliación lobuna, si la amamantadora Carolina Bescansa repitiera maternidad podría escoger para su nuevo vástago entre los siguientes nombres, que siempre harían las delicias de cualquier ecologista extremo:
Abejorro, Acedía, Anchoa (si el retoño es salado), Bonito (si es que sale agraciado), Burro (si el bebé más que llorar, rebuzna), Cerdo (si emite gruñidos), Cochinilla (si no va limpia ni aseada), Flamenco (que lo mismo sale cantaor o bailaor), Foca (si es gordita), Jirafa (si se le ve larguirucho), Llama, (¿cómo se llama?, Llama), Gorila ( si resulta más bien feito), Marmota (si es dormilona), Mofeta (si apesta), Oso (si tiene mucho pelo), Perro (si casi ladra al quejarse), Puercoespín (si huele más que la mofeta anterior), Quebrantahuesos (si es el hijo de un radical violento), Ruiseñor (si canta como el pequeño Joselito), Sapo (si tiene los ojos saltones), Toro (si lleva unos cuernos heredados de su padre o de su madre), Tortuga (si fue lento al nacer), Tucán (si trae mucha nariz), Venado (si berrea), o Zorro.
En este caso no conviene ponerlo en femenino porque "Zorra" puede tener un significado machista y vejatorio: mujer muy aficionada al placer sexual con variada compañía, sin perjuicio de la posible percepción de una gratificación económica. Y entonces habría que preguntar por quién se le ha puesto Zorra a la pobre niña. Me temo que no quedaría bien decir que es por la madre. La única solución sería culpar a una de las suegras o a alguna tía descarriada. Lo mismo una de ellas fue algo "pájara" en su juventud para luego gozar plenamente de una madurez frívola y lujuriosa.
Una señora que llama en la intimidad tigre a su fogoso marido pondría al pobre niño, "Tigretón", que es la marca de un dulce de esos de bollería industrial que traen tanto colesterol.
No sería descabellado que alguien pusiera nombres de animales en inglés: Bitch (perra o puta), Butterfly (sin "madame", mariposa, o mosca de mantequilla), Cat (gato que sirve también para un independentista catalán), Tiger (como el golfista Woods), Wolf (lobo, otra vez)...
Resulta curioso que algunas personas le ponen a su mascota u otros animales queridos nombres humanos. Por la calle Betis suelo oír a un señor que llama María a su bonita bóxer. Y al lado de la Torre del Oro, los cocheros que allí aparcan llaman a su caballo, Berto o a su yegua, Sara.
Si se opta por un nombre compuesto animal existen interesantes opciones: Caballito de mar, Diablo de Tasmania, Oso hormiguero, Oso Pardo y Oso Panda.
La cosa se complica con los partos dobles o múltiples. Si solo fueran mellizos y sietemesinos: Pulga y Piojo. Y si los progenitores de Lobo hubieran tenido trillizos intentarían llamar al primero, Lobo a secas; al segundo, Lobo Marino; y al último, Lobo Estepario (guiño intelectual al tedioso H. Hesse)
Y todas estas criaturas, algo asilvestradas, requieren el moderno bautizo civil. Ya existen Ayuntamientos que han aprobado este nuevo acto administrativo que puedo imaginar. En el bautizo civil los padres progresistas deberán prometer que al retoño al que imponen en ese instante el nombre de Sapo, Mofeta, Tigretón o Zorra será educado en la igualdad, la transversalidad y en todo lo que en cada momento pueda ser laico, alternativo y asambleario.
Ignoro con qué líquido darán el remojón bautismal civil al bebé, pero no me cabe duda de que los padrinos irán vestidos de negro riguroso. Y la pobre criatura llevará a modo de faldón una vieja camiseta heredada de su abuelo (antiguo activista de la Joven Guardia Roja), con el siguiente texto en mayúsculas: "OTAN, NO; BASES FUERA".

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