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jueves, 13 de julio de 2017

La ciudad y su estado granadahoy.com

TRIBUNA


JOSÉ MARÍA RUEDA
Secretario de la agrupación local del PSOE de Granada

La ya habitual irresponsable actitud de los auto denominados "grupos de la oposición" impidió lograr el más mínimo avance para normalizar la vida municipal

Ciudad y estado
El Ayuntamiento de Granada acogió hace unos días el Debate sobre el Estado de la Ciudad, lo que no sucedía desde el año 2013, razón por lo que la expectación ante el mismo era más alta de la habitual. Un nuevo gobierno municipal y una mayor pluralidad en la representación municipal se sumaban a las excepcionales y graves circunstancias en las que, quince meses atrás, Granada se vio envuelta y que provocaron el cambio en la Alcaldía. Ingredientes más que suficientes para prever un debate sincero, ameno y constructivo, que redundara en positivas consecuencias para nuestra ciudad.
Y, sin embargo, la ya habitual irresponsable actitud de los auto denominados "grupos de la oposición" (lo que ya en si mismo es todo un síntoma), impidió lograr el más mínimo avance en lo que, a ojos de la inmensa mayoría de granadinas y granadinos, debería ser el único objetivo de nuestros munícipes hasta las próximas Elecciones municipales. Contribuir a la normalización del Ayuntamiento y la vida municipal y con ello echar una mano en "mantener a flote" la nave tan gravemente dañada por 13 años de nefasta y presuntamente corrupta gestión del PP.
He dicho en numerosas ocasiones que son legítimas las estrategias políticas de todos los grupos municipales y sus respectivos partidos políticos. Que las mismas han de ser autónomas y diseñadas por sus propias estructuras, y que será la ciudadanía quien las juzgue llegado el caso. Pero también he manifestado hasta la saciedad que, dadas las excepcionales circunstancias en las que se hubo de producir el cambio en la alcaldía y en el equipo de gobierno municipal, más les valdría a dichas fuerzas políticas, dejar aparcadas algunas de esas (legítimas) estrategias, en aras a contribuir con responsabilidad y dejación de una parte de sus legítimas aspiraciones, a sacar a Granada del negro agujero en que la dejó sumida el gobierno del PP. Por responsabilidad y compromiso, no con el PSOE, sino con la ciudad y sus gentes.
El reciente Debate sobre el Estado de la Ciudad era, pues, una magnífica oportunidad para reflejar ese compromiso y ese "arrimar el hombro", sobre todo a la vista de la actitud dialogante y receptiva tanto del alcalde como del portavoz socialista. Ambos partieron en sus intervenciones de la grave situación municipal, reconociendo sin ambages la misma, y tendiendo la mano a la colaboración, incluso la co-responsabilidad en la resolución de los problemas. Y, sin embargo, como señala el dicho, "cada cual fue a lo suyo". Una decepcionante repetición de argumentos vacíos, un interminable relato de ponerse de perfil y dejar al gobierno socialista sólo ante el peligro.
Ellos y ellas ya cumplieron el día que votaron la investidura del alcalde Cuenca. No cabe esperar nada más, toda su contribución a la recuperación del Ayuntamiento empezó y terminó el 5 de mayo de 2016, cuando votaron el cambio de alcalde. A partir de ahí, y el Debate constituyó la ratificación de ello, despreocupación por el futuro de la ciudad y preocupación tan sólo por llegar en las mejores condiciones posibles a la próxima cita electoral. Si ello significa que la ciudad va a pique, tanto parece darles.
El turno de palabras de los tres grupos que con su voto cambiaron la Alcaldía constituyó un rosario de lugares comunes, culpando de todos los males al gobierno del PSOE, llegando a olvidar las circunstancias y condiciones de la llegada del PSOE al poder, y peleando como jóvenes malcriados por apuntarse lo bueno o positivo que ha ocurrido en Granada en el último año, de lo que, naturalmente, no responsabilizan al gobierno en minoría del PSOE. Increíble, pero cierto.
Reclamando actuaciones y gestiones para las que saben (perfectamente) que no existe, ni puede existir, consignación presupuestaria ni liquidez económica, a cuya consecución tampoco prestan la más mínima colaboración. Como en un bucle interminable, el debate se asemejó a un parvulario de vanidades insatisfechas, en las que la única discrepancia parecía ser conseguir la más rotunda descalificación del gobierno, acompañada, eso sí, de idéntica descalificación del resto de grupos, pues todos pugnaron por ser "los mas nuevos de los nuevos", "los mas progresistas de entre los progresistas" o "los mas reivindicativos de los reivindicativos". Eso sí, de trabajar y comprometerse, con el innegable coste y desgaste que pudiera acarrearles, en la solución de la grave situación económica y organizativa municipal, nada de nada. Eso es cosa del PSOE, que a ellos nadie los mire.
Ese, en toda su crudeza, es el estado actual de la ciudad. Pese a todo, el PSOE está gobernando. Con dificultades y trabas; con incomprensión y falta de colaboración, pero lo está haciendo. Y los resultados se pueden, lenta pero inexorablemente, apreciar. En transparencia y en información de la situación de la institución. En diálogo y participación. En lealtad institucional y en proyección de la ciudad. Seguramente no en la atención a todas las demandas que se acumulan desde hace años. Y desde luego, no en la "carta a los Reyes magos" que a diario escribe el resto de grupos municipales. Pero si en normalización de la actividad del Ayuntamiento y en su relación con la ciudadanía. Que, a la vista de lo visto, no parece ser poca cosa.

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