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martes, 29 de agosto de 2017

Seis tópicos en busca de crítico granadahoy.com

TRIBUNA


CÉSAR ROMERO
Escritor

Seis tópicos en busca de crítico
Nadie está exento de incurrir en tópicos. Pero quizá porque nunca estuvo bien pagada (¿estuvo pagada?), quizá porque el tiempo siempre apremiaba, la crítica literaria ha incurrido como pocas en fórmulas trilladas que aún ruborizan. ¿Cuántas obras maestrasdespachan los suplementos culturales por semana? Aquí se reúnen algunas de esas expresiones. No son todas las que están pero…dejémoslo antes de caer en otro topicazo:
1.- "Es el último…". El ultimomohicanismo es un desgastado tópico de la crítica (y no sólo la literaria). Se habla de "el último sabio", "el último poeta", sobre todo a raíz de la muerte de algunas eminencias, y se habla desde hace décadas, es decir, desde antes de que estos "últimos" siquiera existieran. Vale que el alabado sea un filósofo, un sabio, un poeta como la copa de un pino, pero ¿por qué tiene que ser el último? ¿Es que ser el último lo hará más grande?
2.- "El escritor más importante de su generación". Para empezar ¿qué es una generación? Ortega, Pedro Salinas y Julián Marías, entre otros, estudiaron el concepto y lo fijaron, aunque buena parte de los críticos parece no tenerlo en cuenta. Sentado el concepto de generación, que no equivale a una quinta, como ahora parece entenderse, quizá por la aceitosa influencia del periodismo deportivo, si de un escritor se dice que es el más importante de su generación no vale a los dos meses decirlo de otro. Y además, ¿importante para quién, por qué, en qué? Javier Marías puede ser el autor de su generación cuya obra más se traduzca (una forma de importar, aunque parezca de exportar); Pérez-Reverte puede ser el autor de su generación cuyas obras más se vendan (una forma cuantitativa de importar); y Atxaga puede ser el autor de su generación que más importe a los vasco-hablantes. Los tres son de la misma generación, es más, son de la misma quinta: ¿cuál es el más "importante"?
3.- "Uno de los mejores libros de los últimos años". ¿Cuántas veces se lee, con pocas semanas de diferencia y al mismo crítico, que hacía tiempo que no leía un libro así? La memoria actual es débil y mucho se critica a los políticos por ampararse en su fragilidad pero parece que esta debilidad no sólo a ellos afecta. Algún estricto crítico que no dejaba pasar una dijo que una novela primeriza, a principios de un año aún reciente, era de las mejores de los últimos tiempos y luego, en su balance anual, ni siquiera la citó entre sus diez libros destacados.
4.- "Tanto en el fondo como en la forma". A estas alturas, ¿todavía alguien puede deslindar, en una obra literaria, el fondo de la forma? Vale que la sombra de las corrientes críticas de los setenta del siglo XX aún cobije a muchos críticos, pero ¿cómo se puede empezar o acabar una reseña con esa distinción de parvulario o de taller literario de tercera? En literatura lo que se dice es como se dice y si se dice de otra manera se está diciendo otra cosa (o no se está diciendo nada, que muy probablemente es lo que ocurra las más de las veces).
5.- "Crónica de una…anunciada", "En busca del…perdido", etc. Las críticas o reseñas que juegan con títulos de libros son tan viejas como el oficio. Y a veces se agradecen por su ingenio, sus juegos de palabras, o por traer a la actualidad títulos indebidamente postergados. Pero cuando se acude a títulos más desgastados que la falsa moneda (¿no lo está a sus treinta y pocos años el de Crónica de una muerte anunciada?), no sólo debieran proscribirse sino multar o condenar a meses de silencio a quienes aún los emplean (como hiciera el inolvidable Vicente Tortajada a otro propósito). Titular una reseña como Crónica de una… anunciada es la manera más rápida de espantar al improbable lector del libro al que le caiga en suerte. Y además perjudica la lectura del libro así titulado originalmente, si es que aún queda alguien que no lo haya leído. De un plumazo se puede acabar con las ganas de leer no uno sino dos libros buenos.
6.- "Escritor prometedor", "joven promesa". Si un escritor novel escribe algo interesante no tenemos por qué esperar a sus obras siguientes: el libro actual no promete que el siguiente lo mejore. Si un libro es bueno, es bueno por sí, tenga el autor veinte años y sea inédito, tenga ochenta y veinte libros a sus espaldas. Esa inseguridad del crítico, ese como parche que se pone cuando reseña el primer buen libro de un escritor, elogiándolo pero no queriendo excederse en el elogio, denota una concepción de la literatura pobre. La literatura no es una lista de sacramentos, en la que un primer libro sea el bautismo, un segundo la confirmación y el penúltimo, la extremaunción. Cada libro es un libro aparte. Y escribir un buen libro no garantiza que el siguiente sea igualmente bueno, o mejor. El oficio de escribir enseña eso, el oficio, pero sólo con oficio no se hacen obras maestras. Por eso hay "aprendices" que escriben obras maestras y "maestros" que sólo lo son porque ya son los veteranos en el escalafón. Cabrera Infante está de cuerpo (divino) presente, con toda su rotunda genialidad, ya en su primer libro. Y hay tanto escritor acumulador de premios por "escalafón", ejemplo de lo contrario, que mejor será que cada lector le ponga nombre y apellidos.

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