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viernes, 30 de junio de 2017

Sapos y pulpos granhadahoy.com


Habría que aclarar si la Fundación Lorca ha construido un centro cultural para todos o un Caixaforum

Frente a los sesudos historiadores que pretenden establecer métodos rigurosos para explicar la historia, existe una alternativa de explicación menos homologada pero que posee una incuestionable lógica; acontecimientos nimios, casi casualidades que se encadenan y que acaban por tener consecuencias impredecibles. Como esas que, en nuestra tierra, suelen denominarse una feliz ocurrencia.
Les pondré un ejemplo, si don José María Aznar no hubiese intentado barnizar su imagen de ignorante jugador de pádel leyendo a Luis García Montero en el Congreso de Diputados o haciéndose fotos con doña Laura García Lorca, presidenta de la Fundación Lorca, en la Institución Libre de Enseñanza, nadie en Granada hubiese tenido la ocurrencia de montar un chiringuito en la ciudad para acoger el legado del poeta y nos habríamos evitado, permítanme la cursilada, el "affaire Lorca" y el martirio de la llegada de su Legado que seguiría en Madrid, tan a sus anchas, con sus tres o cuatro investigadores habituales al año.
Así puede ser la historia de tonta; dos o tres circunstancias banales y, de pronto, sin comerlo ni beberlo, la Fundación Lorca ha entrado en nuestras vidas. Y no sólo porque se está fundiendo cerca de treinta millones de euros de inversión pública en una ciudad tan necesitada de otras cosas, sino porque, además, nos deja todos los días atónitos ante una situación aparentemente incomprensible o irresoluble: ¿vendrá o no vendrá? ¿por qué?
Aunque lo realmente incomprensible sea el elevadísimo nivel de estulticia que están demostrando nuestros representantes políticos pillados en una trampa, o chantaje, como lo quieran llamar, de la que no pueden salir si no es, probablemente, por la puerta de los juzgados que es donde se acaba dando explicaciones cuando alguien hace un uso indebido de fondos públicos, por más que intente eludir sus responsabilidades con argumentos de leguleyo liante.
Las cosas vienen a ser muy simples: si no aparece el legado en Granada las administraciones habrán de devolver una parte importante de fondos recibidos y, además, se quedarán sin la justificación de tantísimo esfuerzo económico.
Para que aparezca el legado, las Administraciones, además de tragarse el sapo de volver a colocar a doña Laura al frente del Centro, habrán de admitir pulpo como animal de compañía y tragarse también la "contabilidad creativa" que según doña Laura justifica unos gastos para la construcción del Centro, entre los que están, por ejemplo, exposiciones en Nueva York, inauguraciones, viajes pagados y sueldos millonarios.
A lo primero, estoy seguro de que aceptarían con tal de acabar con este embrollo y a lo segundo, seguro que también, si no fuera porque existen algunas leyes relativas al gasto público que, por decirlo de una forma suave, están un poco tensas ante la "contabilidad creativa" de la Fundación.
Además, después del préstamo solicitado a La Caixa con el legado como aval, del que ni siquiera el Consorcio conoce los detalles, habría que aclarar si, con la encomienda de gestión, la Fundación ha construido un centro cultural para todos o un Caixaforum en Granada con el dinero de todos.

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