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domingo, 19 de noviembre de 2017

Cómo explicar a nuestros hijos lo que es el consentimiento elhuffingtonpost

Si algo hace que otra persona se sienta incómoda, simplemente deja de hacerlo.


THANASIS ZOVOILIS VIA GETTY IMAGES
Acoso sexual. Parece que últimamente no pasa un día sin que salga a la luz otra lamentable historia de hombres incapaces de comportarse como es debido.
A raíz de esto, la empresa global YouGov publicó hace poco un estudio realizado para entender mejor lo que la gente entiende por "acoso sexual" y, a juzgar por los resultados, las mujeres jóvenes lo tienen más claro que las de edad avanzada, algo que no me sorprendió, la verdad. Actualmente vivimos en un mundo mucho más conectado que antes y hay más plataformas para que las mujeres podamos hablar abiertamente sobre el acoso sexual y darnos cuenta de que los silbidos o los comentarios sobre nuestras tetas no nos resultan halagadores. Las mujeres de edades más avanzadas indicaron en el estudio que no les molesta tanto que les silben y que comenten su aspecto, en comparación con lo que indicaron las mujeres más jóvenes.
Independientemente de cómo describa una generación de mujeres lo que es el acoso sexual, eso es lo que se debe aceptar. Del mismo modo que a mí, como mujer blanca, no me corresponde decidir qué es el racismo, a los hombres no les corresponde decidir qué es acoso y qué no. Las cosas como son: los hombres son los responsables de la mayoría de los casos de acoso sexual y, por tanto, los argumentos de "era solo una broma de vestuario" o "estábamos borrachos" no cuelan. Si algo hace que otra persona se sienta incómoda, simplemente deja de hacerlo.
Somos conscientes de que, si nos pegáis, caeremos. Somos conscientes de que, si decidierais matarnos, no habría mucho que pudiéramos hacer para evitarlo.Caitlin Moran
Caitlin Moran lo dejó mucho más claro que yo (evidentemente) en un artículo de 2015 titulado What Men Need To Know About Women (Lo que tienen que saber los hombres sobre las mujeres). Escribió: "Estamos asustadas. Asustadas de lo que nos podéis hacer. Intentad imaginaros por un momento que vivís en un planeta en el que la mitad de la gente es, simplemente... más grande que tú. Somos más pequeñas, más suaves y no corremos tan rápido como los hombres. Somos conscientes de que podéis agarrarnos y que nos costaría soltarnos. Somos conscientes de que, si nos pegáis, caeremos. Somos conscientes de que, si decidierais matarnos, no habría mucho que pudiéramos hacer para evitarlo".
Tengo dos hijos, chica y chico. Son aún muy pequeños, pero ya hemos emprendido la misión de tratar que sean seres humanos decentes. No me preocupa tanto mi hija: sé cómo criar a una chica fuerte porque yo misma lo soy. Al escribir esa frase me he dado cuenta de que quizás no tenga que preocuparme más de la cuenta por mi hijo, ya que su padre es un hombre amable y feminista, y él también tiene las ideas claras sobre cómo tiene que ser nuestro hijo. Pero claro que me preocupo, me preocupo por ambos porque es una responsabilidad enorme guiar a otra persona por la vida.
¿Qué estamos haciendo entonces para que nuestros hijos no lleguen siquiera a acercarse a un punto en el que alguien les tenga que decir que su comportamiento está a un paso de ser acoso sexual? Desde el primer día les hemos inculcado los mantras de "no es no" y "mi cuerpo, mis normas". Nuestra hija de tres años nos dice bastantes veces que no quiere beso de buenas noches. Lo fácil sería ignorar su decisión y besar esos encantadores mofletes, pero si lo hiciéramos, ¿qué mensaje le estaríamos dando? Que, aunque diga que no, nuestros deseos de besarla son más importantes que sus deseos de que no la besen, y eso sí que no. Cada vez que me lo dice, me quedo sin beso y salgo de su dormitorio.
Nuestro hijo de cinco años es un niño muy cariñoso y muchas veces tiene ganas de abrazar o darle un beso a su hermana. A él también le dejamos las cosas claras, así que tiene que atenerse a sus deseos y, si su hermana no quiere que la abracen, tiene que parar de inmediato. También les hemos dicho a nuestros amigos y familiares que, si nuestros hijos no quieren besos ni abrazos, lo respeten. Les explicamos el porqué y, hasta ahora, nadie nos ha dicho que no esté de acuerdo. Del mismo modo, cuando conocemos a otros niños, siempre les pido permiso antes de darles un beso y, si dicen que no, lo respeto.
Si mis hijos no maman ahora que son pequeños estos preceptos básicos, si no los asimilan como parte de su forma de ser, podrían acabar convirtiéndose en acosadores o en víctimas de acoso. Claro, es imposible imaginar que mi pequeño de cinco años le vaya a hacer fotos por debajo de la falda a una chica, pero de él espero que llegue a ser más que un hombre que simplemente es capaz de evitar actuar así. Quiero que mi hijo sea consciente de que su tamaño (va a ser muy alto y fuerte) y sus acciones podrán resultar intimidantes a las mujeres. Necesito que se convierta en la clase de hombre que sabe que no es normal seguir a una mujer por la calle de noche. Necesito que sepa que no debe contar chistes sexistas ni decir nada sobre la apariencia de otra persona que le pueda denigrar y que, si una mujer (u hombre) le pide que pare, debe parar, sin pensárselo dos veces.
Si mis hijos no maman ahora que son pequeños estos preceptos básicos, si no los asimilan como parte de su forma de ser, podrían acabar convirtiéndose en acosadores o en víctimas de acoso.
Estamos constantemente tratando de moldear el comportamiento que queremos que desarrollen nuestros hijos. Queremos que sean el tipo de personas que denuncian una mala acción cuando la ven. Queremos que comprendan que guardar silencio ante las pésimas decisiones de otra persona te convierte en cómplice. Si presenciamos racismo o acoso, estamos obligados a alzar la voz. El otro día tuve que reprender a una mujer blanca que estaba haciendo comentarios racistas. No había otra alternativa. Estaba siendo racista y yo les estoy enseñando a mis hijos que hay que denunciar este tipo de comportamientos para intentar que este mundo sea un lugar mejor.
Seamos claros: mis hijos aún son muy pequeños. Solo podemos enseñarles hasta determinado punto a estas alturas, pero conforme se vayan haciendo mayores, seguiremos asegurándonos de que nuestras enseñanzas vayan acorde con su edad. Quería escribir una lista con las cosas que quiero enseñarles cuando crezcan, pero no puedo hacerlo. No puedo deciros cosas que aún no sé hacer. Lo que sí que sé es que vivimos en una época en la que tenemos la oportunidad real de erradicar este problema de la supremacía masculina. Enseñar a nuestros hijos la importancia del consentimiento es lo mínimo que podemos hacer.

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