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martes, 7 de noviembre de 2017

Los beneficios de hacer repostería para otras personas, según los psicólogoselhuffingtonpost

"Siempre y cuando no sea estresante ni obligatorio"


Quienes disfrutan haciendo repostería aprovechan cualquier ocasión para encender el horno. Si alguien cumple años, hay que hacerle un pastel. Si llega una festividad, hay que hacer galletas. Y, de paso, unos brownies, porque a todo el mundo le gusta el chocolate. Pero resulta que significa mucho más que hacer una comida dulce. Hacer repostería, sobre todo si es para otras personas, puede resultar tremendamente beneficioso.

Hacer repostería es una forma productiva de expresión personal y comunicación

"Tiene la ventaja de que permite que las personas se expresen", explica a la edición estadounidense del HuffPost Donna Pincus, profesora asociada de Ciencias Psicológicas y del Cerebro en la Universidad de Boston.
"Se ha escrito mucho sobre la relación entre la expresión creativa y el bienestar general. Ya sea pintar, componer música (o hacer repostería), favorece una liberación de estrés, ya que supone una especie de vía de escape y un modo de expresarse", prosigue.
El estrés guarda relación con un conjunto de problemas físicos y mentales, de modo que encontrar formas de abordar ese estrés es importante para lograr una vida sana.
En muchas culturas y muchos países, la comida es una verdadera expresión de amor.Julie Ohana
Hacer repostería para otras personas también puede ser beneficioso para uno mismo a la hora de conocer y comunicar sus sentimientos. Susan Whitbourne, profesora de ciencias psicológicas y del cerebro en la Universidad de Massachusetts, menciona la convención social estadounidense de llevar comida a alguien cuando muere un ser querido. A veces las palabras no salen y solo la comida es capaz de comunicar lo que intentas decir. Tal y como señala: "A las personas a las que les cuesta expresar sus sentimientos puede serles útil la repostería para mostrar gratitud, aprecio o simpatía".
Julie Ohana, trabajadora social y terapeuta culinaria artística, comenta: "En muchas culturas y muchos países, la comida es una verdadera expresión de amor, y la verdad es que es algo bonito, porque todos estamos vinculados a ella. Pienso que podría ser contraproducente si reemplazara la comunicación en el sentido tradicional de la palabra, pero si es un complemento, es algo totalmente positivo y maravilloso".
JGALIONE VIA GETTY IMAGES

Hacer repostería para ti y para otros es una forma demindfulness

Todo el mundo ha oído hablar de los beneficios que te aporta la meditación y el mindfulness (aumentan la felicidad y reducen el estrés, por poner un par de ejemplos), pero también hacer repostería puede provocar algunos de esos beneficios. "Hacer repostería requiere toda tu atención. Hay que medir las cantidades y concentrarse físicamente en extender la masa. Si te concentras en el olor y en el sabor, totalmente dedicado a lo que estás haciendo, ese preciso acto de mindfulness también provoca una reducción de estrés", explica la profesora Pincus.
Esta creencia es uno de los motivos por los que la terapia culinaria artística es tan frecuente, a la par que la terapia artística: es uno de los tipos de terapia de activación conductual. Julie Ohana asegura que cada vez más profesionales se ponen en contacto con ella mostrando interés en recrear su modelo en sus respectivas terapias:
"Hacer repostería implica pensar paso a paso y seguir el aquí y el ahora, pero también consiste en pensar en las recetas como un conjunto, el plato como un conjunto, el uso que le queremos dar, para quién va a ser, a qué hora lo vas a compartir... Así que hacer repostería es una muy buena manera de desarrollar ese equilibrio entre el ahora y el panorama completo".
El mindfulness no es simplemente una buena técnica para alejar el estrés, sino que también ayuda a mantener lejos los pensamientos negativos. John Whaite, un popular repostero británico, ha asegurado públicamente que su profesión ha sido un apoyo constante a la hora de lidiar con su enfermedad maníaco-depresiva.
La doctora Pincus señala que, al mantener la mente ocupada (como sucede cuando haces repostería), "pasas menos tiempo rumiando tus pensamientos. Darle demasiadas vueltas a algo lleva a los pensamientos negativos y a la depresión. Otro aspecto positivo de la repostería es que al final del proceso logras una recompensa muy real y palpable que puede resultar muy beneficiosa para otros".
MEDIAPHOTOS VIA GETTY IMAGES

Hacer repostería para otras personas es una forma de altruismo

Hacer repostería para otras personas es un acto de generosidad, un esfuerzo que haces desinteresadamente por alguien y cuyos beneficios para la salud están demostrados. El proceso aporta un sentimiento general de bienestar que es aún más intenso si está dedicado a los demás.
"Hacer repostería para otras personas puede incrementar la sensación de bienestar, ayudar a reducir el estrés y hacerte sentir que has aportado tu granito de arena al mundo, algo que quizás incluso aporte más sentido a tu vida y mejore tu vínculo con las demás personas", comenta la profesora Pincus.
Ofrecerle comida a alguien es tan placentero para quien la recibe como para quien la comparte.
No obstante, "también hay un valor simbólico en el hecho de hacer repostería para otra persona, pues la comida tiene tanto una importancia física como emocional. La mayor parte de los beneficios se dan cuando no lo haces en busca de atención ni para quedar bien, sino simplemente porque quieres compartir la comida con gente que piensas que lo valorará. Siempre y cuando se te dé bien", añade Susan Whitbourne.
Si hacer repostería es una actividad estresante para ti, no esperes que todos esos beneficios te funcionen, ya que, para empezar, se supone que es una actividad antiestresante: "Si alguien le tiene fobia a los fogones y a la repostería, esto no es para ellos. Es recomendable que quien empieza lo haga sintiéndose más o menos cómodo en la cocina", aconseja Julie Ohana.
La profesora Pincus secunda sus palabras: "Siempre y cuando no sea estresante ni obligatorio, puede ser beneficioso para todo el mundo".
Y apostilla Julie Ohana: "Pienso que ofrecerle comida a alguien es tan placentero para quien la recibe como para quien la comparte".

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