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sábado, 22 de julio de 2017

Morir de hambre granadahoy.com

MARILÓ MONTERO

El Gobierno de Paraguay sabe que la forma de acabar con la desnutrición es el gobierno de las mujeres

Dicen que, por primera vez en la historia, en el siglo XXI mueren más personas por comer demasiado que por comer poco. Durante miles de años el hambre ha sido el peor enemigo de la humanidad. Muchos pensadores y profetas concluyeron que la hambruna, la peste y la guerra debían ser una parte integral de plan cósmico de Dios o de nuestra naturaleza imperfecta y que nada excepto el final de los tiempos nos libraría de ellas. Lo asegura Yuval Noah Harari, quien añade que hemos conseguido controlar la hambruna.
El 31 de julio concluye un programa que se creó el 1 de abril de 2015 motivado por el Fondo ODS donde participan las agencias OMS, Unicef, FAO y PMA, el Gobierno de Paraguay, gobiernos locales y colectivos indígenas de la sociedad civil, además de la Cooperación Española tras del Fondo ODS. Este programa tenía un presupuesto de 3 millones de dólares. Puede entenderse, entonces, que la hambruna aún existe puesto que hay millones de personas que mueren por desnutrición. Sobre todo niños, mujeres y embarazadas. Definir la desnutrición es difícil si no se ve cómo tratan de alimentarse las personas que están al albur de ese "plan cósmico de Dios o de nuestra naturaleza imperfecta".
El Gobierno de Paraguay lleva décadas tratando de reducir la desnutrición de madres y niños. Lo ha logrado, pero no del todo en zonas rurales de difícil acceso como Hayes, Caaguazú y Caazapá. ¿Cómo? Localizando el problema, organizando a todos los agentes sociales de las comunidades y sabiendo que la forma de acabar con la desnutrición es el gobierno de las mujeres. Han sido preparadas para reforzar la agricultura familiar y la producción indígena que ha beneficiado a 12.600 familias de agricultores y 2.430 familias indígenas. Si hace poco tiempo un millón de niños, niñas y adolescentes se encontraban en situación de pobreza infantil, si cuatro de cada diez paraguayos no tenían dinero para subsistir, e incluso las embarazadas corrían riesgo de perder la vida durante la gestación, hoy podremos valorar cuál ha sido el resultado de esta manera de controlar la hambruna que en éste tercer milenio sigue existiendo. No debemos obviarlo ni cuando los pensadores, futurólogos o admirados profesores concluyan que hoy, nadie muere de hambre.

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