MARILÓ MONTERO
En estos grafitis, hay agua limpia para reflejar que así debe estar el líquido elemento que han de beber
Nunca un grafiti me ha enternecido tanto. Sobre una pared de Cawayan, una de las zonas más recónditas de Filipinas, donde ni siquiera llega la señal de un teléfono móvil, hay dibujos infantiles pintados en las paredes. Pero no sólo aquí, también en otras regiones como Monreal, Milagros, Masbate, Sindangan o Zamboanga del Norte. Las niñas y los niños han recibido clases para saber hacer. El tema que ha elegido el Fondo ODS es el agua. Según los cálculos uno de cada cinco filipinos no tiene acceso al agua. Así que para evitar enfermedades han creado este programa con el que también se ha conseguido que aumente la capacidad del Gobierno para ofrecer servicios de calidad a sus ciudadanos. El resultado es tan naíf como exitoso. Tan sencillo como revolucionario, puesto que el último extremo del plan hace que las mujeres y las niñas sean las principales responsables de que se organicen los proyectos informativos, se tomen las decisiones sobre los trabajos que se han de realizar en las comunidades y se pongan en marcha los trazados de agua y saneamiento. Es delicioso ver cómo esta veintena de niños y niñas ya han levantado sus murales en las paredes del pueblo. En los muros han pintado a una señorita vestida de amarillo cocinando sobre una mesa azul con las manos limpias gracias al grifo que ya tiene puesto en casa. La mesa está preparada para que toda la familia coma, con seguridad, los alimentos que se han lavabo previamente. En otra de las paredes han pintado un cielo azul con nubes para explicar de dónde viene el agua. El río está lleno de ella que sirve de abrevadero para los caballos pero que, purificada, se vierte por un grifo que llena un cubo rojo. Una niña recoge este barreño, lleno de agua limpia, para que todas su familia pueda asearse. En estos grafitis, hay agua rica, en movimiento y de color azul para reflejar que así debe estar el líquido elemento que han de beber a diario. El que han de usar cada día para sobrevivir las personas, los animales y sus plantas. Así de sencillo. Así de ingenioso. He visto grafitis a lo largo de mis viajes, aunque siendo uno de los más determinantes el de Beca de Batman en el Barrio de Vila Madalena de Sao Paolo, en Brasil, éstos realizados por niños y niñas son demoledores. Su objetivo es el de educar a sus comunidades incomunicadas de dónde viene el agua, en qué debe emplearse, cómo debe ser su higiene y las herramientas para la fontanería. Son, sin duda alguna, los grafitis más bonitos que yo haya visto en el mundo.
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